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Anarcosindicalistas en la Revolución Rusa

 

"Al comentar las actividades y el rol de los anarquistas en la Revolución, Kropotkin dijo: 'Nosotros, anarquistas, hemos hablado mucho de revoluciones, pero pocos de nosotros hemos sido preparados para el trabajo real que hay que hacer durante el proceso. He indicado algunas cosas en relación a esto en mi La Conquista del Pan. Pouget y Pataud también han bosquejado una línea de acción en su trabajo sobre Sindicalismo y el Bienestar Cooperativo'.

Kropotkin pensaba que los Anarquistas no habían dado lo suficiente a los elementos fundamentales de la revolución social. Los hechos reales en un proceso revolucionario no consisten tanto en la lucha misma --esto es, la mera fase destructiva necesaria para allanar el camino al esfuerzo constructivo. El factor básico en una revolución es la organización de la vida económica del país. La Revolución Rusa ha probado de modo concluyente que nos debemos preparar minuciosamente para eso. Todo lo demás es de menor importancia. Él había llegado a pensar que el Sindicalismo tenía probabilidades de proporcionar lo que más faltaba a Rusia: el canal a través del cual la reconstrucción industrial y económica del país podía fluir. Se refería al Anarcosindicalismo. Eso y las cooperativas ahorrarían a otros países algunos de los errores garrafales y el sufrimiento que Rusia estaba atravesando
".

EMMA GOLDMAN, Dos Años en Rusia, sobre una visita a Peter Kropotkin en Dimitrov, julio de 1920.


Sindicalistas en la Revolución Rusa

La Revolución agitó todas las clases y estratos de la vida social rusa. Un vasto malestar había permeado todos los niveles de la sociedad rusa como resultado de tres siglos de opresión por el régimen zarista.

Durante la explosión revolucionaria, este malestar se convirtió en la fuerza que cimentó los elementos heterogéneos en un poderoso frente unido, y que aniquiló el edificio del despotismo en tres días, un período revolucionario breve, sin precedentes en la historia. Dentro de este movimiento, a pesar del hecho de que sus fuerzas componentes estaban actuando por diferentes y a menudo mutuamente excluyentes tareas y propósitos, reinaba una unanimidad total.

1917_IWW.jpgEn el momento de la explosión revolucionaria resultó que las intenciones de esas fuerzas variadas coincidieron, ya que su carácter era negativo, estando dirigidas a aniquilar el obsoleto régimen absolutista. Los ánimos constructivos no estaban todavía claros. Fue sólo durante el curso posterior de desarrollo, mediante las distintas construcciones situadas en los ánimos y tareas de la revolución, que las hasta entonces amorfas fuerzas empezaron a cristalizar y surgió una lucha entre ellas para el triunfo de sus ideas y objetivos.

Un rasgo digno de atención de la revolución es que a pesar de la relativamente pequeña influencia de los anarquistas en las masas antes de su estallido, siguió desde su inicio el curso anarquista de la descentralización total; los cuerpos revolucionarios que pasaron al frente durante el curso de la revolución eran anarcosindicalistas en su carácter esencial. Éstos eran del tipo que se prestaba como instrumentos adecuados para la realización más rápida del ideal anarquista -soviets, comités de fábrica, comités de tierra campesinos y comités de viviendas, etc. La lógica interna del desarrollo y crecimiento de tales organizaciones llevó en noviembre (octubre) de 1917 a la extinción temporal del Estado y la erradicación de los cimientos de la economía capitalista. Digo temporalmente, pues a largo plazo el Estado y el capitalismo consiguieron triunfar, habiendo sido frustrado el lógico desarrollo de la revolución por aquellos que al principio eran instrumentales al acelerar su curso de desarrollo. Sin control por las demasiado confiadas masas, cuyas intenciones y curso de acción, aunque sentidos instintivamente, estaban todavía lejos de ser claramente realizados, los bolcheviques, que ganaron la confianza de esas masas, cubrieron gradualmente la revolución con la atmósfera escalofriante del dominio estatal y la fuerza bruta, condenándola así a un proceso inevitable de decadencia. Este proceso, sin embargo, fue perceptible sólo seis meses después de la "revolución de octubre". Hasta ese momento la revolución siguió madurando. La lucha pasó a ser más dura y los objetivos empezaron a asumir un carácter cada vez más claro y franco. El país bullía, viviendo una vida completa bajo condiciones de libertad.

Gran lucha

La lucha de clases, grupos y partidos para tener la influencia preponderante en la revolución era intensa, poderosa y llamativa en su carácter. Como resultado de esta lucha resultó en una especie de tablas entre las fuerzas; ninguna estaba en una posición de superioridad de mando en relación con el resto. En consecuencia, esto hizo imposible para el Estado y el gobierno -la fuerza externa situada por encima de la sociedad- convertirse en el instrumento de una de las fuerzas contendientes. El Estado, por lo tanto, estaba paralizado, sin ser capaz de ejercer su negativa influencia en el curso de los acontecimientos, más todavía porque el ejército, debido a su parte activa en el movimiento, dejó de ser un instrumento obediente del poder estatal. En esta gran lucha de intereses e ideas los anarquistas jugaron un papel activo y animado.

