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1 août 2011 1 01 /08 /août /2011 14:57

 

 

"En vez de disfrutar de lo que la Era Progresista anticipaba –una evolución hacia el socialismo, con un Estado capaz de suministrar las infraestructuras básicas y de satisfacer otras necesidades mediante subsidios—, a lo que estamos asistiendo en nuestro tiempo es a una recaída en un neofeudalismo. La diferencia, evidentemente, es que esta vez la sociedad no está controlada por militares terratenientes. Las finanzas cumplen hoy el papel que antaño cumplió la fuerza militar. En vez de estar atadas a la tierra como en el feudalismo, las familias de nuestros días pueden donde les da la gana, siempre que contraigan una deuda de por vida para pagar la hipoteca de cualquier vivienda que compren. Nuestra sociedad no paga una renta de la tierra ni tributa a los conquistadores; nosotros pagamos a los banqueros. Así como el acceso a la tierra era la condición necesaria para que las familias pudieran comer bajo el feudalismo, ahora se necesita acceso al crédito, al agua, a la asistencia médica, a las pensiones o a la seguridad Social y otras necesidades básicas, y hay que pagar intereses, peajes y rentas monopólicas a una oligarquía neofeudal que se desplaza con desparpajo de los EEUU a Irlanda y Grecia"

"Es verdad que el Presidente Clinton consiguió un superávit presupuestario. La economía sobrevivió porque el sistema bancario comercial proporcionó –cobrando intereses— el crédito necesario para crecer. Para forzar de nuevo a la economía a apoyarse en Wall Street, y no en el Estado, el gobierno necesita dejar de incurrir en déficits presupuestarios. La economía se enfrenta entonces a un dilema: o bien se contrae virulentamente, o bien deriva prácticamente todo su excedente a los bancos en concepto de renta económica dimanante del privilegio de poder crear crédito."

 

Ya saben ustedes que el cara a cara a cuenta de la deuda está tan melodramáticamente escenificado como una exhibición de la Federación mundial de lucha libre cuando Obama blande la manifiestamente huera amenaza de que si el Congreso "no aborda los duros desafíos de los derechos sociales y la reforma fiscal", no habrá dinero para pagar los cheques de la Seguridad Social del próximo mes. En su discurso sobre la deuda del pasado 25 de julio, Obama amenazó: si suspendemos pagos, no tendremos suficiente dinero para pagar todas nuestras facturas, incluidos los cheques de la Seguridad Social, las ayudas a los veteranos y los contratos del Estado con miles de empresas privadas."

Eso no es, ni por asomo, cierto. Pero se ha convertido en tema de amedrentamiento durante una semana, precisamente desde que el Presidente pronunció palabras casi idénticas en su entrevista con el conductor del programa Evening News de la CBS, Scott Pelley.

Huelga decir que el gobierno dispondrá de suficiente dinero para pagar los cheques mensuales de la Seguridad Social. La administración de la Seguridad Social tiene sus propios ahorros (en bonos del Tesoro). Ya sé que los juristas –como Obama y prácticamente todos los presidentes norteamericanos— raramente entienden los problemas de la teoría económica. Pero este es un asunto jurídico. Obama no puede ignorar que la Seguridad Social es solvente, con garantías líquidas para pagar durante muchas décadas. Sin embargo, Obama ha puesto a la Seguridad Social en un destacadísimo lugar de su lista de blancos.

La explicación más razonable de esta amenaza vacía es que Obama, generando pánico entre las personas mayores, busca generarles la esperanza de que, de uno u otro modo, el acuerdo presupuestario que trata de forjar para ganar su mano pueda salvarlas a ellas también. La verdad, ni que decir tiene, es que están siendo conducidas al matadero económico. (Y ni una palabra correctiva –para recordar al Presidente la realidad financiera— por parte del Secretario del Tesoro, Geithner –ese sectario de la rubineconomía [1]—, ni del neoliberal presidente de la Fed, Bernanke, ni de nadie de la administración demócrata de Wallstreet.)

Es un timo. Obama ha venido para enterrar la Seguridad Social, Medicare y Medicaid, no para salvarlas, sino para matarlas. Eso estuvo claro desde el comienzo mismo de su administración, cuando nombró su Comisión para la Reducción del Déficit, encabezada por el enemigo confeso de la Seguridad Social que es el Senador republicano Alan Simpson (Wyoming) y el jefe de personal de la rubineconomía bajo Clinton, Erskine Bowles. Los últimos nombramientos de Obama, republicanos y demócratas conservadores delegados por el Congreso para reformular el código fiscal de manera bipartidista –para evitar su rechazo—, no es sino un ardid para aprobar una "reforma" fiscal imposible de aprobar por unos representantes democráticamente elegidos.

El demonio anda siempre entre los detalles. Y los cabilderos de Wall Street siempre han sabido poner esos detalles en manos de sus congresistas favoritos y de sus senadores de cámara. Y en esta caso, cuentan además con el Presidente, que les pidió consejo a la hora de formar su gabinete sobre los mejores nombres para actuar de factótums del secuestro del gobierno por los intereses de Wall Street y crear un "socialismo para los ricos".

No existe tal cosa, huelga decirlo. Cuando los gobiernos son dirigidos por los ricos, eso se llama oligarquía. Los diálogos de Platón ilustran: en vez de ver a las sociedades como democracias u oligarquías, lo mejor era verlas en movimiento. Las democracias tendían a la polarización económica (singularmente, entre acreedores y deudores), degenerando en oligarquías. Éstas, a su vez, tendían a convertirse en aristocracias hereditarias. Con el tiempo, las familias de viso terminarían luchando entre sí, y un grupo –como el de Clístenes en la Atenas del 507 antes de nuestra Era— "reclutaría al pueblo para su partido" y crearía la democracia. Y así proseguiría el eterno triángulo.

Eso es lo que está pasando en nuestro días. En vez de disfrutar de lo que la Era Progresista anticipaba –una evolución hacia el socialismo, con un Estado capaz de suministrar las infraestructuras básicas y de satisfacer otras necesidades mediante subsidios—, a lo que estamos asistiendo en nuestro tiempo es a una recaída en un neofeudalismo. La diferencia, evidentemente, es que esta vez la sociedad no está controlada por militares terratenientes. Las finanzas cumplen hoy el papel que antaño cumplió la fuerza militar. En vez de estar atadas a la tierra como en el feudalismo, las familias de nuestros días pueden donde les da la gana, siempre que contraigan una deuda de por vida para pagar la hipoteca de cualquier vivienda que compren.

