De Bosnia a Kosovo
El «modelo bosnio» descrito en el informe del RPC recibió la réplica de Kosovo. Con la complicidad de la OTAN y del Departamento de Estado estadounidense, se reclutaron mercenarios muyahaidines de Oriente Próximo y Asia Central para combatir en las filas del Ejército de Liberación de Kosovo (KLA) en 1998-99, en gran medida en apoyo del esfuerzo de guerra de la OTAN.
«La tarea de armar y entrenar al KLA, confirmada por fuentes militares británicas, se confió en 1998 a la Agencia de Inteligencia de la Defensa de EEUU (DIA) y al Servicio de Inteligencia Secreto de Gran Bretaña, el MI6, junto con algunos miembros retirados y otros en activo de las 22 SAS (22 Regimiento de Servicios Aéreos Especiales de Gran Bretaña), así como a tres compañías privadas de seguridad británicas y estadounidenses». (The Scotsman, Edimburgo, 29 de agosto de 1999).
«La DIA estadounidense se unió al MI6 para organizar un programa de entrenamiento para el KLA», según una fuente de alto rango del ejército británico. «El MI6 subcontrató entonces la operación con dos compañías de seguridad británicas que a su vez enrolaron a una cifra de antiguos miembros del regimiento (22 SAS). Se hicieron una serie de listados con las armas y el equipo que el KLA necesitaba. Mientras continuaban estas operaciones clandestinas, miembros en activo del Regimiento 22 SAS, en su mayoría de la unidad del Escuadrón D, se desplegaron en primer lugar en Kosovo antes del comienzo de la campaña de bombardeos de marzo». (Truth in Media, «Kosovo in Crisis», Phoenix, Arizona, http://www.truthinmedia.org/, 2 de abril de 1999).
«Mientras las Fuerzas Especiales SAS británicas con bases en el norte de Albania entrenaban al KLA, instructores militares de Turquía y Afganistán, financiados por la Yihad islámica colaboraban en el entrenamiento del KLA en tácticas de guerrilla y distracción» (The Sunday Times, Londres, 29 de noviembre de 1998).
«El mismo Bin Laden visitó Albania. El suyo era uno de los grupos fundamentalistas que habían enviado unidades a combatir en Kosovo, …se cree que Bin Laden estableció una operación en Albania en 1994… fuentes albanas dicen que Sali Berisha, que era entonces el presidente, tenía vínculos con algunos grupos que más tarde se comprobó que eran fundamentalistas extremistas» (Ibid)
Testimonios en el Congreso sobre los vínculos entre el KLA y Al Qaeda
A mediados de la década de 1990, la CIA y el Servicio Secreto alemán, el BND, unieron sus esfuerzos para proporcionar apoyo al Ejército de Liberación de Kosovo (KLA). A su vez, éste recibía apoyo de Al Qaeda.
Según Frank Cilluffo, del Programa para el crimen organizado global, en un testimonio de diciembre de 2000 ante el Comité Judicial de la Cámara de Diputados:
«Lo que en gran medida se ocultaba al conocimiento público era el hecho de que el KLA obtenía parte de sus fondos de la venta de drogas. Albania y Kosovo están en el corazón de la ‘ruta balcánica’, que une el Creciente Dorado de Afganistán y Pakistán con los mercados de la droga de Europa. Se estima que esta ruta factura aproximadamente 400.000 millones de dólares al año y maneja el 80% de la heroína destinada al consumo europeo». (Congreso de EEUU, Testimonio de Frank J. Cilluffo, Director Adjunto del Programa contra el crimen organizado global, ante el Comité Judicial del Congreso, Washington D.C., 13 de diciembre de 2000).
Según Ralf Mutschke, de la División de Inteligencia Criminal de la Interpol, también en un testimonio ante el Comité Judicial del Congreso:
«El Departamento de Estado de EEUU definió el KLA como organización terrorista, indicando que financiaba sus operaciones con dinero del comercio internacional de la heroína y con créditos de países e individuos islámicos, entre ellos, supuestamente, Osama Bin Laden». Otro vínculo con Bin Laden lo representa el hecho de que el hermano de un dirigente en una organización de la Yihad egipcia, y además comandante militar de Osama Bin Laden, dirigió una unidad de elite del KLA durante el conflicto de Kosovo». (Congreso de EEUU, Testimonio de Ralf Mutschke, de la División de Inteligencia Criminal de la Interpol, ante el Comité Judicial del Congreso, Washington DC, 13 de diciembre de 2000).