El período desde marzo (febrero) a noviembre (octubre) de 1917 estaba en un alcance resplandeciente para el trabajo anarcosindicalista y anarquista, esto es, para propaganda, agitación, organización y acción.

La revolución abrió la puerta de par en par para que los emigrados anarquistas volvieran desde varios países, donde habían huido para escapar la feroz persecución del gobierno del zar. Pero incluso antes del retorno de los emigrados surgió, con la participación activa de camaradas liberados de prisión y exilio, grupos y sindicatos de anarquistas, así como publicaciones anarquistas. Con el retorno de los anarquistas del extranjero, este trabajo empezó a acelerarse considerablemente. Rusia se cubrió con una gruesa red de grupos, aunque conectada de forma demasiado laxa. Casi ninguna ciudad de cierto tamaño carecía de ningún grupo anarcosindicalista o anarquista. La propaganda tomó dimensiones sin precedente para la actividad anarquista en Rusia. En proporción, había un gran número de periódicos, revistas, folletos, panfletos y libros anarquistas. El mercado de libros estaba inundado con literatura anarquista. El interés en el anarcosindicalismo y el anarquismo era enorme, alcanzando incluso los remotos rincones del alejado norte.

Los periódicos no sólo se publicaban en los grandes centros administrativos e industriales, como Moscú y Petrogrado, que tenían varios periódicos anarquistas (en Petrogrado la circulación del anarcosindicalista Golos Trouda y del anarquista Burevestnik era de 25.000 cada uno; el diario moscovita Anarchia tenía aproximadamente la misma circulación), sino también en ciudades de provincia como Kronstadt, Yaroslavl, Nizhni-Novgorod, Saratov, Samara, Krasnoyarsk, Vladivostok, Rostov on Don, Odessa y Kiev. (En 1918, periódicos anarquistas estaban apareciendo en Ivanovo-Vosnesensk, Chembar, Ekaterinburg, Kursk, Ekaterinoslav y Viatka).

La propaganda oral era incluso más extensa que la escrita -se llevaba a cabo en el ejército, así como en fábricas y pueblos. La propaganda subrayaba la tarea central de acentuar y llevar a su fin lógico los principios anarquistas y las tendencias inherentes a la revolución. Esta propaganda, especialmente la anarcosindicalista, tenía mucho éxito entre los activistas. La influencia del anarquismo, especialmente de su variante anarcosindicalista, era tan grande entre los trabajadores de Petrogrado que los socialdemócratas se vieron obligados a sacar una publicación especial con el propósito de llevar a cabo una lucha contra "el anarcosindicalismo entre el proletariado organizado". Por desgracia, esta influencia no estaba organizada.

'Centralismo a través del federalismo'

La influencia del anarcosindicalismo se mostró fehacientemente en la lucha por la supremacía librada por los comités de fábrica contra los sindicatos. Los comités de fábrica estaban casi completamente dominados por un tipo único de anarcosindicalismo; esto lo atestiguan todas las conferencias de los Comités de Fábrica de Petrogrado, y las conferencias panrusas de estos comités. Además, en su camino hacia la toma del poder y la dictadura, los bolcheviques fueron forzados a desprenderse de su marxismo ortodoxo y a aceptar eslóganes y métodos anarquistas. Por desgracia, esto no era más que un movimiento táctico por su parte, no un genuino cambio de programa. Los eslóganes formulados por los bolcheviques (comunistas) clamaban, de un modo preciso e inteligible, las demandas de las masas en revuelta, coincidiendo con los eslóganes de los anarquistas: "Abajo la guerra", "Paz inmediata sin anexiones o indemnizaciones, sobre las cabezas de los gobiernos y capitalistas", "Abolición del ejército", "Armas para los trabajadores", "Toma inmediata de la tierra por los campesinos", "Toma de las fábricas, por los trabajadores", "Una federación de soviets", etc. ¿No llevaría la realización de estos grandes eslóganes al triunfo total de la ideología anarquista, a la erradicación de las bases y cimientos del marxismo? ¿No era natural para los anarquistas ser asimilados por estos eslóganes, considerando que carecían de una organización fuerte para llevarlos a cabo de modo independiente? En consecuencia, continuaron formando parte de la lucha conjunta.

Pero la realidad probó pronto que todos los deslices de los bolcheviques hacia la posición revolucionaria no eran cosas casuales, sino movimientos de un plan táctico rigurosamente desarrollado, dirigido contra los intereses y demandas vitales de las masas -un plan diseñado para llevar a cabo en vida los dogmas muertos de un marxismo desintegrado. La verdadera cara de los bolcheviques la reveló el comisario de Asuntos Nacionales, Stalin (Dzhugashvili), quien en uno de sus artículos (abril de 1918) escribió que su intención era "llegar al centralismo a través del federalismo". De forma persistente y cauta, la revolución estaba siendo forzada hacia canales marxistas de acuerdo a un plan preconcebido. Ese canal es una cama de Procrusto para todo credo popular.