Nuestra sociedad no paga una renta de la tierra ni tributa a los conquistadores; nosotros pagamos a los banqueros. Así como el acceso a la tierra era la condición necesaria para que las familias pudieran comer bajo el feudalismo, ahora se necesita acceso al crédito, al agua, a la asistencia médica, a las pensiones o a la seguridad Social y otras necesidades básicas, y hay que pagar intereses, peajes y rentas monopólicas a una oligarquía neofeudal que se desplaza con desparpajo de los EEUU a Irlanda y Grecia.

El gobierno de los EEUU ha gastado 13 billones de dólares en rescates financieros desde la caída de Lehman Brothers en septiembre de 2008. Pero Obama alerta de que, de aquí a treinta años, la financiación de la Seguridad Social puede llegar a tener 1 billón de dólares de déficit. Hay que evitar que urja ahora a desmantelar los planes para esos pagos.

Diríase que los 13 billones usados es todo el dinero que realmente tiene el gobierno. Las empresas de Wall Street cogieron el dinero y echaron a correr. No hay bastante para pagar la Seguridad Social, Medicare y otros gastos sociales que los Demócratas conservadores y los Republicanos planean ahora cortar.

No inmediatamente. El plan consiste en "empapelar" la actual crisis delegando los planes a una segunda Comisión de Reducción del Déficit formada por miembros del Congreso.

Aquí tenemos, finalmente, el "Cambio en que poder creer". Después de todo, los cambios reales resultan siempre sorprendentes.

La crisis falsificada

Normalmente, se necesita una crisis para crear un vacío en el que inyectar esos detalles tóxicos. A Wall Street no le gustan las crisis reales, claro está, salvo para lograr ganancias especulativas instantáneamente operadas por computadora en la cotidiana fibrilación de los actuales mercados zigzaguenates. Pero cuando se trata de dinero en serio, se prefiere la ilusión de una crisis melodramáticamente escenificada para proporcionar el máximo de emoción a la audiencia, un poco al estilo de un buen montador de películas al montar una secuencia. ¿Atropellará el veloz tren a la chica atrapada en los raíles? ¿Escapará a tiempo?

El tren es la deuda; la chica, supuestamente, la economía norteamericana. Pero resulta que, en realidad, es Wall Street disfrazado. Y la cosa es una comedia nada divina. Obama ofrece un plan que parece muy Republicano. Pero los Republicanos  dicen que nanay. Se genera la ilusión de una batalla real. Dicen que Obama es socialista.

Los Demócratas manifiestan su desconcierto ante la amenaza de tamaño obsequio. "¿Dónde está el Obama real?", se preguntan. Pero parece que el Obama real ha resultado ser un impostor Republicano de Wall Street disfrazado de Demócrata. Eso es lo que es el Comité de Dirección Demócrata: una panda de Demócratas de Wall Street.

Los Demócratas clintonianos constituyen el partido natural para deshacer lo construido por Roosevelt y los antiguos Demócratas. Un Senado genuinamente Demócrata jamás toleraría tamaños obsequios a Wall Street, ni tamaña traición a su electorado urbano, si lo propusiera un presidente Republicano. Obama les está vacilando.

Esto es lo que el próximo presidente Republicano podrá tranquilamente decir: "Ya sabéis que Obama apoyará cualquier cosa que queramos los Republicanos. Si no queréis una política Republicana, tenéis que votar por mí como presidente. Porque un Congreso dominado por los Demócratas se opondrá a una política Republicana, si la proponemos nosotros. Pero si la propone Obama, el Congreso estará desarmado y no se podrá resistir."

Lo mismo ocurre en Gran Bretaña, en donde se llamó al Partido Laborista para culminar la obra que habían empezado los Conservadores, para lo que se necesitaba un Nuevo Laborismo capaz de torcer la oposición popular a la privatización de los ferrocarriles y al obsequio financiero que significó la Asociación Puúblico/Privado en la construcción de líneas subterráneas de metro. Y es la misma historia con Francia, en donde un gobierno socialista apoyó el programa de privatizaciones dictado por el Banco Central Europeo.

Un vistazo a las falacias más comunes

Dondequiera y cuandoquiera que se encuentre a autoridades públicas y a periodistas repitiendo de consuno como un mantra algo que es un craso error económico, uno puede estar totalmente seguro de que hay intereses creados de por medio. El sector financiero, singularmente, busca inducir a los votantes a la errónea creencia de que la economía entrará en crisis si Wall Street no tiene vía libre: normalmente, vía libre de impuestos y regulaciones.

La primera falacia de Obama consiste en equiparar el presupuesto público y el presupuesto familiar. Pero las familias no pueden firmar pagarés y exigir al resto del mundo que considere esos pagarés como moneda propia. Sólo los Estados pueden hacer eso. Es un privilegio que los bancos están ahora deseosos de conseguir: la capacidad de crear crédito de la nada en sus pantallas de computador y cargar los correspondientes intereses por lo que les resulta prácticamente gratis y lo que los Estados pueden, en efecto, crear gratuitamente de la nada.

"Bueno, cualquier familia sabe que se puede manejar una pequeña tarjeta de crédito. Pero si seguimos por el camino actual, nuestra deuda creciente nos costará puestos de trabajo y dañará gravemente a nuestra economía". Sólo que las economías necesitan dinero público para crecer, y ese dinero sólo se consigue incurriendo en déficits presupuestarios federales. Esa ha sido la esencia del gasto público anticíclico keynesiano durante más de medio siglo. Hasta ahora, había sido política oficial del Partido Demócrata.

Es verdad que el Presidente Clinton consiguió un superávit presupuestario. La economía sobrevivió porque el sistema bancario comercial proporcionó (cobrando intereses) el crédito necesario para crecer. Para forzar de nuevo a la economía a apoyarse en Wall Street, y no en el Estado, el gobierno necesita dejar de incurrir en déficits presupuestarios. La economía se enfrenta entonces a un dilema: o bien se contrae virulentamente, o bien deriva prácticamente todo su excedente a los bancos en concepto de renta económica dimanante del privilegio de poder crear crédito.

Obama pretende también que las agencias de calificación crediticia sean capaces de actuar como mascotas de sus clientes, las grandes entidades financieras, haciendo que toda la economía en su conjunto pague tasas de interés aún más elevadas a sus entidades emisoras de tarjetas de crédito y a sus bancos. "Por vez primera en le historia", teatralizó Obama, "la calificación de triple A de que goza nuestro país podría degradarse, dejando a los inversores de todo el mundo en la duda de si los EEUU siguen siendo una buena apuesta. Las tasas de interés se dispararían, lo que tendría consecuencias en las tarjetas de crédito, en las hipotecas y en los créditos para los automóviles, lo que se traduciría en un enorme incremento de la carga impositiva soportada por los norteamericanos".

