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19 décembre 2013 4 19 /12 /décembre /2013 18:34

Jueves, 19 de diciembre de 2013

DILMA ROUSSEFF ENCABEZO LA CEREMONIA EN LA QUE FUE REPUESTO SIMBOLICAMENTE EL MANDATARIO DERROCADO EN 1964
Joao Goulart vuelve a ser presidente de Brasil
Cincuenta años después, todos los partidos votaron la resolución parlamentaria de reponer en su cargo a Jango. Así, repitieron la unanimidad de 2011, cuando se aprobó la ley que creó la Comisión de la Verdad.
Por Darío Pignotti
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La presidenta Rousseff conversa con autoridades del Congreso, que devolvió simbólicamente el mandato a Joao Goulart.
 

Desde Brasilia

El ex presidente volvió del golpe cívico-militar. Dilma Rousseff encabezó ayer la ceremonia durante la cual fue repuesto simbólicamente en su cargo el ex presidente Joao Goulart, derrocado por la asonada de 1964 y fallecido doce años después en Corrientes, cuando el Plan Cóndor lo tenía entre sus objetivos prioritarios.

El 2 de abril de 1964 el Congreso, cómplice de la campaña desestabilizadora en curso, declaró acéfala a la República alegando que el mandatario había abandonado el país, cuando en realidad se encontraba en la sureña Porto Alegre, reunido con algunos correligionarios y los pocos oficiales que aún le eran leales. Luego de la destitución de Joao “Jango” Goulart, fue implantada una de las dictaduras más prolongadas de América del Sur, que gobernaría hasta 1985.

En el movimiento cívico-militar-mediático que precedió al golpe y en las primeras medidas adoptadas por los generales se confirma que la de Brasil fue la dictadura pionera y modélica.

Tras el golpe, el régimen creó un prototipo del Plan Cóndor, pero a la brasileña, bajo supervisión de la Cancillería, el Centro de Informaciones en el Exterior. El CIEX se instaló inicialmente en Uruguay para monitorear a Goulart y otros exiliados, después extendió sus operaciones a la Argentina, donde ya actuaba por lo menos desde 1970, articulándose con informes recibidos de Chile y Bolivia.

“A 49 años de haber depuesto el mandato de Joao Goulart estamos aquí devolviéndoselo, lamentablemente lo estamos haciendo posmortem, le damos nuestras disculpas por lo ocurrido”, dijo, solemne, el presidente de la Cámara de Diputados, Henrique Eduardo Alves.

El senador Pedro Simon recordó que los sediciosos brasileños contaban con el respaldo del embajador norteamericano Lincoln Gordon, grabado en la Casa Blanca cuando concertó la conspiración junto al presidente John Fitzerald Kennedy en 1963.

La resolución parlamentaria de reponer en su cargo a Jango, aprobada por el presidente del Congreso senador Renán Calheiros, fue votada por todos los partidos, repitiendo la unanimidad de 2011 cuando se aprobó la ley que creó la Comisión de la Verdad, resultado de la voluntad política demostrada por Dilma, mayor que la de todos los presidentes civiles que la precedieron.

El mes pasado Rousseff había recibido en Brasilia, junto a su predecesor Luiz Inácio Lula da Silva, a otros ex mandatarios, los restos de Goulart, que fueron enterrados en 1976 en su ciudad natal, la sureña San Borja, cuando la dictadura prohibió que se le brindaran homenajes.

No quedan dudas de que la presidenta escogió a Jango como un caso líder de su política de derechos humanos que mostró avances incontestables, pese a las divisiones observables dentro de la Comisión de la Verdad.

“El golpe no fue contra Jango, sino contra sus propuestas de reformas para (beneficiar a) los sectores marginados”, afirmó su hijo en el discurso pronunciado ayer en el recinto de la Cámara alta.

“Mi padre fue injustamente destituido por el golpe cívico-militar de 1964, y hoy, casi 50 años después (se reconoce) la triste mancha del Congreso al legalizar la dictadura y la instalación del Estado de Excepción”, aseveró el representante de la familia Goulart.