Así, durante el período del gobierno burgués y socialista burgués, los anarquistas trabajaron (por supuesto de forma no organizada) mano a mano con los bolcheviques. ¿Cómo estaban situados los anarquistas durante ese período? El listado de las ciudades donde publicaciones anarquistas surgieron muestra que la libertad de prensa era del tipo más extenso. Ni un solo periódico se cerró, no se confiscó ni un solo folleto, panfleto o libro, no se prohibió ni una sola manifestación o concentración de masas. A pesar de la toma de casas de ricos, como Villa Durnovo y otras mansiones en Petrogrado; a pesar de la toma de imprentas, incluida la de Russkaya Volia, publicada por el ministro zarista Protopopov; a pesar de la incitación abierta a la insubordinación y los llamamientos a los soldados para abandonar los frentes; a pesar de todo eso, sólo unos pocos casos donde los anarquistas fueron maltratados pueden ser interpretados como connivencia por las autoridades, o actos premeditatos. Cierto es que el gobierno, en ese período, no era reacio a tratar severamente tanto con los anarquistas como con los bolcheviques. Kerensky amenazó muchas veces con "quemarles con hierros ardientes". Pero el gobierno no tenía poder, porque la revolución estaba en su auge.

Después de octubre

¿Cómo cambió la posición de los anarquistas con el triunfo de la revolución de octubre, en la preparación y realización de la cual habían tenido un papel tan prominente? Debe señalarse que durante el período de Kerensky los anarquistas habían crecido considerablemente y que por los días de octubre su movimiento había adquirido ya proporciones considerables. Este crecimiento se aceleró todavía más tras la revolución de octubre, cuando los anarquistas tomaron parte activa en la lucha directa contra la contrarrevolución y las tropas germáno-austriacas. No sólo llamó la atención la voz de los anarquistas, sino que en realidad las masas siguieron los llamados y directivas de los anarquistas, habiendo llegado a ver en ellos la formulación concreta de sus antiguas aspiraciones. Esta es la razón por la que respaldaron las demandas de carácter anarcosindicalista, llevándolas a cabo contra los esfuerzos, bastante débiles en ese momento, de los bolcheviques para cortarles las alas.

Bajo la influencia de la propaganda anarcosindicalista, empezó en Petrogrado un proceso espontáneo de socialización de la vivienda por los comités de vivienda. Esto se extendió a calles enteras, dando lugar a comités de calle y de bloque, cuando se atrajo a bloques enteros. Esto se expandió a otras ciudades. En Kronstadt empezó incluso antes que en Petrogrado y alcanzó incluso mayor intensidad. Si en Petrogrado y otras ciudades los edificios fueron sólo socializados cuando triunfó la revolución de octubre, en Kronstadt se habían dado pasos similares anteriormente, bajo la influencia de Yartchuk, quien tenía gran popularidad en esa ciudad, y ante la resistencia activa de los bolcheviques. Medidas de este tipo se desarrollaron de forma organizada por los obreros y marineros revolucionarios por toda la ciudad. La fracción bolchevique abandonó una sesión del Soviet de Kronstadt en protesta contra la socialización de los edificios.

Control obrero

En el terreno de la lucha revolucionaria hacia la abolición inmediata de la institución de la propiedad privada de los medios de producción, la influencia de los anarquistas fue incluso más pronunciada. La idea de "control obrero", desarrollada a través de los comités de fábrica, una idea defendida por los anarcosindicalistas desde el mismo inicio de la revolución, arraigó entre los trabajadores urbanos, ganando tal apoyo entre ellos como para forzar su aceptación, por supuesto en una forma distorsionada, por los partidos socialistas. Los socialdemócratas y los social-revolucionarios de derecha convirtieron esta idea de control obrero en la de control estatal sobre la industria, con la participación de los trabajadores, dejando las empresas en las manos de los capitalistas.

En cuanto a los bolcheviques, se referían de forma bastante vaga al significado del término "control obrero", dejándolo indefinido, y haciéndolo una herramienta manejable para la propaganda demagógica. Esto lo confirma A. Lozovsky (S. A. Dridzo), quien escribe lo siguiente en su panfleto Control Obrero (San Petersburgo, la Casa de Publicación Socialista, 1918):

"El control obrero era el slogan de lucha de los bolcheviques antes de los días de octubre... pero a pesar de que el control obrero figuraba en todas las resoluciones y en todos los carteles, había un aura de misterio a su alrededor. La prensa del partido escribió muy poco sobre este slogan, y menos aún intentó implementarlo de una forma concreta. Cuando la revolución de octubre estalló y fue necesario decir clara y precisamente qué era este control obrero, salió a relucir que, incluso entre los defensores de este slogan, existían grandes diferencias de opinión sobre el asunto" (pág. 19).