La realidad es la contraria: tener superávit fiscal es lo que incrementaría los tipos de interés, arrojando a la economía al cautiverio del sistema bancario. La administración Obama está ahora plenamente inmersa en la fase de retórica orwelliana.

Durante el discurso de Obama, no pude evitar la sensación de que ya había oído todo eso antes. Y entonces, me acordé. Fue en 2008, cuando el entonces Secretario del Tesoro Henry Paulson trataba de replicar al argumento de Sheila Bair de que todos los depositantes asegurados en la FDIC [Corporación Federal de Seguros de Depósitos, por sus siglas en inglés] podrían esquivar la crisis de septiembre, con sólo que los especuladores sin escrúpulos perdieran las ganancias que habían esperado sacar creando crédito de la nada. "Si se permitiera el colapso del sistema financiero", advirtió Paulson en su discurso en la Biblioteca Ronald Reagan, "sería el pueblo norteamericano quien terminaría pagando el precio. Esto nunca ha tenido nada que ver con los bancos; siempre ha tenido que ver con la continuación de la prosperidad y las oportunidades para todos los norteamericanos".

Huelga decir que todo ha tenido y sigue teniendo que ver con los bancos. Wall Street sabe que, para conseguir suficientes votos en el Congreso a fin de deshacer el New Deal, la Seguridad Social, Medicare y Medicaid, hay que contar con un presidente Demócrata en el ejercicio del cargo. Un Congreso Demócrata bloquearía cualquier iniciativa que pudiera tomar un presidente Republicano para proceder al tipo de recortes que Obama está patrocinando. Pero la oposición de los congresistas Demócratas queda paralizada cuando es el propio Presidente Obama –el presidente liberal-progresista por excelencia, el Tony Blair americano— quien oficia como maestro de ceremonias del recorte de derechos sociales y la yugulación del gasto público.

Así como la City londinense apoyó al Partido Laborista británico, a sabiendas de que el Partido Conservador no podría dar pasos tan radicales como la privatización de los ferrocarriles y del sistema de metro subterráneo de Londres; así como los socialdemócratas islandeses hundieron la economía en una servidumbre deudora respecto de Gran Bretaña y Holanda; así como el Partido Socialista griego encabeza ahora la lucha por las privatizaciones y los rescates bancarios; así, en EEUU, el Partido Demócrata entrega a sus bases electorales –trabajadores urbanos, señaladamente las minorías raciales y los pobres, los más perjudicados por el plan de austeridad del Presidente Obama— a Wall Street.

De modo, pues, que Obama está haciendo lo que todo demagogo: entregar a su electorado a quienes le financian las campañas electorales, es decir, a Wall Street. Yves Smith ha dicho acertadamente que Obama "revierte el momento chino de Nixon".

Los Republicanos ayudan absteniéndose de presentar un candidato presidencial propio creíble. Lo que da a Obama un margen para moverse hacia la derecha del espectro político. Tan a la derecha, que son sus propios Demócratas quienes constituyen ahora la avanzadilla hostil a la Seguridad Social, no los Republicanos.

Todo lo cual resulta harto más hacedero bajo la oportuna presión propiciada por un clima de pánico. Ya les funcionó, después de todo, en septiembre de 2008 para el plan de rescates bancarios (TARP). El melodrama del rescate de Wall Street de entonces puede entenderse como un ensayo preparatorio del actual teatro con el tope de la deuda en el marco incomparable de la coartada de la crisis. 

NOTA T.: [1] Un neologismo corriente hoy en EEUU, derivado del todopoderoso Rubin, Secretario del Tesoro bajo la administración Clinton, antiguo alto ejecutivo del banco Goldman Sachs y hombre clave en el impulso de las contrarreformas neoliberales en los EEUU de los años 90.

Michael Hudson es ex economista de Wall Street especializado en balanza de pagos y bienes inmobiliarios en el Chase Manhattan Bank (ahora JPMorgan Chase & Co.), Arthur Anderson y después en el Hudson Institute. En 1990 colaboró en el establecimiento del primer fondo soberano de deuda del mundo para Scudder Stevens & Clark. El Dr. Hudson fue asesor económico en jefe de Dennis Kucinich en la reciente campaña primaria presidencial demócrata y ha asesorado a los gobiernos de los EEUU, Canadá, México y Letonia, así como al Instituto de Naciones Unidas para la Formación y la Investigación. Distinguido profesor investigador en la Universidad de Missouri de la ciudad de Kansas, es autor de numerosos libros, entre ellos Super Imperialism: The Economic Strategy of American Empire.

 

Traducción para www.sinpermiso.info: Mínima Estrella
New Economic Perspectives, 27 julio 2011

deuda yanqui1
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1 août 2011 1 01 /08 /août /2011 14:48
Alivio en Washington

No es lo deseado, pero pone fin a un largo proceso: Obama

Logran acuerdo para salvar a EU de otra crisis con efecto devastador

Para aprobar más deuda, el recorte al gasto planteado es de 2.5 billones de dólares

Foto
Foto: Ap
David Brooks
Corresponsal
Periódico La Jornada
Lunes 1º de agosto de 2011
 
Nueva York, 31 de julio. Después de una intensa negociación de última hora entre el liderazgo político supremo del país, el presidente Barack Obama anunció en la Casa Blanca, en un mensaje trasmitido en vivo al mundo: líderes de ambos partidos en ambas cámaras han logrado un acuerdo que reducirá el déficit y evitará el incumplimiento (de pagos), que hubiera tenido un efecto devastador sobre nuestra economía.

Apenas 48 horas antes de que el gobierno había advertido que dejaría de poder cumplir con sus obligaciones financieras, Obama informó que el acuerdo eleva el techo de la deuda (actualmente de 14.3 billones de dólares) y propone aproximadamente 2.5 billones en recortes del gasto público a lo largo de los próximos 10 años. Aunque, dijo, no es el acuerdo que hubiera deseado, logra poner fin a un proceso que fue demasiado largo y desordenado.

Obama instó a los legisladores a aprobar la propuesta negociada en los próximos días. El acuerdo tendrá que ser sujeto a un voto en las dos cámaras del Congreso y después promulgado por Obama, proceso que comenzará este lunes.

Qué tanto dure el proceso dependerá de las dificultades en negociar suficientes votos para la aprobación del acuerdo, sobre todo en la Cámara de Representantes. Ahí, tanto legisladores demócratas liberales como algunos republicanos ultraconservadores han expresado su renuencia a votar en favor del acuerdo.

El acuerdo incluye una primera etapa de recortes de poco menos de un billón de dólares en el gasto federal, y establece una comisión bipartidista para recomendar otros 1.5 billones de dólares más en recortes al presupuesto, que serán aplicados más tarde por acción legislativa o de manera automática (si el Congreso falla en actuar), los cuales afectarán desde el gasto militar hasta los programas sociales.