En la ceremonia estuvieron presentes ayer varios ministros, así como los jefes del Ejército, general Enzo Martins Peri, de la Armada, Julio Soares de Moura Neto, y el jefe de la Aeronáutica, brigadier Juniti Saito.

Goulart falleció el 6 de diciembre de 1976 durante su exilio en su estancia de la localidad correntina de Mercedes, a raíz de un paro cardíaco, según el fallo de un médico pediatra fallecido años más tarde que murió en un accidente de tránsito, una muerte no natural como la de más de diez testigos o personas vinculadas con el caso.

Su familia cuestiona esa versión de los hechos y sostiene que habría sido envenenado por el Plan Cóndor.

El mes pasado el cuerpo de Goulart fue exhumado para la extracción de muestras que son analizadas por expertos en centros de estudios del exterior cuyos nombres y país de pertenencia son mantenidos en secreto.

“Vamos a tener que esperar por un plazo indeterminado para conocer el dictamen, no hay que ser impacientes, las muestras retiradas al (ex) presidente ya fueron enviadas al exterior”, dijo ayer la ministra de Derechos Humanos, Maria do Rosario Nunes, en una breve conversación con este diario en el Congreso.

La ministra Nunes no quiso responder si es optimista sobre la posibilidad de que se detecten sustancias tóxicas en los despojos de Goulart, que fueron desenterrados con la presencia de peritos de la Cruz Roja, Cuba, Uruguay y del Equipo de Antropología Forense de Argentina.-

 

 

 

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16 décembre 2013 1 16 /12 /décembre /2013 15:28

Lunes, 16 de diciembre de 2013

HABLA EL HIJO DEL EX SACERDOTE MAC GUIRE, TORTURADO EN EL SEMINARIO SALESIANO DE FUNES
“Más que cómplice, la Iglesia es coautora”
Santiago Mac Guire es el ex cura tercermundista detenido en un centro clandestino que funcionó en un predio de la Iglesia, tal como viene denunciando Horacio Verbitsky en Página/12. Lucas tenía 5 años cuando su padre fue secuestrado. Aquí cuenta la historia.
Por Natalia Biazzini *
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Lucas Mac Guire, una odisea familiar después de la detención ilegal de su padre Santiago.
 

En abril de 1978, Santiago Mac Guire apenas podía caminar. Recién salido de un centro clandestino de detención, dos soldados arrastraron al ex sacerdote tercermundista hasta el Batallón 121 de Rosario. Cuando les preguntó a esos hombres que lo trasladaban adónde había estado en esos días en que lo torturaron brutalmente, uno de los cabos le respondió: “En un lugar que se llama Ceferino Namuncurá”. Pasaron 35 años y recién ahora se está comenzando a investigar lo que ocurrió en ese predio, que perteneció a la Congregación Salesiana de Rosario y funcionó como un centro clandestino de detención y tortura en el pueblo de Funes. En octubre, la familia de Mac Guire –que dejó los hábitos para casarse y tuvo cuatro hijos– se presentó ante la Justicia como querellante en la causa que investiga el circuito represivo que funcionó bajo la órbita del Batallón de Inteligencia 121 del Ejército.

 

Después de pasar diez días en ese centro clandestino, los militares le informaron a Santiago que había sido juzgado por un consejo de guerra y que debía cumplir una pena de 15 años. Vivió los siguientes seis en cuatro cárceles y salió en libertad en 1983. Falleció en 2001, sin poder declarar ante la Justicia, pero lo hizo ante la Conadep en 1984.

 

Nunca se cansó de perseguir a los que creyó responsables. Siguiendo esa búsqueda de justicia, a principios de octubre, la familia Mac Guire presentó una querella en la causa Guerrieri, donde se está juzgando a doce represores responsables del circuito represivo organizado en el sur de Santa Fe durante la última dictadura. “Santiago pudo confirmar su lugar de cautiverio por boca de dos oficiales, durante su estancia en el Batallón de Comunicaciones, de nombres Gauna y Berra”, relata el escrito firmado por las abogadas Gabriela Durruty y Jésica Pellegrini. La orden salesiana y el Arzobispado de Rosario niegan que ahí haya funcionado un centro clandestino.