Los bolcheviques se negaron a aceptar la construcción anarcosindicalista de la idea de control obrero; es decir, tomar el control de la producción, su socialización e institución de control obrero sobre la producción socializada a través de los comités de fábrica. Esta idea ganó, habiendo empezado los trabajadores a expropiar empresas mientras el gobierno burgués-socialista estaba todavía en el poder. Los comités de fábrica y varios comités de control estaban ya haciéndose con las funciones de administración en ese momento. En la víspera de la revolución de octubre este movimiento asumió un verdadero carácter masivo.

Comités de Fábrica

Los Comités de Fábrica y su Buró Central se convirtieron en la base del nuevo movimiento revolucionario, que se marcó a sí mismo la tarea de hacer de las fábricas Comunas de Productores y Consumidores. Los Comités de Fábrica iban a ser el núcleo del nuevo orden social que emergía gradualmente de la incipiente vida elemental de la revolución. Anarquistas en su esencia, los Comités de Fábrica hicieron muchos enemigos. La actitud de todos los partidos políticos fue de hostilidad contenida, centrándose sus esfuerzos en reducir a los Comités de Fábrica a una posición subordinada dentro de los sindicatos. Los comunistas desde el principio mostraron su sospecha sobre este tipo de organización. Fues sólo después de convencerse de que los sindicatos estaban dominados de forma demasiado fuerte por los socialdemócratas como para prestarse a ser instrumentos de la política comunista que, siguiendo a los anarcosindicalistas, empezaron a centrar su atención en los Comités de Fábrica, intentando situarlos bajo su control y, a través de ellos, ganar en última instancia el control de los sindicatos. A pesar de esta actitud, los bolcheviques estaban obligados por el curso de los acontecimientos a asumir una posición hacia los Comités de Fábrica que difería poco de la de los anarcosindicalistas. Sólo asumieron esta posición gradualmente. Al principio la combatieron.

"Los anarcosindicalistas se atrincheraron tras los comités de fábrica. Crearon una teoría auténtica a su alrededor, diciendo de hecho que los sindicatos han muerto, que el futuro pertenece a los Comités de Fábrica, los cuales darían el golpe del K.O. al capitalismo, que los Comités de Fábrica son la más alta forma de movimiento obrero, etc. En resumen, desarrollaron respecto a los Comités de Fábrica la misma teoría que los anarcosindicalistas franceses desarrollaron respecto a los sindicatos. Bajo estas condiciones el divorcio entre las dos organizaciones (sindicatos y Comités de Fábrica) representa el mayor peligro para el movimiento obrero de Rusia".

"Este peligro es tan grande, que incluso entre la gente activa de los Comités de Fábrica que no son anarcosindicalistas, vemos también esta tendencia a oponer los sindicatos a los Comités de Fábrica e incluso a sustituir los sindicatos industriales y sus ramas locales con las organizaciones respectivas del tipo del Comité de Fábrica".- Lozovsky, Control Obrero (pág. 37).

Toma de empresas

Es remarcable que sólo la prensa anarcosindicalista evaluara correctamente el rol y significado de los Comités de Fábrica. El primer artículo en la prensa revolucionaria sobre este problema, por el autor de estas líneas, apareció en el primer número de Golos Trouda. (A propósito, el artículo no expresaba la opinión de Golos Trouda como conjunto sobre este problema). En una de las conferencias sobre los Comités de Fábrica, mantenida en agosto de 1917 en Petrogrado, el artículo fue contestado acaloradamente por los bolcheviques, notablemente por Lozovsky y otros. Pero esta idea, firme y adecuada al temperamento y necesidades de los trabajadores, se convirtió en dominante incluso en el Partido Bolchevique. Incluso Lenin declaró en su discurso en la Convención Panrusa de Sindicatos (primavera de 1918) que "la fábrica es una comuna autogobernada de productores y consumidores".

Los resultados de esta propaganda anarcosindicalista pronto dieron fruto. Continuó una ola de tomas de empresas y la organización de la Administración Obrera. Éstas empezaron cuando el gobierno provisional estaba todavía en el poder y, como es lógico, los anarquistas jugaban el papel más destacado en ellas. El hecho que más dio que hablar en ese período fue la expropiación, bajo la influencia directa del anarquista Zhuk, de las fábricas de artillería y fincas agrícolas de Shlisselburg, ambas organizadas bajo principios anarquistas. Tales acontecimientos se repitieron más frecuentemente, y en la víspera de la revolución de octubre eran considerados como algo natural. Pronto después del triunfo de la revolución de octubre, el Buró Central de los Comités de Fábrica elaboró extensas instrucciones para el control de la producción. Estas instrucciones probaron ser un brillante documento literario, mostrando el triunfo de la idea anarcosindicalista. El significado de este incidente es mayor considerando que los bolcheviques eran entonces predominantes en los Comités de Fábrica.

Cuán influenciados estaban los trabajadores por la idea de los Comités de Fábrica como los cuerpos ejecutivos de las Fábricas-Comunas - los cuerpos celulares unidos en una organización federativa, que une a todos los trabajadores y crea el necesario sistema administrativo industrial - es mostrado por la inquietud de los bolcheviques revelada tras la revolución de octubre.