Pocas horas antes, con indicios de un acuerdo inminente, cambió el clima en Washington y Wall Street al percibirse que la cúpula política estaba finalmente a punto de resolver lo que se convirtió casi en una crisis nacional. Los mercados financieros empezaron a responder de manera positiva ante la expectativa del anuncio de un acuerdo y una votación legislativa sobre el asunto.

Pero las consecuencias políticas continuarán manifestándose de aquí en adelante. Después de semanas de intensa disputa sobre el asunto, que alarmó a los mercados financieros y fastidió a los ciudadanos, el espectáculo político en Washington podría tener severas consecuencias electorales tanto para el presidente Obama como para el liderazgo republicano.

De hecho, para algunos analistas, todo esto fue más teatro político con fines electorales que una disputa por el asunto de la deuda. Elevar ese techo es casi siempre un procedimiento automático, y se ha hecho en promedio casi dos veces al año desde 1940 sin nada parecido a lo que ocurrió en esta ocasión, señalan.

Más bien, demócratas y republicanos aceptaron vincular el tema de la deuda con el asunto siempre espinoso del presupuesto federal.

A lo largo de la disputa siempre había un consenso básico entre líderes demócratas y republicanos sobre una receta de recortes masivos al gasto público para abordar el tema del déficit presupuestario. El desacuerdo fue más bien sobre el tamaño y rubros de la reducción del gasto.

El propio presidente Obama demostró, desde hace semanas, su disposición a ceder ante demandas republicanas de reducciones incluso en programas sociales para los más necesitados, como el Medicare y el Seguro Social, y no insistir en un incremento sustancial de los impuestos de los más ricos para abordar el déficit (esto a pesar de que 72 por ciento de los estadunidenses favorece justo lo opuesto: más impuestos sobre los más ricos para abordar el déficit, según una encuesta reciente del Washington Post/ABC News).

Con ello, Obama ha provocado ira entre sus propias bases. Críticos señalan que las concesiones de Obama y el liderazgo demócrata están a la derecha hasta de algunos republicanos moderados, tanto así que uno de los encargados de política económica del presidente Ronald Reagan, Bruce Bartlett, expresó su sorpresa y concluyó que en los hechos Obama es en esencia un conservador moderado.

Pero el liderazgo republicano también enfrentó problemas con un sector de su base cada vez más poderoso, la corriente ultraconservadora identificada con el llamado Tea Party, que casi logró derrotar la iniciativa del propio líder en la Cámara, John Boehner, y puso en jaque su autoridad.

Los aproximadamente 80 legisladores ligados al Tea Party defendieron su principio ideológico de reducir al máximo el gobierno y los programas de bienestar social, a tal punto que descarrilaron las negociaciones entre las cúpulas de ambos partidos durante semanas.

Paul Krugman escribió en su columna del New York Times que lo que está ocurriendo es una crisis donde la derecha está haciendo demandas locas, mientras el presidente y los demócratas en el Congreso se doblan hacia atrás para acomodarlos, ofreciendo planes que son todo recorte de gastos y nada de impuestos, planes que están muy a la derecha de la opinión pública.-

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1 août 2011 1 01 /08 /août /2011 14:46

Lunes, 1 de agosto de 2011

El aumento del techo de endeudamiento de EE.UU. debe ser aprobado por las Cámaras antes de mañana
Obama anunció un acuerdo sobre la deuda
El plan contempla fuertes recortes del gasto público para evitar que el país entre en suspensión de pagos. A cambio, el presidente consigue que la extensión de la deuda se vuelva a votar pasadas las elecciones de noviembre.
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Obama dijo que éste “no es el acuerdo que habría preferido”, pero es el alcanzable por estas horas cruciales.

El presidente de Estados Unidos, Barack Obama, anunció ayer que los líderes del Congreso y la Casa Blanca llegaron a un acuerdo para elevar el techo de la deuda, a cambio de fuertes recortes en el gasto público. De esta forma se evita que el país entre en suspensión de pagos a partir de mañana, 2 de agosto. En principio, el compromiso prevé de inmediato la reducción de un billón de dólares de gastos y no descarta la posibilidad de alguna suba de impuestos que deberá decidirse en posteriores negociaciones. El plan se ajusta más a las exigencias republicanas: que el levantamiento del límite de la deuda se haga de modo escalonado y sea por una cantidad idéntica al volumen de recortes públicos que se acepten. Obama consigue a cambio que la extensión de la deuda se vuelva a debatir en 2013, pasadas los comicios de noviembre del año próximo dondo él aspira a ser reelecto. Sin embargo, el acuerdo podría ser resistido por los legisladores más conservadores del movimiento Tea Party y los del ala más izquierdista del oficialismo.

Si bien los detalles del acuerdo entre demócratas y republicanos no trascendieron demasiado, la negociación incluiría un aumento en el tope de la deuda en 2,8 billones de dólares hacia fines de 2012 y aprobar una serie de recortes por un monto equivalente que podría trepar a los tres billones de dólares que se aprobarían en dos fases: un billón ahora y dos billones más tarde. El primer billón se ahorraría simplemente recortando gastos rutinarios. En principio no se prevén subas en los impuestos –la idea planteada por los demócratas–, pero se espera la creación de una comisión cuyo objetivo principal será identificar otros sectores que podrían ser sometidos a reducciones de gastos antes de fin de año.

En una reunión pactada para noviembre, se espera que esa comisión presente sus conclusiones sobre cómo recortar los otros dos billones. Allí estarían incluidos los programas sociales como Medicare (de salud) o la Seguridad Social. “En esta fase, todo estará encima de la mesa”, señaló el mandatario. “Los recortes de impuestos a los que ambos partidos se oponen entrarían automáticamente en efecto si no actuamos”, dijo. Por ello, en los próximos meses, el presidente seguirá comunicando a los legisladores sus argumentos en defensa de un “plan equilibrado”, que resulte de añadir retoques al acuerdo actual para “finalizar el trabajo”. El plan original del oficialismo era combinar los recortes con una suba de impuestos a los más ricos.

Desde la Casa Blanca mencionaron que la jornada de ayer fue “crucial” para aumentar el tope legal de endeudamiento, que actualmente es de 14,29 Billones de dólares. El anuncio de Obama, cuando abrían las Bolsas en el mercado asiático, coincidió con el cierre de ambas Cámaras del Congreso hasta la mañana de hoy, cuando los legisladores se reunirán para debatir el plan y votarlo. Según confirmó el líder de la minoría republicana en el Senado, Mitch McConnell, el acuerdo prevé una reducción del déficit de tres billones de dólares en los próximos 10 años en dos fases. La primera fase rebajará un billón de dólares en gastos en ajustes que ambos partidos ya habían aceptado durante el proceso de debate sobre el endeudamiento.