Madeleine Albright codicia el KLA
Esos vínculos del KLA con el terrorismo internacional y el crimen organizado, documentados por el Congreso estadounidense, fueron totalmente ignorados por la administración Clinton. De hecho, en los meses que precedieron a los bombardeos de Yugoslavia, la Secretaria de Estado Madeleine Albright estuvo muy ocupada construyendo una «legitimidad política» para el KLA. El ejército paramilitar fue ascendido –de un día para otro- al estatuto de fuerza «democrática» bone fide en Kosovo. A su vez, Madeleine Albright forzó la senda de la diplomacia internacional: el KLA fue aupado para jugar un papel clave en las fracasadas «negociaciones de paz» de Rambouillet, a principios de 1999.
El Senado y el Congreso aprueban tácitamente el terrorismo de Estado
Aunque varios informes del Congreso confirmaron que el gobierno estadounidense había estado trabajando mano a mano con el Al Qaeda de Osama Bin Laden, esto no impidió que Clinton, y más tarde la administración Bush, armaran y equiparan al KLA. Los documentos del Congreso también confirman que miembros del Senado y el Congreso sabían de la relación de la administración con el terrorismo internacional. Se cita la declaración del republicano John Kasich del Comité de Servicios Armados del Congreso: «Nos pusimos en contacto [en 1998-99] con el KLA, que era la plataforma de Bin Laden…» (Congreso de EEUU, Transcripciones del Comité de Servicios Armados del Congreso, Washington D.C., 5 de octubre de 1999).
Tras los trágicos sucesos del 11 de septiembre, republicanos y demócratas al unísono, dieron su apoyo total al presidente para que emprendiera la guerra contra Osama.
En 1999, el Senador Jo Lieberman había afirmado autorizadamente que «Luchar por el KLA es luchar por los derechos humanos y los valores estadounidenses». En las horas siguientes al ataque con misiles contra Afganistán, el día 7 de octubre, el mismo Jo Lieberman pidió ataques aéreos de castigo contra Iraq: «Estamos en guerra contra el terrorismo… No podemos detenernos en Bin Laden y los talibanes». Efectivamente, el Senador Jo Lieberman, como miembro del Comité de Servicios Armados del Senado, tenía acceso a todos los documentos del Congreso referentes a los «vínculos del KLA con Osama». Al hacer esa declaración era completamente consciente de que las agencias del gobierno estadounidense, así como la OTAN, estaban apoyando el terrorismo internacional.
La «Red militante islámica» y la OTAN se unen en Macedonia
Debido a la guerra de 1999 en Yugoslavia, las actividades terroristas del KLA se fueron extendiendo por el sur de Serbia y Macedonia. Mientras tanto el KLA –rebautizado como el Cuerpo de protección de Kosovo (KPC)- se acogió al estatuto de las Naciones Unidas, lo que implicaba la aprobación de fuentes «legítimas» de financiación a través de la ONU, así como a través de canales bilaterales, incluida la ayuda militar directa de EEUU.
Y apenas dos meses después del estreno del KPC, bajo los auspicios de la ONU (septiembre de 1999), los comandantes del KPC-KLA –utilizando recursos y equipamiento de la ONU- ya estaban preparando ataques en Macedonia, como lógica continuación de sus actividades terroristas en Kosovo. Según el Skopje Daily Dnevnik, el KPC había establecido una «sexta zona operativa» en el sur de Serbia y en Macedonia:
«Ciertas fuentes, que insisten en su anonimato, declaran que ya se han establecido en Tetovo, Gostivar y Skpje los cuarteles de las brigadas de protección de Kosovo [vinculadas al KPC patrocinado por la ONU]. Se están preparando también en Debar y Struga [en la frontera con Albania] y sus miembros tienen códigos definidos». (Macedonian Information Centre Newsletter, Skpje, 21 de marzo de 2000, publicado por BBC Summary of World Broadcast, 24 de marzo de 2000).