"En lugar de una 'República de Soviets', estamos siendo conducidos a una república de cooperativas de productores (artels), en la que las fábricas capitalistas serían metamorfoseadas por este proceso. En vez de una rápida regulación de la producción y consumo sociales - en vez de medidas que, objetadas como pueden ser en varios aspectos, representan un paso genuino hacia una organización socialista de la sociedad - en vez de eso estamos siendo testigos de algo que de alguna forma toma parte de los sueños visionarios anarquistas acerca de comunas autónomas industriales" - I. Stepanov, Del Control Obrero hacia la Administración Obrera en las industrias y la agricultura (Moscú, 1918, pág. 11).

El predominio de los bolcheviques hace incluso más destacable los éxitos conseguidos por nuestros camaradas, especialmente el de W. Shatov, en su trabajo desarrollado dentro de los Comités de Fábrica. (Shatov lideró el ataque sobre el Palacio de Invierno, en Petrogrado, en octubre de 1917. Dejó el movimiento anarcosindicalista y se convirtió de facto en bolchevique desde el mismo momento en que la capital se trasladó a Moscú a principios de 1918. Fue arrestado y probablemente fusilado sin juicio durante las purgas a finales de los años '30). Aunque dominados por los bolcheviques, los comités de fábrica de ese período estaban llevando a cabo la idea anarquista. Por supuesto, sufría en claridad y pureza cuando los responsables dentro de los Comités de Fábrica eran bolcheviques; si los anarquistas hubieran tenido mayoría podrían haber intentado eliminar completamente del trabajo de los comités el elemento de centralización y los principios del Estado.

Sindicalismo espontáneo

No estamos aquí para dar una historia detallada del movimiento de los sindicatos rusos, o una crónica de la lucha de varios partidos políticos y grupos en el interior de los sindicatos. La nuestra es una tarea puramente informativa. Queremos subrayar aquellos momentos en la vida del movimiento sindical destacados por el trabajo de la minoría anarcosindicalista. El movimiento obrero, como la revolución misma, se alzó espontáneamente. Puso al margen a los sindicatos, basándose principalmente en los Comités de Fábrica y sus asociaciones, especialmente en Petrogrado.

Aunque el proletariado ruso era, en general, completamente ignorante de las ideas del sindicalismo revolucionario, y a pesar de la escasez de la literatura anarquista, así como de la casi total falta de representantes de este movimiento entre los trabajadores rusos; a pesar de todo eso, el movimiento obrero de toda Rusia siguió el camino de la descentralización. Eligió espontáneamente el curso de un sindicalismo revolucionario único. A diferencia de otros períodos, el que siguió a la revolución de febrero de 1917 se caracterizó por la activa participación de los anarcosindicalistas -trabajadores que habían vuelto a Rusia desde los Estados Unidos, donde habían tomado parte en las luchas de los Industrial Workers of the World (IWW).

Comités de Fábrica contra sindicatos

Hasta enero de 1918, esto es, hasta la Primera Convención Panrusa de Sindicatos, el movimiento obrero navegó bajo las banderas de los Comités de Fábrica. Éstos libraron una lucha fiera contra los elementos burgueses que peleaban silenciosamente por la supremacía, y contra los sindicatos. Esta lucha asumió un carácter especialmente fuerte después de la Tercera Conferencia Panrusa de Sindicatos, que claramente reveló la distancia entre las tácticas e intenciones de los sindicatos y las de los Comités de Fábrica. Los últimos, unidos primero en Petrogrado y después a lo largo de Rusia, escogieron sus propios cuerpos centrales y dieron la piedra angular al curso de la revolución. Los anarcosindicalistas tomaron parte activa tanto en los Comités de Fábrica como en los sindicatos. No había unanimidad entre las filas anarcosindicalistas sobre cuál de ambas organizaciones debía ser elegida. El movimiento encabezado por el autor de estas líneas estaba lejos de ser apoyado por el resto de los anarquistas. Ni siquiera lo aceptaba el grupo editor de Golos Trouda. Así mismo, muchos bolcheviques eran contrarios al punto de vista de favorecer a los Comités de Fábrica contra los sindicatos. En una de las conferencias de los Comités de Fábrica de Petrogrado, Lozovsky sometió a esta postura, y al movimiento que la apoyaba, a un ataque cruel y sin escrúpulos.

En general, sin embargo, los elementos anarcosindicalistas mostraban una preferencia por los Comités de Fábrica, habiendo concentrado sus fuerzas en esa dirección. Estaban representados en muchos Comités de Fábrica individuales, así como en el Buró de Petrogrado y en el Buró Central Panruso de Comités de Fábrica. Así como la influencia ejercida por los anarcosindicalistas en el trabajo de las conferencias de los Comités de Fábrica, cuyo periódico, Novy Put, estaba fuertemente marcado por una modalidad única de anarcosindicalismo, aunque no había anarcosindicalistas en su plantilla.