Obama reconoció que éste “no es el acuerdo que habría preferido”. “Creo que podríamos haber hecho las decisiones duras que se necesitaban ahora mismo y no a través de un comité especial en el Congreso”, declaró el mandatario. No obstante, celebró que el acuerdo “cierre la crisis de deuda que Washington impuso a Estados Unidos” y asegure que ésta no vuelva a repetirse “en seis o 12 meses”, ya que garantiza el alza del techo de la deuda hasta el final de 2012, año electoral.

“Este proceso ha sido caótico, y ha durado demasiado”, sentenció el líder demócrata. “He estado preocupado sobre su impacto en la confianza en los negocios, en el consumo y en la economía en el último mes.” No obstante, agradeció a los líderes del Congreso y al pueblo estadounidense su colaboración para alcanzar el acuerdo y les pidió que trabajen para votarlo y hacer el plan una realidad en los próximos días. El resultado del plan, aseguró Obama a modo de conclusión, será “el nivel más bajo de gasto doméstico anual desde que Dwight Eisenhower era presidente” (1953–1961), pero “a un nivel que nos permitirá hacer inversiones necesarias para crear empleo en sectores como el educativo o el de investigación”.

Poco antes de su alocución, el líder de la mayoría demócrata en el Senado norteamericano, Harry Reid, convocaba a sus compañeros de partido en esa Cámara a las 11 de la mañana de hoy para analizar el acuerdo. “Mi mensaje al mundo es que esta nación y este Congreso están avanzando juntos”, dijo Reid. Por su parte, McConnell indicó que ha convocado también a los senadores republicanos, y celebró que exista ahora “un marco listo para ser revisado y que garantizará un recorte significativo al gasto de Washington”. Hoy seguirá el debate.-

 

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1 août 2011 1 01 /08 /août /2011 14:08

Michael R. Krätke

 

01/08/11

 

El Banco Central chino y los directores de los fondos estatales del gigante asiático comienzan a perder la paciencia: no hay ya, en su opinión, absolutamente nada que ganar con la declinante liquidez de los EE.UU., y sí mucho que perder.

 

Ben Bernanke, el presidente de la Reserva Federal (Fed) estadounidense, ha mantenido heroicamente su presidencia. Desde comienzos de año la Fed compró en masa bonos del tesoro estadounidense para, con más de 1'5 billones de dólares en bonos del tesoro en la cartera, convertirse en el principal acreedor del propio estado. Aún muy poco como para mantener a raya el descontento de China, Japón, Reino Unido y los estados del Golfo, sus acreedores extranjeros. Como ocurriera ya durante el verano del 2008, cuando Pekín urgió al rescate de los gigantes hipotecarios Fannie Mae y Freddie Mac, los chinos también empezaron a ponerse esta vez nerviosos. Por segunda vez la agencia de calificación china Dagong Global Credit ha rebajado crudamente la calificación crediticia de los préstamos estatales de los EE.UU. y amenaza todavía con una calificación aún peor. El presidente de Dagong, Guan Jianzhong, aclara que los EE.UU. se encuentran ya en situación de quiebra financiera. Mientras tanto, no son ningún secreto las preocupaciones del Banco Central chino hacia la aventurera política presupuestaria de los EE.UU., que perjudica gravemente los intereses chinos.

 

China sigue siendo, con más de 1'5 billones de dólares en bonos del tesoro estadounidense, el acreedor más comprometido con los EE.UU., a mucha distancia de todos los demás. Más de la mitad de las reservas de divisas chinas de 3'2 billones de dólares son préstamos denominados en dólares. Una bancarrota de los EE.UU. haría que toda esta riqueza monetaria se derritiese velozmente. Aunque el Congreso y la Casa Blanca consigan en el último minuto alcanzar un consenso para aumentar el techo de deuda, Dagong quiere aún presionar la calificación de los Estados Unidos ya que el gobierno no ha mostrado hasta la fecha tener ningún proyecto para una reducción efectiva de la deuda y el discurso ser en ningún caso una recuperación basada en el auge autosostenido. Nuevos programas de estímulo económico son de todo punto imposibles: la política monetaria expansiva de Obama está agotada.

 

Desde 2009 China ha interpretado honradamente el papel de prestador de los EE.UU. y aumentado más de un tercio sus depósitos de deuda pública norteamericana. Con ello se llega a la conclusión: el declive del dólar y la crisis del presupuesto estadounidense no dejan a los chinos otra opción que despedirse de Chimérica. Con ello no se busca abandonar la posesión y la adquisición de bonos del tesoro estadounidenses, sino promover un cambio de dirección. Desde comienzos de año, los directores de los fondos estatales chinos se han decantado por aumentar las inversiones en los préstamos europeos y en bonos del estado de los países emergentes. Esta maniobra ha ido acompañada de su opuesta y la compra de deuda estadounidense se ha visto claramente reducida. De los más de 250 mil millones de dólares en reservas de divisas que China ha reunido desde enero de 2011, fluyeron sólo 46 mil millones en bonos del tesoro estadounidense: un cambio evidente. Desde 2007 los chinos han ido acumulando más de la mitad de su crecimiento anual en reservas de divisas del presupuesto estadounidense.

 

Los actuales préstamos para la financiación de los programas de rescate europeos fueron comprados en el instante en porcentajes de hasta un 40% por los bancos o fondos del estado chinos. Ya en el otoño de 2008 Hungría escapó a la bancarrota gracias a los enormes créditos del país asiático. Sin ninguna duda, los intereses que rinden títulos de deuda pública de la zona euro son bastante atractivos. Igualmente importante para los chinos es la estabilización de la Unión Europea y el espacio monetario europeo, para ellos el mercado más seguro del mundo.

 

La propia crisis de deuda

 

Si los chinos apoyan a la zona euro, es que también para ellos el euro emerge como moneda rival del dólar. Desplazar al dólar como moneda de reserva mundial puede significar para los chinos conseguir una moneda artificial consistente en dinero procedentes de créditos a partir de un cesto de divisas de dólares, euros, yenes, libras como francos suizos. De llegar a ocurrir sería para China un paso más para competir seriamente con los centros de las finanzas mundiales en Nueva York y Londres y convertir el yuan en una moneda mundial completamente convertible. Si este plan tiene éxito o no, dependerá de cómo la República Popular gestione su propia deuda, ya que desde el estallido de la crisis financiera mundial en otoño de 2008 los planes de estímulo económico consistieron mayormente en financiar créditos multimillonarios para los gobiernos provinciales: más de 14 billones de yuanes (1'5 billones de euros) fluyeron en proyectos de infraestructuras. En este sentido, la República Popular China, de modo similar a los Estados Unidos, ha tenido que combatir el sobreendeudamiento de muchas regiones: crecen los llamados a los programas de rescate y a la restructuración de la deuda. La propia crisis de deuda china refuerza la intención del país de abstenerse en el futuro con los arriesgados créditos exteriores a los EE.UU.