Según la BBC, «fuerzas especiales occidentales estaban todavía entrenando a las guerrillas», lo que significa que estaban ayudando al KLA a abrir la sexta zona de operaciones en el sur de Serbia y en Macedonia». (BBC, 29 de enero de 2001).
«Entre los mercenarios extranjeros que luchaban en Macedonia en 2001 en las filas del autoproclamado Ejército de Liberación Nacional (NLA), había muyahaidines de Oriente Próximo y de las repúblicas de Asia central de la extinta Unión Soviética. También, dentro de las fuerzas apoderadas del KLA en Macedonia había mercenarios de Gran Bretaña, Holanda y Alemania. Algunos de estos mercenarios occidentales habían luchado previamente con el KLA y el Ejército musulmán bosnio». (Scotland on Sunday, 15 de junio de 2001. Véase también UPI, 9 de julio de 2001. Para más detalles, véase de Michel Chossudovsky: «America’s War on Terrorism», Global Research, 2005, capítulo III).
Ampliamente documentado por la prensa macedonia y por declaraciones de las autoridades macedonias, el gobierno estadounidense y la Red militante islámica estaban trabajando en equipo apoyando y financiando al llamado Ejército de liberación nacional (NLA) que estaba implicado en ataques terroristas en Macedonia. El NLA es un apoderado del KLA. A su vez, el KLA y el KPC, patrocinado por la ONU, son instituciones idénticas con los mismos comandantes y personal militar. Los comandantes del KPC, a sueldo de la ONU, estaban combatiendo en el NLA junto a los muyahaidines.
Pero todo era todavía mucho más retorcido, mientras la Al Qaeda de Osama Bin Laden apoyaba y financiaba al KLA-NLA, éste también recibía apoyo de la OTAN y de la misión de las Naciones Unidas en Kosovo (UNMIK). De hecho, la Red militante islámica aún constituye una parte integrante de las operaciones de inteligencia militares clandestinas de Washington en Macedonia y en el sur de Serbia.
Los terroristas del KLA-NLA estaban financiados por la ayuda del ejército estadounidense, por el presupuesto para el mantenimiento de la paz de las Naciones Unidas y por varias organizaciones islámicas, incluida Al Qaeda. Se utilizaba también el dinero de la droga para financiar a los terroristas con la complicidad del gobierno estadounidense. El reclutamiento de muyahaidines para combatir en las filas del NLA en Macedonia se llevó a cabo a través de varios grupos islámicos.
Los consejeros militares estadounidenses se mezclaron con los muyahaidines dentro de la misma fuerza paramilitar, mercenarios occidentales de los países de la OTAN luchaban junto a los muyahaidines reclutados en Oriente Próximo y Asia Central. ¡Y los medios estadounidenses definen esto como un «contratiempo» por el que supuestos «activos de la inteligencia» se volvieron contra sus patrocinadores!
¡Pero todo esto no sucedió durante la Guerra Fría! Tuvo lugar en Macedonia en 2000-2001. Confirmado por numerosos informes de prensa, relatos de testigos, pruebas fotográficas, así como declaraciones oficiales del Primer Ministro macedonio, que acusó a la alianza militar occidental de incitar al terrorismo, EEUU había estado apoyando a las brigadas islámicas apenas unos pocos meses antes de los ataques del 11 de septiembre
La agenda oculta de Washington
La política exterior estadounidense no encaja con el objetivo de frenar la oleada del fundamentalismo islámico. De hecho, es más bien al contrario. El importante desarrollo del Islam radical, debido a la Guerra Fría con la Unión Soviética y Oriente Próximo, coincide con la agenda oculta de Washington. Esta última consiste en sostener, más que combatir, el terrorismo internacional, a la vez que desestabiliza las sociedades nacionales e impide la articulación de auténticos movimientos sociales laicos dirigidos contra el imperio estadounidense.
Washington continúa apoyando –a través de las operaciones secretas de la CIA- el desarrollo del fundamentalismo islámico en todo Oriente Próximo, en la antigua Unión Soviética, en China y en la India.
Por todo el mundo en vías de desarrollo, el crecimiento del sectarismo, del fundamentalismo y de organizaciones de ese tipo sirve a los intereses estadounidenses. Esas diversas organizaciones e insurgencias armadas se han desarrollado especialmente en países donde las instituciones del Estado se han colapsado por culpa de las reformas económicas patrocinadas por el FMI.