 

Corría el convulsionado año 1968, la guerra de Vietnam, los movimientos sociales y rebeliones estudiantiles marcaban la época. En la Argentina, el militar Juan Carlos Onganía había llegado al poder dos años antes, tras derribar el gobierno de Arturo Illia. El sacerdote Mac Guire trabajaba en la villa rosarina Bajo Saladillo. Mac Guire formaba parte de los Sacerdotes del Tercer Mundo, como Carlos Mugica en Buenos Aires y Enrique Angelelli en La Rioja. Haciendo trabajo social, conoció a María Magdalena Carey, veinte años menor y de raíces irlandesas, como él. Se enamoraron, él dejó los hábitos y se casaron por civil. Tuvieron cuatro hijos. “Santiago era un militante peronista y siempre tuvo una vocación de servicio”, dice su hijo Lucas en una entrevista que le concedió a Infojus Noticias. Durante la charla, Lucas rara vez lo llamará “papá”, siempre dirá “Santiago”.

El secuestro y la “negociación”

La tarde del 18 de abril de 1978, Santiago había ido a buscar a Lucas al jardín de infantes. Con sus cinco años, Lucas vio cómo una patota militar se llevó a su padre. El niño se quedó solo en la calle, llorando, en el centro de Rosario. Lucas nunca pudo olvidar un cruce intenso de miradas con uno de los secuestradores. “Creo que no sabían qué hacer conmigo y por suerte me dejaron ahí”, dice hoy. Ese día comenzó el calvario de la familia Mac Guire: saber dónde estaba Santiago. Al hábeas corpus le siguió la respuesta más frecuente de aquel momento: no está bajo las fuerzas de seguridad.

 

“Mi mamá no tenía contactos militares ni policiales, así que fue al arzobispado con nosotros cuatro. Llorando, rogó por la vida del padre de sus hijos”, cuenta Lucas en su casa del barrio porteño de Congreso, con el fondo de las campanadas de un reloj antiguo que perteneció a su padre. Después de la visita al arzobispado, el general Adolfo Luciano Jáuregui, entonces jefe del cuerpo de Ejército con sede en Rosario, se apersonó a la casa a los Mac Guire.

 

“A mí y a mis hermanos nos encerraron en un cuarto. Jáuregui se sentó con otros militares y mi mamá en la mesa familiar”, recuerda, y señala una vieja mesa de roble. “Allí la empezaron a interrogar. Le decían que ellos no lo tenían a Santiago y que seguramente había sido secuestrado por alguno de los guerrilleros que solía cobijar en la casa. En ese entonces, mi casa era un desfiladero de tíos nuevos”, recuerda Lucas entre risas.

 

–¿Saben de otras personas que estuvieron en el centro clandestino con su papá?

–Santiago estuvo con Roberto Pistacchia y Eduardo Garat, que no soportó la tortura y murió; lo asesinaron. Cuando desde el arzobispado pidieron por Santiago, se confundieron y llevaron a Pistacchia. El arzobispo Guillermo Bolatti le pegó el grito en el cielo a Jáuregui por la confusión. Fue un trato de cúpula eclesiástica a cúpula militar. Por eso nosotros consideramos que la Iglesia más que cómplice fue coautora.

–¿Por qué piensa que a Santiago lo blanquearon y lo trasladaron a una cárcel común?

–Creo firmemente en un momento de coyuntura. Ya habían desmantelado los centros clandestinos más importantes, al menos de Rosario. Estaban llegando los organismos internacionales de derechos humanos y la prensa internacional informaba de las atrocidades que pasaban en el país. La peor barbarie ya había ocurrido. Cuando cae mi papá, ya habían levantado el centro clandestino Quinta de Funes.

 

A fines de noviembre, Santiago recuperó la libertad. Había pasado por las cárceles de Coronda, La Plata, Caseros y Rawson. “Cuando lo volví a ver en libertad, yo había cumplido once años”, dice Lucas. En democracia, Santiago denunció en la Conadep que cuando salió del centro clandestino fue trasladado al Batallón 121 de Rosario. Había recibido la visita de Bolatti y la del capellán Eugenio Zitelli, quien lo reemplazó en la parroquia popular del Bajo Saladillo.