 

Michael R. Krätke, miembro del Consejo Editorial de SINPERMISO, es profesor de política económica y derecho fiscal en la Universidad de Ámsterdam, investigador asociado al Instituto Internacional de Historia Social de esa misma ciudad y catedrático de economía política y director del Instituto de Estudios Superiores de la Universidad de Lancaster en el Reino Unido.

Traducción parawww.sinpermiso.info: Àngel Ferrero


Freitag, 27 julio 2011.-

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1 août 2011 1 01 /08 /août /2011 13:56
El club de la colisión: qué ocurre cuando tres economías petardeantes andan en rumbo de choque
Mike Davis

Cuando mi viejo compa y yo teníamos 14 o 15 años, hace muchos siglos, anhelábamos la inmortalidad en la fogosa carraca de un jodido Ford del 40 o de un Chevy del 57. Nuestro Rowling de entonces era Henry Felsen, el antiguo marine que escribió las exitosísimas obras maestras Hot Rod (1950), Street Rod (1953) y Crash Club [El club de la colisión] (1958).

Oficialmente, sus libros –muy apreciados por el Consejo Nacional de Seguridad— resultaban disuasorios, pensados para amedrentar y meter en verea a mi generación a golpe de sangre y víscera adolescente. Lo cierto es que fue nuestro Homero de andar por el asfalto; exaltaba a heroicos mancebos condenados, y nos invitaba a emular su leyenda.

Uno de sus libros termina con una apocalíptica colisión en un cruce que sobre poco más o menos se lleva por delante a todos los estudiantes de secundaria de un pueblo de Iowa. Amábamos ese pasaje tanto, que acostumbrábamos a leérnoslo en voz alta el uno al otro.

Es difícil no acordarse del gran Felsen, que murió en 1995, cuando se hojean estos días las páginas económicas de los periódicos. Después de todo, aquí están los republicanos del Tea Party, el acelerador apretado hasta el fondo, desalterado el rostro por la sonrisa forzada del demonio, a medida que se acercan a la Curva del Muerto. (Se calla por sabido que John Boehner y David Brooks, sentados atrás, aúllan de miedo.)

La analogía con el pasaje de Felsen se hace aún más robusta cuando abandonamos el patio local y vemos las cosas globalmente. A vuelo de pájaro las esquinas de Iowa no ocultan la pauta configuradora del ciego rumbo de choque: la situación económica mundial se divisa clara y distintamente como en trance de accidente. Desde tres direcciones: los Estados Unidos, la Unión Europea y China van ciegamente acelerados hacia la misma intersección. La cuestión es: ¿sobrevivirá alguno para su examen de ingreso en la universidad?

Los Tres Pilares del McMundo, sacudidos

Permítaseme decir algo perfectamente obvio, aun si raramente mencionado. Incluso en el caso de que llegara a evitarse el día del juicio final de la deuda [el próximo 2 de agosto; T.], Obama ya ha empeñado la granja y malvendido a los chiquillos. Con un desprecio hacia el ala izquierda liberal de su partido que quita el aliento, Obama ha puesto a subasta los sacrosantos restos de la red de seguridad procedente del New Deal, a fin de apaciguar a un hipotético “centro” y ganar la reelección a cualquier precio. (Dick Nixon, viejo socialista, ¿dónde estás, ahora que tanto te necesitamos?)

Resultado: como los fenicios de la Biblia, sacrificaremos a nuestros hijos (y a sus profesores) a Moloch, ahora rebautizado como Déficit. El baño de sangre en el sector público, sumado a la abrupta liquidación de las ayudas sociales al desempleo, se multiplicarán negativamente a través del lado de la demanda de la economía, hasta que la cifra de paro rebase holgadamente el doble dígito y Lady Gaga cante “Hermano, ¿puedes ahorrar diez centavos?”.

No se olvide que vivimos en una economía globalizada en la que los norteamericanos son los consumidores de último recurso y el dólar es todavía el puerto seguro para la atesorada plusvalía del planeta. La nueva recesión que los Republicanos están pergeñando con tamaña impunidad arrojará inmediatamente dudas sobre los tres pilares del McMundo, más sacudidos ya en sus cimientos de lo que generalmente se cree: el consumo norteamericano, la estabilidad europea y el crecimiento chino.

Al otro lado del Atlántico, la Unión Europea está demostrando que es una mera unión de grandes bancos y megaacreedores, siniestramente resuelta a obligar a los griegos a poner en almoneda el Partenón, y a los irlandeses, a emigrar a Australia. No es necesario ser keynesiano para saber que, luego de ocurrir eso, los vientos no pueden sino ser cada vez más gélidos. (Si los puestos de trabajo alemanes se han mantenido hasta ahora, es sólo porque China y otros BRICs –Brasil, Rusia e India— no han parado de comprarles máquinas herramientas y Mercedes.)

160 réplicas del Boardwalk Empire

China, huelga decirlo, es ahora la que mueve al mundo. La cuestión es: ¿por cuánto tiempo? Oficialmente, la República Popular China está a mitad de un cambio de época, de una economía fundada en la exportación a una economía fundada en el consumo. El objetivo último de la cual no es sólo convertir al chino medio en un urbano motorizado, sino también romper la perversa dependencia que liga el crecimiento del país a un déficit comercial estadounidense que Beijing debe financiar para evitar la reevaluación del yuan.

Desgraciadamente para los chinos, y acaso para el mundo entero, el planificado auge del consumo en China está cobrando cada vez más la forma de una peligrosa burbuja inmobiliaria. China se ha contagiado del virus de Dubai, y ahora cualquier ciudad china con más de un millón de habitantes (al menos 160, según datos recientes) aspira a marcarse a sí propia al rojo con un rascacielos de Rem Koolhaas o con un megacentro comercial de destino. Resultado: una orgía de excesos en la construcción.

A despecho de la tranquilizadora imagen ofrecida por unos mandarines omniscientes capaces de controlar con frialdad desde Beijing todo el sistema financiero, diríase que la China del presente está más bien funcionando como 160 réplicas de un Boardwalk Empire [1] en el que los grandes jefes políticos de la ciudad y los constructores privados a ellos aliados son capaces de forjar sus propios pactos oscuros con los ciclópeos bancos estatales.