En vista de esta influencia directa e indirecta de los anarcosindicalistas, los periódicos burgueses y socialistas empezaron a dar la voz de alarma: los periódicos Dien (burgués), Novaya Zhizn (socialista), Izvestia Petrogradskogo Obshtchestva [i]Zavochikovy Fabricantov[/i] (burgués), Izvestia Tzentralnogo Ispolnitelnogo Komiteta (socialista), Rabochaya Gazeta (socialista), etc. Los socialdemócratas sacaron una publicación especial (Rabochaya Mysl para combatir la influencia anarcosindicalista entre el proletariado organizado.

En vano, sin embargo. Los anarcosindicalistas estaban conquistando a las masas con el eslogan de "control obrero". Mayores masas de trabajadores caían bajo la influencia anarcosindicalista, lo que les impulsaba a proceder con la toma de fábricas. La influencia del eslogan anarcosindicalista "control obrero" se mostraba en el Manual para el Desarrollo del Control Obrero de la Industria, editado y publicado por el Consejo Central de los Comités de Fábrica de Petrogrado y que encontró un cortante rechazo por parte de los bolcheviques y mencheviques en la Primera Convención Panrusa de Sindicatos. (Ver Primera Convención Panrusa de Sindicatos, Informe Taquigráfico. También Control Obrero, de A. Lozovsky (Dridzo).

Los anarcosindicalistas en ese tiempo tenían sus propias organizaciones fuera de los sindicatos y estaban publicando periódicos y revistas. En Petrogrado Golos Trouda, Kharkov Rabochaya Mysl, Krasnoyarsk Sibirsky Anarhist, en Moscú un órgano sindicalista revolucionario, Rabochaya Zhizn, etc. Los anarcosindicalistas estaban representados en numerosos Comités de Fábrica y sindicatos, donde estaban desarrollando una intensa propaganda. La gran mayoría de los anarcosindicalistas creían que, al trabajar dentro de los sindicatos, tendrían éxito en transmitirles una dirección anarcosindicalista.

Conquista de los sindicatos

Todo eso, sin embargo, fue destruido por los bolcheviques. El principio industrial subyacente en el proceso de fusionar sindicatos en unidades grandes se convirtió en un arma útil para la lucha bolchevique contra el anarcosindicalismo. En primer lugar los bolcheviques comenzaron a consolidar aquellos sindicatos que consideraban poco fiables, desde el punto de vista de su apuesta por la dominación. El movimiento era unir los sindicatos en la masa general y esparcer los trabajadores anarcosindicalistas más destacados en sindicatos considerados "fiables" desde su punto de vista. Así descendió el número de sindicatos de tipo anarquista como la Unión de los Trabajadores del Telégrafo en Petrogrado, de los trabajadores de perfumería en Moscú, del transporte aquático en Kazan, las organizaciones de algunos cruces de vías de ferrocarril importantes de Moscú y Kursk, donde compañeros como Kovalevich y Dvumjantzev jugaron un papel importante.

Debido a esta medida y a la intensificación de la centralización, junto con una manipulación sin escrúpulos de los votos y, en algunos lugares, con medidas severas aplicadas por las autoridades, los cuerpos administrativos cayeron en manos de los Comunistas. La Segunda Convención de Sindicatos de Todas las Rusias (1919) da un válido ejemplo de este proceso de conquista de los sindicatos. En aquella convención el número de delegados anarcosindicalistas y simpatizantes era sólo de 15. Esto es, que representaban solamente a 52.950, en un momento en el que las simpatías por el anarco-sindicalismo estaban notablemente al alza, hecho acentuado por un consistente bajón de los bolcheviques a ojos de los trabajadores. Las reglas normativas de la convención privaron a los anarcosindicalistas del derecho de tener su propio orador en temas importantes del orden del día. En la tercera convención, en 1920, había sólo 10 delegados anarco-sindicalistas (incluyendo simpatizantes) representando sólo a 25.300 personas.

Estas convenciones demostraron totalmente el fracaso de las tácticas defendidas por Golos Trouda, que llevaba el peso de los anarco-sindicalistas de Rusia. (El autor estaba en el consejo redactor de Golos Trouda, pero esto no le impide reconocer los errores hechos por el periódico). La falta de sindicatos puramente revolucionarios aceleró la destrucción de los movimientos anarquista y sindicalista. Repartidas y divididas a lo largo de los sindicatos bolcheviques, las fuerzas anarco-sindicalistas no podían mostrar ninguna resistencia y se vieron superadas por la política de hierro de la "Dictadura del Proletariado".

A comienzos de 1920 sólo un sindicato en Moscú seguía una línea anarcosindicalista. Era el sindicato de panaderos, cuya orientación anarco-sindicalista se debía al trabajo del compañero N.I. Pavlov. (Éste último, finalmente reorientó sus opiniones anarcosindicalistas bajo la presión de la GPU, siendo éste el precio que tuvo que pagar por su libertad. Pavlov hizo el comunicado en el que renegaba de sus opiniones anarquistas desde la cárcel.) Un factor contribuyente a la persistencia de la influencia anarcosindicalista en el sindicato de panaderos fue también el trabajo de los maximalistas Niushenkov y Kamyshev.