Esas organizaciones fundamentalistas contribuyen a destruir y desplazar a las instituciones laicas.
El fundamentalismo islámico crea divisiones sociales y étnicas. Socava la capacidad de los pueblos para organizarse contra el imperio estadounidense. Esas organizaciones o movimientos, como el de los talibanes, a menudo fomentan la oposición al tío Sam de un modo que no constituye amenaza real alguna para los principales intereses económicos y geopolíticos de Estados Unidos.
Borrando la historia de Al Qaeda
Desde septiembre de 2001, la mayor parte de la historia de Al Qaeda ha sido borrada. Rara vez se mencionan los vínculos de las sucesivas administraciones estadounidenses con la red del terror islámico.
En octubre de 2001 se lanzó una grave guerra en Oriente Próximo y Asia central, supuestamente contra el terrorismo internacional, por un gobierno que había estado abrigando al terrorismo internacional como parte de su agenda de política exterior. Es decir, que se fabricó totalmente la justificación principal para emprender la guerra contra Afganistán e Iraq. El pueblo estadounidense fue deliberada y conscientemente engañado por su gobierno.
Esa decisión de engañar al pueblo estadounidense se tomó el 11 de septiembre de 2001, apenas unas pocas horas después de los ataques terroristas contra el World Trade Center.Sin pruebas que apoyasen la tesis, Osama aparecía señalado como el «principal sospechoso». Dos días después, el jueves 13 de septiembre –cuando la investigación del FBI apenas había comenzado- el presidente Bush se comprometió a «llevar al mundo a la victoria».
Aunque la CIA reconoce tácitamente que Al Qaeda durante la Guerra Fría fue un «activo de la inteligencia», también ha manifestado que esa relación pertenecía a un tiempo pasado.
La mayor parte de los informes y noticias tras el 11 de septiembre tienden a considerar que esos vínculos entre Al Qaeda y la CIA pertenecen a «otra época», a los tiempos de la guerra afgano-soviética. Invariablemente se consideran irrelevantes para entender el 11 de septiembre y la guerra global contra el terrorismo. Pero apenas unos pocos meses antes del 11 de septiembre había pruebas de colaboración activa entre miembros del ejército estadounidense y operativos de Al Qaeda en la guerra civil de Macedonia.
El papel de la CIA en el apoyo y desarrollo de las organizaciones terroristas internacionales durante la Guerra Fría, perdido en el aluvión de la historia reciente, casualmente se ignora o se desprecia por los medios de comunicación occidentales.
Un flagrante ejemplo de la distorsión de los medios tras el 11 de septiembre es la tesis del «blowback» (6): Se dice que los «activos de inteligencia se han vuelto contra sus patrocinadores; hemos hecho que nuestras propias armas nos estallen en la cara». En una exhibición de lógica retorcida, la administración estadounidense y la CIA son retratadas como víctimas desgraciadas:
«Los sofisticados métodos enseñados a los muyahaidines y los miles de toneladas de armas que EEUU –y Gran Bretaña- les suministraron, ahora están atormentando a Occidente con el fenómeno conocido como ‘blowback’, donde una estrategia política se vuelve contra sus propios ideólogos». (The Guardian, Londres, 15 de septiembre de 21001).
Sin embargo, los medios estadounidenses reconocen que la llegada de los talibanes al poder [en 1996] es en parte el resultado del apoyo estadounidense a los muyahaidines –el grupo islámico radical- durante la guerra de la década de 1980 contra la Unión Soviética. Pero también desechan fácilmente sus propias declaraciones fácticas y concluyen a coro que la CIA fue engañada por un falso Osama. Es como la historia del «hijo que se rebela contra su padre».
La tesis del golpe de respuesta es una maquinación
La CIA nunca cortó sus vínculos con la «Red militante islámica». Hay pruebas suficientes de que Al Qaeda sigue siendo una entidad de inteligencia patrocinada por Estados Unidos. Se presenta a Al Qaeda como el arquitecto del 11 de septiembre, sin mencionar sus vínculos históricos con la CIA y los servicios secretos de Pakistán, ISI.