Ello es, en efecto, que ha surgido en China un sistema de banca en la sombra: grandes bancos conceden créditos fuera de balance contable a grandes consorcios empresariales, evadiendo así las limitaciones oficiales al empréstito total. La semana pasada, el servicio de estudios económicos de Moody’s estimaba que el sistema bancario chino ocultaba medio billón de dólares en préstamos problemáticos, sobre todo para proyectos municipales faraónicos. Otra agencia calificadora alertaba de que los malos créditos podrían representar cerca del 30% de las carteras de los bancos.

La especulación inmobiliaria está vaciando los ahorros de los hogares a medida que las familias urbanas, a la vista del disparado valor de las viviendas, se lanzan a invertir en propiedades inmobiliarias antes de que alcancen precios prohibitivos fuera de mercado. (¿No les suena familiar?) De acuerdo con Business Week, la inversión en vivienda representa ahora un 9% del PIB, frente a sólo un 3,4% en 2003.

¿Será Chengdu el próximo Orlando y el Banco Chino para la Construcción, el próximo Lehman Brothers? Resulta estupefaciente la credulidad de tanto columnista y tertuliano conservador dispuesto a comprar la idea de que la dirigencia comunista china ha descubierto la ley del movimiento perpetuo y creado una economía de mercado inmune a los ciclos económicos o a las manías especulativas.

Si China se ve obligada a un aterrizaje forzoso, habrá también fracturas óseas entre los países que, como Brasil, Indonesia y Australia, son ahora sus principales suministradores. Japón, ya abismado en la recesión tras su triple megadesastre, es particularmente sensible a ulteriores shocks procedentes de sus principales mercados. Y la Primavera Árabe puede trocar en invierno, si los nuevos gobiernos no logran hacer crecer el empleo o contener la inflación de los precios de los alimentos.

A medida que los tres grandes bloques económicos aceleran en su rumbo hacia una depresión sincronizada, siento que ya no me excita tanto como cuando tenía 14 años la perspectiva de un típico final felseniano: cuerpos jóvenes entre un amasijo de hierros.

Mike Davis es miembro del Consejo Editorial de SINPERMISO. Traducidos recientemente al castellano: su libro sobre la amenaza de la gripe aviar (El monstruo llama a nuestra puerta, trad. María Julia Bertomeu, Ediciones El Viejo Topo, Barcelona, 2006), su libro sobre las Ciudades muertas (trad. Dina Khorasane, Marta Malo de Molina, Tatiana de la O y Mónica Cifuentes Zaro, Editorial Traficantes de sueños, Madrid, 2007) y su libro Los holocaustos de la era victoriana tardía (trad. Aitana Guia i Conca e Ivano Stocco, Ed. Universitat de València, Valencia, 2007). Sus libros más recientes son: In Praise of Barbarians: Essays against Empire (Haymarket Books, 2008) y Buda's Wagon: A Brief History of the Car Bomb (Verso, 2007; traducción castellana de Jordi Mundó en la editorial El Viejo Topo, Barcelona, 2009).

 

Traducción para www.sinpermiso,info: Casiopea Altisench
Tom Dispatch, 26 julio 2011

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29 juillet 2011 5 29 /07 /juillet /2011 15:39
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29 juillet 2011 5 29 /07 /juillet /2011 14:42
  29-07-2011

 

¿Sufre parálisis mental Estados Unidos?

      Paul Craig Roberts     
Information Clearing House

Traducido del inglés para Rebelión por Germán Leyens

Un lector respondió con una pregunta a mi reciente artículo sobre cómo el presidente de EE.UU. se está convirtiendo en un César: “¿No sería preferible un César a una democracia en la cual la gente es demasiado ignorante, desinteresada y estúpida para autogobernarse?”

Antes de convertirme en un columnista que recibe numerosas reacciones de los lectores, habría estado en desacuerdo con la caracterización del pueblo estadounidense del lector. Hoy no puedo responder con un “no” a la pregunta del lector con toda la confianza que quisiera.

Recibo palabras de aprecio de muchos lectores conscientes de lo que está sucediendo. También me escriben muchos que son tan sectarios y tienen reacciones emocionales tan fuertes que son incapaces de interpretar un argumento. No sé qué porcentaje representan esos grupos en la población, pero parece que hay una cantidad de estadounidenses, tanto en la izquierda como en la derecha, dispuestos a censurar e incluso a matar para defender sus ilusiones y confusiones.

Sigo siendo un sospechoso espantajo para algunos en la izquierda, por mi asociación con la ley Kemp-Roth bill y la Reaganomía. Como yo, y otros, hemos explicado tantas veces, la economía de oferta puso al revés la mezcla política monetaria/fiscal a fin de curar la estanflación. Pero algunos izquierdistas persisten en su insistencia de que todo fue un truco para reducir los impuestos a los ricos, y ricos son todos los que tienen más dinero que ellos. A un tipo estresado con 100.000 dólares al año, con una familia en una ciudad cara, lo mezclan con la clase acaudalada junto al gerente de fondos de alto riesgo que se pagó una bonificación de mil millones de dólares.

Para dar a los izquierdistas el reconocimiento que se merecen, por lo menos saben que fui miembro del gobierno de Reagan. Sin embargo, los fanáticos derechistas piensan que soy un liberal rojizo. Recientemente escribí un artículo señalando que los republicanos escogieron un mal momento cuando el mundo ya estaba preocupado por la credibilidad financiera de EE.UU. para crear problemas respecto al aumento rutinario del tope de la deuda, creando así un impasse que amenaza con un default. Los republicanos ven en el tema del tope de la deuda una oportunidad para reducir los gastos sociales como precio por permitir un aumento en la deuda nacional.

No se puede culpar a los republicanos de tratar de hacer algo respecto al crecimiento de la deuda pública. Sin embargo hay un riesgo en la intransigencia republicana, y ese riesgo es que, gracias a las directivas presidenciales establecidas por el presidente Bush, el presidente Obama tiene la autoridad para declarar la perspectiva de un default en una emergencia nacional. Obama puede dejar simplemente de lado el límite del techo de la deuda y arrebatar las llaves de la caja de fondo al Congreso. La transformación del presidente en César requeriría otro paso considerable.

Escribí que consideraba que ese riesgo es mayor que el riesgo de más deuda pública.

Varios republicanos nunca comprendieron lo que quería decir en el artículo. Di por entendido que todos conocían, especialmente los republicanos, la preocupación de los republicanos por los derechos a la ayuda social y las obligaciones sin financiación. Supuse que los republicanos eran conscientes de la larga historia de reacción contra las deudas que se amontonan sobre nuestros nietos, que estaban informados sobre la Comisión Grace durante los años de Reagan, que conocían las numerosas advertencias y propuestas del republicano Pete Peterson, que sabían de la contabilidad de David Walker de las obligaciones sin financiación y de la determinación del Partido Republicano de hacer algo respecto a los costes fuertemente aumentados de la Seguridad Social y Medicare.