En la Segunda Convención PanRusa, la delegación del sindicato de panaderos contenía una facción "federalista" que tenía entre 10 y 15 personas, cuyos seguidores serían cerca de un tercio de la afiliación del sindicato. En aquella convención, se hizo un primer intento (Maximoff, Niushenkov, Pavlol) de de organizar una Federación revolucionaria de trabajadores de alimentación clandestina. Este iba a ser el primer paso hacia la creación de una Confederación General del Trabajo Rusa. Esta idea podía haber sido un intento genuino del Comité Ejecutivo de los Anacosindicalistas Rusos para llevar a cabo los puntos básicos de su programa. En vista de la represión que pronto comenzaría, el comité de los compañeros arriba mencionados, elegidos en una asamblea de la facción de la convención, ni siquiera tuvo la oportunidad de comenzar su tarea, como se planeó en la asamblea. Esta fue la última manifestación palpable del anarcosindicalismo dentro de un sistema sindical controlado por los Comunistas.

Centralización y terror

El programa del movimiento sindical ruso era el que sigue: centralización, afiliación obligatoria, disciplina obligatoria impuesta por tribunales disciplinarios, tutelaje del partido político (el Partido Comunista en este caso), militarización del trabajo, servicio laboral obligatorio, ejércitos de trabajo, vinculación de los trabajadores a sus lugares de trabajo, nacionalización de la producción, gestión individual (en vez de la administración colectiva), escalas de trabajo graduales (36 categorías), introducción del sistema de maquilas, Taylorismo, trabajo a destajo, bónuses, sistema de premios, etc. El control obrero y la gestión de los trabajadores fueron proscritas y se pidió el apoyo incondicional al gobierno.

La política y el programa de los sindicatos estaba totalmente determinado (y aún lo está) por las políticas y el programa del "Gobierno Comunista". En la actualidad, y esto ha sido así durante bastantes años, los sindicatos, o en vez de eso, sus centros administrativos, no tienen nada en común con las masas proletarias. Sólo imitan la política del gobierno, cumpliendo todas sus demandas a expensas de la clase obrera.

El Estado Soviético ha mantenido sus métodos terroristas suprimiento toda oposición en los sindicatos, castigando brutalmente a cualquiera que violase los decretos gubernamentales, que son enemigos de los trabajadores. A este respecto, los sindicatos probaron ser una de las muchas agencias represivas del gobierno, trabajando en cercana colaboración con los demás órganos punitivos del Estado: la Che-Ka, los Tribunales Populares, la GPU, etc.

Lo siguiente es una ilustración válida de esta política terrorista hacia los obreros. Krasny Nobay y Uralsky Rabochy informaron sobre los siguientes casos: por tomar un descanso sin autorización de tres días de su fábrica, uno de los trabajadores fue condenado a descargar 5000 libras (801 toneladas), durante diez días. Todo esto a ser realizado después de su jornada normal. Muchos otros trabajadores fueron condenados a penas de trabajos forzados por el mismo "delito" de ausentarse del trabajo. Esta política esclavista floreció, especialmente en la región de los urales, durante la administración de Trotsky y Piatakov.

Una inspección gubernamental de las condiciones sanitarias y técnicas en el distrito central del carbón revelaron un dantesca panorama, por el que incluso la explotación capitalista más miserable palidece en comparación. En el nombre del "bien común", que es el beneficio del Estado los trabajadores tenían que vivir a varias millas de distancia en barracones constuidos con tablones delgados, y careciendo de las comodidades elementales, donde incluso las puertas y las ventanas habían caído en desuso. En el invierno los barracones apenas daban protección contra los hielos y los vientos helados. No había baños, los trabajadores estaban obligados a utilizar el agujeros alrededor de los barracones.

Los mineros tenía media libra de pan al día - a condición de que cumplieran con su trabajo diario con normalidad. De no hacerlo, se les privaba de su ración. Además, las horas extras eran habituales entre los trabajadores, que eran recompensados con una comida al día. A los trabajadores que no cumplían con su cuota se les tenía en la mina hasta que completaran su tarea diaria. Y esto deja cuenta de la tiranía flagrante y los actos arbitrarios que caracterizan la actitud de la administración hacia los trabajadores. (Este dato se sacó de un informe no publicado de los médicos que llevaron a cabo esta investigación. El informe está guardado entre los materiales del Departamento de Salud en el Trabajo, Comisariado de Trabajo.)

Tales condiciones fueron especialmente predominantes en la vida de los trabajadores en los urales durante la administración de Trotsky y Piatakov. En la fábrica Izhevsk, por ejemplo, un trabajador anarquista llamado Gordeyev, fue fusilado por no someterse a la disciplina en el trabajo (ver Golos Rossiyi en la mitad de 1922, Berlín). En Ekaterinburg (ahora Sverdlovsk) los trabajadores de la menta fueron condenados a cárcel con trabajos forzados, su "delito" era la "violación de la disciplina del trabajo".