Al mismo tiempo que Al Qaeda sigue estando firmemente bajo control de los servicios secretos de Estados Unidos, el gobierno de este país ha hecho repetidas declaraciones de que este «enemigo exterior» golpeará de nuevo, y de que está al caer un nuevo 11 de septiembre, en Estados Unidos o en cualquier otra parte del mundo occidental:
«(Hay) indicadores de que el ataque a corto plazo… igualará o incluso superará a los ataques del 11 de septiembre… y parece claro que la capital de país y la ciudad de Nueva Cork, probablemente, están en todas las listas». (Declaraciones de Tom Ridge, en la Navidad de 2003).
«¿Me pregunta usted que si es grave? Puede usted apostar lo que quiera. La gente no hace eso a menos que la situación sea grave». (Donald Rumsfeld, 2003).
«Hay informes verosímiles que indican que Al Qaeda sigue adelante con sus planes de perpetrar ataques a gran escala en Estados Unidos, en un intento de perturbar nuestro sistema democrático. Se trata de una información de gravedad sobre los que desean hacernos daño… Pero cada día que pasa nuestro país se hace más fuerte». (George W. Bush, julio 2004).
«El enemigo que golpeó el 11 de septiembre está roto y debilitado, pero sigue siendo letal, y tiene la intención de golpearnos de nuevo». (Dick Cheney, julio 2006).
«Otro ataque como el del 11 de septiembre podría crear a la vez una justificación y una oportunidad para tomar represalias contra algunos objetivos conocidos». (Funcionario del Pentágono, citado por el Washington Post el 23 de abril de 2006).
Propaganda de guerra
Un ataque terrorista en territorio estadounidense de la envergadura y la naturaleza del perpetrado el 11 de septiembre conduciría –según el ex comandante jefe del US Central Command (USCENTCOM), el general Tommy Franks— a la liquidación del gobierno constitucional. En una entrevista de diciembre de 2003, poco mencionada en los medios de comunicación de EEUU, el general Franks describía un guión consistente en la suspensión de la Constitución y la instalación de un gobierno militar en Estados Unidos:
«En algún lugar del mundo occidental se producirá una acción terrorista masiva y muy mortífera –quizás en Estados Unidos— que hará que la gente se cuestione nuestra propia Constitución y será el comienzo de la militarización de nuestro país, con el fin de evitar una repetición de otra acción masiva y letal» (Cigar Aficionado, diciembre de 2003).
Franks hacía alusión a un acontecimiento como el ataque a Pearl Harbor (diciembre de 1941), que sería utilizado para galvanizar a la opinión pública estadounidense en apoyo de un gobierno militar y un estado policial.
La «acción terrorista masiva y muy mortífera» era para el general Franks un punto de inflexión crucial. La crisis, la agitación social y la indignación pública subsiguientes facilitarían un cambio de amplio espectro en las estructuras políticas, sociales e institucionales estadounidenses.
Es importante comprender que el general Franks no estaba dando una opinión personal en este asunto. Su afirmación corresponde al punto de vista dominante en el Pentágono y el Departamento de Seguridad Nacional (Homeland Security) sobre qué hacer en caso de una emergencia nacional.
«Acontecimientos que causarían una gran mortalidad»
Los «acontecimientos que causarían una gran mortalidad» son una parte integrante de la doctrina militar. La destrucción y la pérdida de vidas derivadas de un ataque terrorista contribuyen a crear una ola de indignación pública. Establecen las condiciones de miedo e intimidación colectivos que facilitan la derogación de las libertades públicas y la introducción de medidas propias de un Estado policial.
Los ataques del 11 de septiembre al World Trade Center y al Pentágono se utilizaron para galvanizar el apoyo público a la invasión de Afganistán, que tuvo lugar apenas cuatro semanas más tarde. Sin pruebas que lo demostrasen Al Qaeda, que supuestamente contaba con el apoyo del gobierno talibán, fue declarado responsable de los ataques del 11 de septiembre.
La planificación de un escenario bélico de gran envergadura se había iniciado mucho tiempo antes del 11 de septiembre. Si bien el ejército de EEUU ya estaba en un «avanzado estado de disponibilidad» mucho antes de los ataques del 11 de septiembre, la decisión de ir a la guerra contra Afganistán se tomó en la noche del 11 de septiembre y se anunció formalmente a la mañana siguiente. Entretanto la OTAN, invocando el artículo 5 del Tratado de Washington, declaró la guerra a Afganistán en nombre de todos los Estados miembros signatarios de la Alianza. La declaración de guerra de la OTAN, fundamentada en el principio de «autodefensa», se hizo pública 24 horas después de los ataques del 11 de septiembre.
