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UN  FANTASMA  RECORRE  VENEZUELA:  PROUDHON (1).-

 

1.- La mayor parte de los “ismos”, de las ideologías, de las doctrinas, simplifican el pensamiento de sus fundadores en aras de transformarlo en esquemas operativos. Las ideologías, las doctrinas, los “ismos” van acumulando así un conjunto de fuentes –como ríos que desembocan en el océano- sin reparar en las contradicciones que signan a todo pensamiento fértil, antidogmático y complejo. Cristo –o lo que de él se sabe- es quizá el primero de esos pensadores. Marx es un caso. Proudhon es otro. Alrededor de estos prohombres se erigió una escolástica, hay toda una hermenéutica que, a la vez, deriva en iglesia, en dogma, y genera una teocracia, una burocracia, un “colegio de cardenales” que, asalariado o no, instala un gran fraude histórico. El anarquismo –como el marxismo a partir de la muerte de Marx- no ha sido una excepción. Los “frailes anarquistas” –con sotana y sin ella- han logrado instaurar una ortodoxia, que sólo puede rescatar al anarquismo en un nuevo postanarquismo. ¡El anarquismo ha muerto! ¡Celebrémoslo! ¡Nace el postanarquismo!

 

2.- Para quienes no han abandonado manías patriarcales, Pierre-Joseph Proudhon (1809-1865) es “el padre del anarquismo”. Digamos que se trata de una manera de sustraerles a muchos personajes históricos semejante paternidad, a Lao Tsé entre ellos (como ahora mandan los chinos en el mundo, pues ya no se dice Lao Tsé sino Laozi). No sé si los taoístas fueron los anarquistas de la antigüedad oriental, ésta me queda muy lejos y no he podido ocuparme de ella. Lo único que puedo decir es que llama la atención que el general Baduel, ministro actual de defensa venezolano, se considera “taoísta”. Ya hablaremos de eso en otra oportunidad.

 

3.- Proudhon era un patriota redomado. Un francés de estirpe jurasiana. “El sentimiento de patria es –decía-, tal como el de familia, de posesión territorial o de corporación industrial, un elemento indestructible de la consciencia de los pueblos. Y aun podemos decir, si así lo deseamos, que la noción de patria implica las de independencia y soberanía, de manera que, ambos términos, Estado y nación, se adecuan el uno al otro y pueden considerarse sinónimos. […] No busquemos nuestra gloria ni nuestro interés personal; existamos solamente para nuestra patria” [Proudhon, 1987, 24-25].

 

4.- Proudhon era autodidacta, pero tenía conocimientos enciclopédicos, realmente él funda la estirpe de anarquistas que serán, a lo largo de décadas, autoorganizadores, autodidactas y autónomos –tanto en la vida pública como en la vida cotidiana-. Aparte de ello, fue el único proletario de los formadores de las doctrinas socialistas; fue trabajador manual toda su vida y, salvo por algún tiempo, vivió de los derechos que le deparaban sus libros. Para él la pobreza y la miseria no eran categorías de una sedicente “ciencia social” sino realidades cotidianas; las había vivido y sentido en carne propia. “La causa que defiendo es la de los pobres”, escribiría el 7 de agosto de 1851.

 

“La pobreza es decente, sus vestidos no llevan los agujeros del manto de los cínicos; su habitación es limpia, saludable y cerrada; cambian las sábanas por lo menos una vez a la semana; no está pálida ni hambrienta. Como los compañeros de Daniel[1], rebosa en salud aunque coma solamente legumbres; tiene su pan cotidiano y es feliz.

 

“La pobreza no es el bienestar; eso sería la corrupción para cualquier trabajador. No es bueno que el hombre tenga bienestar; por el contrario, necesita sentir siempre el aguijón de la necesidad. El bienestar sería peor aún que la corrupción, sería servidumbre; y lo importante es que el hombre pueda, llegado el caso, ponerse más allá de la necesidad y el poder de prescindir aun de lo necesario. Pero la pobreza tiene sus alegrías íntimas, sus fiestas inocentes, sus lujos de familia, lujo conmovedor que resalta la frugalidad de su modo de vida.

 

“Es evidente que no podemos ni soñar con sustraernos de esta pobreza inevitable, ley de nuestra naturaleza y de nuestra sociedad. La pobreza es buena y debemos considerarla como el principio de nuestra alegría. La razón nos ordena adaptar nuestra vida a la frugalidad de nuestras costumbres, a la moderación de nuestros placeres, a la asiduidad al trabajo y a la subordinación absoluta de nuestros apetitos a la justicia”  [Proudhon, 1987, 32]

 