 

En los años ’90, Santiago se ocupó de perseguir y escrachar a Zitelli a cada lugar donde era trasladado en su rol de sacerdote. Zitelli está imputado en la causa Guerrieri y cumple prisión domiciliaria. Santiago y su mujer, María Magdalena, se separaron, pero hace diez días ella declaró desde la cama de una clínica rosarina ante el fiscal Gonzalo Stara y el juez Marcelo Bailaque, titular del Juzgado Federal Nº 4 de Rosario.

 

–Nuestra querella está en instrucción y se está incorporando a la causa. La Iglesia niega este centro clandestino. Nosotros tenemos los papeles de la venta del terreno un año después (1979) a la Aeronáutica. Lo vendieron porque deben haber pasado muchas más personas por ahí. También para borrar huellas. Ahora el lugar está todo reformado.

 

–¿Qué esperan?

–Ojalá que la gente de la Iglesia recapacite, no quiero ofender a nadie. Ya sabemos que los salesianos no son curas de base. Tienen colegios privados, locales en shoppings. Mueven millones de pesos. Espero que alguno pueda decir que ese lugar se le prestó al Ejército un año antes de ser vendido. Serviría mucho.-

 

* De la Agencia Nacional de Noticias Jurídicas (Infojus).-

 

 

 

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15 décembre 2013 7 15 /12 /décembre /2013 20:38

El Gobierno de Obama no revelará el informe secreto de la CIA sobre Bahía Cochinos

Publicado: 15 dic 2013

La Administración de Barack Obama ha luchado este jueves para mantener en secreto la propia investigación interna de la CIA sobre el intento de invasión de Bahía Cochinos, en Cuba, en 1961.

Medio siglo después de la fracasada invasión a Cuba, y tres décadas después de que un historiador de la CIA completara el proyecto de estudio sobre el evento, un abogado del Gobierno de EE.UU. dijo al Tribunal Superior de Apelaciones que todavía no ha llegado la hora de publicar el documento.

"El paso del tiempo no lo ha hecho apto para ser publicado", dijo el procurador adjunto de EE.UU., Mitchell Zeff, a la Corte de Apelaciones de EE.UU. para el Distrito de Columbia.

El paso del tiempo no lo ha hecho apto para ser publicado


La entidad que solicita la publicación es el Archivo de Seguridad Nacional, que apela a la Ley de Libertad de Información para poder tener acceso al quinto volumen de la obra elaborada por un historiador de la CIA entre 1973 y 1984. Los cuatro primeros volúmenes ya han sido publicados.

Uno de los miembros de un panel de tres jueces, Brett Kavanaugh, señaló que los registros de la Convención Constitucional de 1787 estuvieron sellados durante 30 años. La ley que regula los registros presidenciales especifica que se convierten en públicos 12 años después de que el presidente deje el cargo.

"Una victoria de la CIA sería como poner un burka sobre cualquier proyecto de documento de un organismo", dijo Thomas Blanton, director ejecutivo del Archivo de Seguridad Nacional, citado por 'McClatchy Washington Bureau'.

La Administración, del mismo modo, sostiene que el proyecto de documento no se somete a la Ley de Libertad de Información, ya que es parte del proceso deliberativo de la agencia de inteligencia. "El efecto que tendría [su publicación] sería que los historiadores que trabajan en las historias internas de las agencias no adoptarían posiciones impopulares", argumentó Zeff.

Los representantes de la CIA mencionan que el quinto volumen no será publicado. 

El 16 de abril de 1961, unos 1.500 exiliados cubanos patrocinados por el Gobierno estadounidense invadieron Cuba desde el mar entrando por Bahía de Cochinos. La operación para derrocar al Gobierno de Fidel Castro entró en la historia como uno de los fracasos militares más humillantes.-



Texto completo en: http://actualidad.rt.com/actualidad/view/114281-cia-bahia-cochinos-administracion-corte

 

 

 

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14 décembre 2013 6 14 /12 /décembre /2013 17:51

Sábado, 14 de diciembre de 2013

COLOQUIO SOBRE EL PLAN DE EXTERMINIO CONJUNTO DE LAS DICTADURAS SUDAMERICANAS
El Cóndor sobrevoló el Senado francés
Los panelistas pusieron de relieve la trascendencia que tuvo el Plan Cóndor, su carácter multinacional y criminal, las víctimas que provocó y cómo reactivó el concepto de justicia universal.
Por Eduardo Febbro
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Garzón (der.) expone durante el coloquio sobre el Plan Cóndor en París.
 