El artículo 5 del Tratado de Washington se invocó por primera vez el 12 de septiembre de 2001. Los aliados europeos de Estados Unidos, y Canadá, brindaron su apoyo tras los ataques terroristas y la OTAN hizo suya la «Guerra global contra el terrorismo» preconizada por EEUU. Catorce países miembros de la OTAN enviaron tropas a Afganistán (NATO Review, verano de 2006: http://www.nato.int/docu/review/2006/issue2/english/summaries.html)
Operación Northwoods
La «acción masiva y muy mortífera» del 11 de septiembre tuvo un papel crucial en el proceso de planificación militar. A los ojos de la opinión pública, proporcionó un pretexto para la guerra.
El encadenamiento de «incidentes que sirvieron de pretexto para la guerra» forma parte de los supuestos del Pentágono. De hecho, forma parte también de la historia militar de Estados Unidos. En 1962, la Junta de Jefes de Estado Mayor tenía un plan secreto denominado Operación Northwoods, para causar deliberadamente la muerte de civiles que justificase la invasión de Cuba:
«Podríamos hacer saltar por los aires un buque estadounidense en la bahía de Guantánamo y culpar de la acción a Cuba. Podríamos desencadenar una campaña de terror cubano-comunista en la zona de Miami y en otras ciudades de Florida, e incluso en Washington. Las listas de víctimas publicadas por los diarios estadounidenses provocarían una aprobadora ola de indignación nacional». (Documento top secret de 1962, actualmente desclasificado, titulado «Justification for U.S. Military Intervention in Cuba» (Justificación de una intervención militar de EE UU en Cuba) [En relación con la Operation Northwoods véase http://www.globalresearch.ca/articles/NOR111A.html) .]
Amenazas terroristas y acciones terroristas
Para que sea efectiva, una campaña de miedo y desinformación no puede basarse únicamente en supuestas amenazas de futuros ataques; es preciso que haya realmente acciones terroristas o incidentes que den credibilidad a los planes bélicos gubernamentales. En esos casos, la propaganda proporciona argumentos en cuanto a la necesidad de tomar medidas de emergencia y llevar a cabo acciones bélicas de represalia.
Tanto las amenazas terroristas como las propias acciones terroristas han servido de pretexto para justificar decisiones militares de gran repercusión.
Tras los atentados de julio de 2005 en Londres, se supo que el vicepresidente estadounidense Dick Cheney, dio instrucciones al alto mando estratégico (USSTRATCOM) para que elaborase un plan de emergencia «que se utilizaría como respuesta a otro ataque terrorista similar al del 11 de septiembre contra Estados Unidos». En dicho plan se daba por sentado que Irán estaría detrás de un segundo 11 de septiembre.
Este plan de emergencia tenía como pretexto un segundo 11 de septiembre, antes de que sucediese, para preparar una operación militar de gran alcance contra Irán, a la vez que se le en relación con su (inexistente) programa de armas nucleares.
Lo realmente diabólico de esta decisión del vicepresidente de EEUU es que la justificación que presentaba Cheney para llevar la guerra a Irán estaba basada en la participación iraní en un hipotético ataque terrorista a Estados Unidos que todavía no había ocurrido:
«El plan incluía un ataque aéreo a gran escala sobre Irán en el que se utilizarían armas convencionales y armas nucleares tácticas. En Irán hay más de 450 objetivos estratégicos principales, entre otras muchas instalaciones sospechosas de formar parte de un programa de armas nucleares que no están en funcionamiento. Muchos de los objetivos están blindados y son subterráneos a gran profundidad, lo que los hace inatacables por medios convencionales; de ahí la opción nuclear. Igual que en el caso de Iraq, la respuesta no está condicionada a la participación real de Irán en una acción terrorista contra Estados Unidos. Se sabe que algunos oficiales de la fuerza aérea de EEUU participantes en esta planificación están horrorizados por las implicaciones de lo que están haciendo –el montaje contra Irán que justifique un ataque nuclear no provocado— pero ninguno de ellos está dispuesto a poner en peligro su carrera y hacer públicas sus objeciones». (Philip Giraldi, Attack on Iran : Pre-emptive Nuclear War, The American Conservative, 2 de agosto de 2005)
¿Debemos suponer que los planificadores militares estadounidenses, británicos e israelíes están esperando tranquilamente un nuevo 11 de septiembre para lanzar una operación militar contra Siria e Irán?