¿Cuál era el programa anarcosindicalista, opuesto al de los "sindicatos comunistas" controlados por el gobierno? Brevemente, era que el Estado - incluso el llamado Estado benevolente - es enemigo de la clase trabajadora. Se desprende, por consiguiente, que la primera tarea de los sindicatos debería ser emanciparse a sí mismos del Estado, para enfatizar el significado de la organización industrial. De acuerdo con esta premisa los anarcosindicalistas construyeron su programa y sus tácticas en el movimiento sindical ruso.-

El Autor

GREGORI PETROVICH MAXIMOFF nació el 10 de noviembre de 1893, en la aldea rusa de Mitushino, provincia de Smolensk. Después de estudiar para cura, se dio cuenta de que no era ésta su vocación y se fue a San Petersburgo, donde se graduó como agrónomo en la Academia Agrícola en 1915. Se unió al movimiento revolucionario cuando era estudiante, fue un propagandista activo, y, tras la revolución de 1917, se unió al Ejército Rojo. Cuando los bolcheviques utilizaron el Ejército para trabajo policial y para desarmar a los trabajadores, se negó a obedecer órdenes y fue condenado a muerte. La solidaridad del sindicato de los trabajadores del acero salvó su vida.

Publicó los periódicos Golos Trouda (La Voz del Trabajo) y Novy Golos Trouda (La Nueva Voz del Trabajo). Detenido el 8 de marzo de 1921, durante la revuelta de Kronstadt, fue enviado junto con otros compañeros a la Prisión Taganka, Moscú. Cuatro meses más tarde haría una huelga de hambre por diez días y medio que terminó sólo mediante la intervención de sindicalistas europeos, que asistían a un congreso de la Internacional Sindical Roja, y que garantizaron para él y para sus compañeros la posibilidad de exiliarse en el extranjero.

Marchó a Berlín, donde publicó Rabotch Put (El Camino del Trabajo), periódico de los sindicalistas rusos en el exilio. Tres años más tarde fue a París, luego a los EE.UU., y se instaló en Chicago. Allí publicó Golos Truzhenika (La Voz del Trabajador) y luego Dielo Trouda-Probuzhdenie (La Causa del Trabajo-Despertar) hasta su muerte el 16 de marzo de 1950. Sus obras incluyen The Guillotine at Work (La Guillotina en Funcionamiento) (1940), una historia totalmente documentada de los 20 años de terror bolchevique en Rusia, extractos de los cuales forman este texto; Constructive Anarchism (Anarquismo Constructivo) (1952) y una selección de los escritos de Mihail Bakunin, The Political Philosophy of Bakunin -Scientific Anarchism (La filosofía política de Bakunin - Anarquismo científico) (1953). Las dos últimas obras fueron publicadas a título póstumo.

Maximoff murió en la cima de su vida, como resultado de un problema cardíaco, y fue velado por todo el que tuvo la buena suerte de conocerle. No sólo fue un pensador lúcido, sino un hombre con un carácter impecable y una comprensión humana amplísima. Y fue una persona entera, en la que la claridad de su pensamiento y la calidez de su sentimiento se unían de la forma más feliz. Vivió como Anarquista, no porque creyera que era alguna obligación, impuesta desde fuera, sino porque no podía hacerlo de otra manera, su ser más profundo siempre le hizo actuar como sentía y pensaba.

RUDOLPH ROCKER

 

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Miguel Bakunin

 

 

Carl Sagan

Así, a medida que la ciencia avanza, Dios parece tener cada vez menos que hacer. Es un gran universo, desde luego, por lo que Él, Ella o Ello, podría estar ocupado provechosamente en muchos sitios. Pero lo que evidentemente ha ocurrido es que ante nuestros propios ojos ha ido apareciendo un Dios de los vacíos; es decir, lo que no somos capaces de explicar, se lo atribuimos a Dios. Después, pasado un tiempo, lo explicamos, y entonces deja de pertenecer al reino de Dios. Los teólogos lo dejan de lado y pasa a la lista de competencias de la ciencia.

 

Carl Sagan: “La diversidad de la ciencia” [2007]



 

Stepehen Hawking

"La estirpe humana no es más que un sustrato químico en un planeta pequeño, orbitando alrededor de una estrella mediana, en los suburbios de una galaxia del centenar de miles de millones que existen"

 

Carlos Marx

“Durante el curso de su desarrollo, las fuerzas productivas de la sociedad entran en contradicción con las relaciones de producción existentes, o, lo cual no es más que su expresión jurídica, con las relaciones de propiedad en cuyo interior se habían movido hasta entonces. De formas de desarrollo de las fuerzas productivas que eran, estas relaciones se convierten en trabas de esas fuerzas. Entonces se abre una era de revolución social” (1859)

 

 

Albert Einstein

Si una idea no parece absurda

de entrada,

pocas esperanzas

hay para ella.-

 

Groucho Marx

"El secreto de

la vida es

la honestidad y

el juego

limpio, si puedes

simular eso,

lo has conseguido."  

  

MARX, Groucho (1890-1977) 
Actor estadounidense