Supuse que los republicanos sabían que durante los años de Reagan, David Stockman y Alan Greenspan habían acelerado los aumentos del impuesto sobre la renta de las personas físicas establecidos por el presidente Carter para asegurar la viabilidad a largo plazo de la Seguridad y habían usado el dinero para gastos operativos corrientes, dejando pagarés sin financiación en el “fondo fiduciario” de la Seguridad Social. Supuse que los republicanos sabían que el presidente republicano del Consejo de Asesores Económicos, Michael Boskin, y su Comisión Boskin habían reconfigurado el Índice de Precios al Consumo a fin de quitar importancia a la inflación y, al hacerlo, reducir los ajustes al coste de la vida en los pagos de la Seguridad Social

Supuse que los republicanos habían leído en algún sitio por el camino por lo menos un trabajo de un analista político republicano o miembro de un think tank sobre el “esquema Ponzi” de la Seguridad Social y la falta de asequibilidad de Medicare.

Pero no, los republicanos sectarios que me denunciaron como un propagandista liberal anti-republicano por decir lo mismo de lo que informan ampliamente los medios -que los republicanos quieren grandes recortes en Seguridad Social, Medicare y Medicaid como pago por su acuerdo para un aumento en el techo de la deuda– no saben absolutamente nada sobre la posición de su partido respecto a los gastos sociales. Al parecer, ni siquiera miran Fox News.

Parece que los mismos sectarios no se han dado cuenta de que los gastos militares y de seguridad de 1,2 billones [millones de millones] de dólares ni siquiera se mencionan cuando se habla de controlar los gastos. Los republicanos, y también los demócratas, consideran que la guerra es más importante que las pensiones de vejez y la atención médica para pobres y ancianos. Mis críticos republicanos tampoco se han dado cuenta de que el líder de la mayoría republicana del Congreso, Eric Cantor, se ha asegurado de que los aumentos de impuestos para los ingresos mega-altos también queden fuera de toda discusión. Según el mega-multimillonario Warren Buffet, actualmente tenemos en EE.UU. una situación en la cual su secretaria paga una mayor parte de sus ingresos en impuestos que su propio jefe.

Cuando escribí que la obsesión de los republicanos por una reducción drástica de la red de seguridad social –una línea trivial que aparece en cada noticia sobre el embrollo del techo de la deuda– podría resultar en una amenaza para la separación de poderes, varios republicanos sectarios se ofendieron extraordinariamente. Solo un propagandista liberal irremediable podría afirmar que los republicanos quieren destrozar la red de seguridad social. Mi declaración de un hecho obvio que se reflejaba en las propias propuestas de los republicanos fue todo lo que necesitaban mis críticos para concluir que un notorio Reaganita era un liberal que odia a los republicanos.

Es molesto que gente que no tiene la menor idea de lo que está comentando esté tan dispuesta a estallar. Pero es desalentador para un escritor que la gente sea tan emocional que no sea capaz de entender un argumento. Desalentado, en parte por lectores testarudos y por la censura de mis escritos por varios sitios de Internet, dejé de escribir mis artículos por un cierto tiempo y cerré la sesión.

Fui asediado por miles de correos rogando y exigiendo que siguiera escribiendo. Cedí, y los correos de lectores juiciosos me mantienen activo.

Es gratificante recibir comentarios de gente inteligente y dispuesta a aceptar nuevas ideas. Pero mientras pasan las semanas y los meses, se me hace cada vez más fastidioso tolerar mentes cerradas que vomitan odio e ignorancia. Me he llegado a convencer de que hay bastante gente frustrada e ignorante por ahí como para constituir un movimiento por un Führer

Washington, que ha producido una larga lista de desastrosas decisiones políticas desde el colapso del Imperio Soviético hace dos décadas, sin duda seguirá cometiendo increíbles errores en todo sentido, y terminaremos con un César o un Führer.-

 

 

El Dr. Paul Craig Roberts fue nombrado secretario adjunto del Tesoro de EE.UU. por el presidente Reagan y confirmado por el Senado de EE.UU. Fue editor asociado y columnista en el Wall Street Journal, y sirvió en los equipos personales del representante Jack Kemp y del senador Orrin Hatch. Fue asociado del personal del Subcomité de Apropiaciones para la Defensa de la Cámara de Representantes, asociado del personal del Comité Económico Conjunto del Congreso, y Economista Jefe, Personal Republicano, Comité Presupuestario del Congreso. Escribió la ley de reducción de la tasa de impuestos Kemp-Roth, y fue un líder en la revolución de la oferta. Fue profesor de economía en seis universidades, y es autor de numerosos libros y contribuciones académicas. Ha testificado ante comités del Congreso en 30 ocasiones.-

 

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Fuente: http://www.informationclearinghouse.info/article28695.htm

               
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28 juillet 2011 4 28 /07 /juillet /2011 15:58

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28 juillet 2011 4 28 /07 /juillet /2011 15:51


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Miguel Bakunin

 

 

Carl Sagan

Así, a medida que la ciencia avanza, Dios parece tener cada vez menos que hacer. Es un gran universo, desde luego, por lo que Él, Ella o Ello, podría estar ocupado provechosamente en muchos sitios. Pero lo que evidentemente ha ocurrido es que ante nuestros propios ojos ha ido apareciendo un Dios de los vacíos; es decir, lo que no somos capaces de explicar, se lo atribuimos a Dios. Después, pasado un tiempo, lo explicamos, y entonces deja de pertenecer al reino de Dios. Los teólogos lo dejan de lado y pasa a la lista de competencias de la ciencia.

 

Carl Sagan: “La diversidad de la ciencia” [2007]



 

Stepehen Hawking

"La estirpe humana no es más que un sustrato químico en un planeta pequeño, orbitando alrededor de una estrella mediana, en los suburbios de una galaxia del centenar de miles de millones que existen"

 

Carlos Marx

“Durante el curso de su desarrollo, las fuerzas productivas de la sociedad entran en contradicción con las relaciones de producción existentes, o, lo cual no es más que su expresión jurídica, con las relaciones de propiedad en cuyo interior se habían movido hasta entonces. De formas de desarrollo de las fuerzas productivas que eran, estas relaciones se convierten en trabas de esas fuerzas. Entonces se abre una era de revolución social” (1859)

 

 

Albert Einstein

Si una idea no parece absurda

de entrada,

pocas esperanzas

hay para ella.-

 

Groucho Marx

"El secreto de

la vida es

la honestidad y

el juego

limpio, si puedes

simular eso,

lo has conseguido."  

  

MARX, Groucho (1890-1977) 
Actor estadounidense