El plan de emergencia propuesto por Cheney no tiene nada que ver con la prevención de un supuesto 11 de septiembre. Dicho plan se basa en el supuesto de que Irán esté detrás de un segundo 11 de septiembre y de que los bombardeos de castigo podrían llevarse a cabo inmediatamente, igual que los ataques contra Afganistán de octubre de 2001, en represalia al supuesto apoyo del gobierno talibán a los terroristas del 11 de septiembre.
Es útil señalar que una guerra no se planifica en tres semanas: el bombardeo y la invasión de Afganistán fueron planeados mucho antes del 11 de septiembre. Como destaca Michael Keefer en un incisivo artículo de análisis:
«A un nivel más profundo, implica que los ‘ataques terroristas según el modelo del 11 de septiembre’ representan para Dick Cheney, sus altos cargos y los del Pentágono un medio adecuado para legitimar las guerras de agresión contra cualquier país seleccionado previamente para este fin por el gobierno y su sistema corporativo de amplificación propagandística» (Michael Keefer, «Petrodollars and Nuclear Weapons Proliferation: Understanding the Planned Assault on Iran», Global Research, 10 de febrero de 2006).
Desde 2001, el vicepresidente Cheney ha reiterado su advertencia acerca de un segundo 11 de septiembre en varias ocasiones:
«El enemigo que nos golpeó el 11 de septiembre está fracturado y debilitado, pero sigue siendo letal y sigue decidido a golpearnos de nuevo». (Waterloo Courier, Iowa, 19 de julio de 2006).
Justificación y oportunidad para tomar represalias contra objetivos previstos
En abril de 2006, el ex secretario de Defensa Donald H. Rumsfeld lanzó un plan militar de gran alcance para combatir el terrorismo en todo el mundo, con vistas a tomar represalias en caso de un segundo ataque terrorista importante contra Estados Unidos.
«El secretario de Defensa, Donald H. Rumsfeld ha lanzado el plan militar más ambicioso hasta hoy para combatir el terrorismo en todo el mundo y responder más rápida y decisivamente en caso de otro ataque terrorista importante contra Estados Unidos», según informan cargos del Pentágono.
Se considera que el plan de campaña para la guerra mundial contra el terrorismo, largamente esperado, así como dos planes accesorios aprobados también el mes pasado por Rumsfeld, constituyen la prioridad del Pentágono, según afirman personas que conocen los tres documentos, y que nos han informado con la condición de mantener el anonimato, al no estar autorizados para hacerlo públicamente.
«Los detalles del plan son secretos, pero en general prevén un papel mayor de los militares –en particular un aumento de las tropas de elite de operaciones especiales— en operaciones continuas de lucha contra el terrorismo fuera de las zonas de guerra como Iraq o Afganistán. Estos planes, desarrollados a lo largo de tres años por el Special Operations Command (SOCOM) en Tampa (Florida), reflejan el crecimiento de la participación del Pentágono en ámbitos tradicionalmente gestionados por la CIA y el Departamento de Estado». (Washington Post, 23 de abril de 2006)
Este plan se basa en la posibilidad de un segundo 11 de septiembre y en la necesidad de devolver el golpe cuando EEUU sea atacado:
«Un tercer plan establece el método para que los militares desbaraten y respondan a otro golpe terrorista importante en Estados Unidos. Incluye una extensa serie de anexos que ofrecen un abanico de opciones para que los militares respondan con rapidez a grupos terroristas, individuos o Estados patrocinadores concretos en función de quién esté tras el ataque. Otro ataque constituiría a la vez una justificación y una oportunidad, hoy inexistente, para atacar algunos objetivos previstos, según altos cargos, actuales y antiguos, del Departamento de Defensa familiarizados con el plan».