5.- “Conocemos la parábola relatada en el capítulo 20 del evangelio de San Mateo, en la cual Jesucristo exhibe como modelo a un padre de familia que se levanta al alba para enviar a los obreros a la viña. Les pagaba un denario al día. Puesto que había pasado varias veces por la plaza pública ese día, cada vez que veía un jornalero sin trabajo lo enviaba a su viña. Cuando llegó la noche, este padre de familia entregó su denario a cada trabajador. Hubo protestas y murmuraciones: “¡Hemos soportado el peso del trabajo y del calor durante todo el día, decían unos, mientras que a los que no hicieron casi nada se les trata igual que a nosotros!” “Amigo mío, dijo el padre de familia a uno de los descontentos, no te estoy engañando… ¿Acaso no estabas de acuerdo en trabajar por un denario? Toma lo que te pertenece y vete. Quiero pagar a uno lo que le pago al otro. ¿No puedo acaso hacer lo que me parece justo y debo dejar de ser humano porque tú eres envidioso? En mi casa los últimos son como los primeros y los primeros son iguales a los últimos.” Pido perdón a la divina sabiduría del autor del Evangelio por haberme escandalizado, en otros tiempos, ante esta apología que tanto irritó la razón de los filósofos. ¿Cuál es la verdad que aprendemos en esta lección del padre de familia? […] Es que toda diferencia de nacimiento, de edad, de fuerza o de capacidad desaparece ante el derecho de producir lo necesario para la propia subsistencia, el cual se expresa a través de la igualdad de condiciones y de bienes; es que las diferencias de habilidades o de aptitudes en el obrero, de cantidad o de calidad en la ejecución del trabajo, desaparecen en la obra social cuando todos los participantes han hecho lo que han podido, porque entonces han cumplido con su deber; esto quiere decir, en pocas palabras, que las diferencias de capacidad entre los individuos se neutralizan por medio del esfuerzo general. Otra vez nos encontramos con la condena a todas esas teorías de repartición proporcionadas al mérito y a la capacidad individual, que crecen o disminuyen de acuerdo con el capital, el trabajo o el talento; teorías estas de una inmoralidad flagrante, ya que se oponen diametralmente al derecho de familia, base del derecho civil, y porque violan la libertad de los trabajadores al desconocer el hecho de la producción colectiva, única salvaguarda ante los abusos de toda superioridad relativa. Estas teorías se basan en los sentimientos más repugnantes y en las pasiones más viles, puesto que están fundadas solamente en el egoísmo; teorías que, finalmente, y para vergüenza de sus soberbios autores, defienden tan sólo el rejuvenecimiento y la rehabilitación, bajo formas tal vez más reguladas, de esa misma civilización que también ellos denigran pero que a su vez imitan; que no tiene ningún valor, pero que ellos resucitan. Dicen los secretarios que la naturaleza nos demuestra, en todo momento, la existencia de la desigualdad: sigamos su razonamiento. “Sí, responde Jesucristo, la desigualdad es la ley de las bestias, no la de los hombres.” “La armonía proviene de la desigualdad”. “¡Sofista mentiroso! La armonía es el equilibrio en la diversidad” “¡Qué destruyan ese equilibro antes de que se destruya la armonía!”. [Proudhon, 1987, 36]

 

6.- Su vida de proletario y su experiencia de campesino, es decir, su vida cotidiana real, lo puso “en guardia en contra de las opiniones de las sectas y las instituciones de la sociedad”. Su contacto con el ateísmo no lo hace ateo per sé, más bien deriva en una suerte de agnosticismo ya que no se puede negar ni afirmar –dice- “nada sobre lo absoluto”. Pero por esa misma razón deja de lado la moral divina. Mientras que Bakunin es ateo, y exige a los miembros de su sociedad secreta la fe en el ateísmo, Proudhon sostiene que no es un ateo: “Pero que no se haga de mí un ateo cuando mi propia filosofía se opone a ello”. En sus estudios sobre la religión el protopanteísmo proudhoniano la considera base del desarrollo humano en la misma medida que permite la duda y la rebelión ante Dios y la superación de la religión misma en aras de la soberanía del individuo.-

 

7.- Por otro lado, el Proudhon joven ya ha decidido su ideal: la Justicia. Pero lo hurga en la Biblia, la cual lee en latín mientras sus horas y andanzas de currante se lo permiten. Dice que Moisés encarna la Justicia.-

 

Floreal Castilla.-

Venezuela, 28 de Marzo de 2007.-

 

[1] Daniel. (Religión). Personaje bíblico. Uno de los cuatro profetas mayores de la tribu de Judá, que vivió en el siglo VII a. de C. Uno de los libros de la Biblia lleva su nombre.

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Miguel Bakunin

 

 

Carl Sagan

Así, a medida que la ciencia avanza, Dios parece tener cada vez menos que hacer. Es un gran universo, desde luego, por lo que Él, Ella o Ello, podría estar ocupado provechosamente en muchos sitios. Pero lo que evidentemente ha ocurrido es que ante nuestros propios ojos ha ido apareciendo un Dios de los vacíos; es decir, lo que no somos capaces de explicar, se lo atribuimos a Dios. Después, pasado un tiempo, lo explicamos, y entonces deja de pertenecer al reino de Dios. Los teólogos lo dejan de lado y pasa a la lista de competencias de la ciencia.

 

Carl Sagan: “La diversidad de la ciencia” [2007]



 

Stepehen Hawking

"La estirpe humana no es más que un sustrato químico en un planeta pequeño, orbitando alrededor de una estrella mediana, en los suburbios de una galaxia del centenar de miles de millones que existen"

 

Carlos Marx

“Durante el curso de su desarrollo, las fuerzas productivas de la sociedad entran en contradicción con las relaciones de producción existentes, o, lo cual no es más que su expresión jurídica, con las relaciones de propiedad en cuyo interior se habían movido hasta entonces. De formas de desarrollo de las fuerzas productivas que eran, estas relaciones se convierten en trabas de esas fuerzas. Entonces se abre una era de revolución social” (1859)

 

 

Albert Einstein

Si una idea no parece absurda

de entrada,

pocas esperanzas

hay para ella.-

 

Groucho Marx

"El secreto de

la vida es

la honestidad y

el juego

limpio, si puedes

simular eso,

lo has conseguido."  

  

MARX, Groucho (1890-1977) 
Actor estadounidense