«El plan detalla a qué terroristas –a qué ‘malos’— golpearíamos llegado el caso. Pero éste aún no ha llegado», afirmó un alto cargo que pidió seguir en el anonimato ante lo sensible del asunto. (Washington Post, 23 de abril de 2006)
El supuesto en el que se basa este documento militar es que un segundo 11 de septiembre, actualmente inexistente, sería una herramienta útil para crear una «justificación y una oportunidad para ir a la guerra contra ‘ciertos objetivos previstos’ [Irán y Siria]».
La realidad se tergiversa completamente. Esta campaña de desinformación se ha lanzado a toda mecha por los medios de comunicación de Gran Bretaña y Estados Unidos, que apuntan cada vez más hacia una «guerra preventiva» como acción de autodefensa contra Al Qaeda y los Estados patrocinadores del terrorismo, que supuestamente están preparando un segundo 11 de septiembre. El objetivo subyacente consiste en última instancia en crear, mediante el miedo y la intimidación, la aceptación por parte del público de una nueva etapa de la guerra contra el terrorismo en Oriente Próximo, dirigida esta vez contra Siria e Irán.
Observaciones finales
El objetivo de un ataque de Al Qaeda a Estados Unidos está siendo utilizado con profusión por el gobierno Bush y su fiel aliado británico para galvanizar la opinión pública en apoyo de un programa militar mundial.
Se trata de un asunto conocido y documentado: la «red del terrorismo islámico» es una creación del aparato de los servicios secretos estadounidenses. Hay pruebas concluyentes de que algunas de las acciones que han producido un gran número de víctimas han sido lanzadas por los militares o los servicios secretos. Del mismo modo, y basándose en pruebas, varias de las alertas de actos terroristas se basaron en informes secretos falsos, como en el caso del fallido caso de «ataque mediante bombas líquidas» de Londres, en 2006, en las que los supuestos piratas aéreos no habían adquirido los billetes de avión y varios de ellos ni siquiera tenían el pasaporte imprescindible para embarcar.
La guerra contra el terrorismo es una farsa. La narrativa en torno al 11 de septiembre desarrollada por la Comisión del 11-S, es un montaje. El gobierno de Bush está implicado en acciones de encubrimiento y complicidad en el nivel más alto del gobierno.
Revelar las mentiras en las que se apoya el 11 de septiembre debería servir para socavar la legitimidad de la guerra contra el terrorismo.
Revelar las mentiras en las que se apoya el 11 de septiembre debería ser parte integrante de un sólido movimiento contra la guerra.
Si se cuestiona el 11 de septiembre, a los criminales de guerra que ocupan las más altas magistraturas se les siega la hierba bajo los pies y el montaje de la seguridad nacional en su conjunto se desmorona como un castillo de naipes.
Notas de traducción:
(1) Muyahaidín: combatiente islámico.
(4) Creciente Dorado es el nombre que se le da a la principal zona asiática dedicada al cultivo ilegal del opio, que coincide con tres naciones, Afganistán, Irán y Pakistán, cuyas periferias montañosas dan forma a ese creciente.
(3) Término que significa en Urdu movimiento de revitalización del islamismo sufí, que tuvo su origen en la India y se extendió por otros países. El nombre se deriva de Deoband, en la India, donde se sitúa la escuela Daroul Ulum Deoband.
(4) SFOR: Siglas en inglés de la Fuerza de estabilización en Bosnia-Herzegovina
(5) NSC, siglas en inglés del Consejo de Seguridad Nacional.
(6) Blowback, término inglés utilizado ampliamente en la actualidad en el campo del espionaje para describir las inesperadas consecuencias de muchas operaciones secretas.
Enlace con texto original en inglés:
http://www.globalresearch.ca/index.php?context=va&aid=7718
Michel Chossudovsky es autor del bestseller internacional The Globalization of Poverty , publicado en once idiomas. Es Profesor de Economía en la Universidad de Ottawa y director del Centro de Investigación de la Globalización, en www.globalresearch.ca . También es colaborador de la Enciclopedia Británica. Su libro más reciente es: America’s ‘War on Terrorism , Global Research, 2005.
Sinfo Fernández, S. Seguí y Caty R. pertenecen al colectivo de Rebelión. Caty R. además es miembro de Cubadebate y Tlaxcala. Esta traducción se puede reproducir libremente a condición de respetar su integridad y mencionar al autor, a los traductores y la fuente.