Desde París

El Colectivo Argentino por la Memoria con el respaldo activo de la embajada argentina en Francia y del senador Jean Desessard organizaron en París un espléndido coloquio internacional sobre el Plan Cóndor. Tres décadas después de la recuperación de la democracia en la Argentina y cuando transcurrieron 21 años del descubrimiento de los llamados “archivos del terror” por parte del activista y defensor de los derechos humanos paraguayo Martín Almada, el coloquio que se celebró en el Senado francés abordó la cadena polifónica de este eje del mal compuesto por las dictaduras de América del Sur.

Los principales actores judiciales y los activistas de derechos humanos que intentaron e intentan desentrañar los meandros aún ocultos del Plan Cóndor estuvieron presentes en la capital francesa: desde el juez español Baltasar Garzón, Alicia Bonet-Krueger y Estela Belloni –respectivamente presidenta y cofundadora del Colectivo Argentino por la Memoria–, el mismo Martín Almada, el periodista norteamericano John Dinges, el profesor e investigador Gabriel Peries, la fiscal de la Audiencia Nacional de España, Dolores Delgado García, hasta la abogada francesa Sophie Thonon, el fiscal argentino Miguel Angel Osorio, el abogado chileno Eduardo Contreras o el director general de Derechos Humanos del Ministerio de Relaciones Exteriores, Federico Villegas Beltrán. Todos pusieron de relieve la trascendencia que tuvo el Plan Cóndor, su carácter multinacional y criminal, las víctimas que provocó y, a su manera paradójica, el papel que desempeñó en la reactivación del concepto de justicia universal que desembocó en el arresto del dictador Augusto Pinochet en Londres.

“El Plan Cóndor es parte de algo mucho más complejo”, resaltó el fiscal Miguel Angel Osorio mientras que Eduardo Contreras, defensor de las familias de las víctimas chilenas, destacó que “al Plan Cóndor le debemos la muerte de muchas personas en América latina”. Para Contreras, “este acuerdo siniestro urdido en Estados Unidos, y hecho suyo por los generales dictadores de la época, provocó mucho dolor, pero también nos ha unido a todos en la búsqueda común de recuperar la memoria, la verdad, la justicia y la reparación”. En este contexto preciso, el juez español Baltasar Garzón puso de relieve los avances realizados en la Argentina en materia judicial: “La Argentina puede estar orgullosa de ser un ejemplo mundial”, dijo Garzón. Lejos de haber terminado, el ciclo de las investigaciones continúa al ritmo de los nuevos descubrimientos. A este respecto, Martín Almada recordó que “inicialmente los archivos del terror eran tres toneladas. Ahora serán cinco”. Pese a las evidencias, las Justicias no están siempre dispuestas a enjuiciar a los culpables. Almada dijo a Página/12 que “debido a la impunidad que impera en Paraguay se tuvo que recurrir a la Justicia argentina”.

El periodista norteamericano John Dinges, autor del libro Los años Cóndor, cómo Pinochet y sus aliados llevaron el terrorismo a tres continentes, detalló la dimensión internacional del dispositivo represor y “las evidencias que esa internacionalización permitió rescatar. El hecho de que el Plan Cóndor haya sido internacional llevó a que se escapara del control de los gobiernos individuales y eso condujo a los juicios internacionales”. Esos juicios tienen, desde luego, un punto central: el caso del dictador Augusto Pinochet asumido por el juez Baltasar Garzón.

La fiscal de la Audiencia Nacional de España, Dolores Delgado García, recordó a la vez con orgullo y con nostalgia que esa intervención de una Justicia exterior fue “un paréntesis que luego se cerró, pero que marcó un antes y un después”. Pero antes de que ese paréntesis desapareciera intervino un hecho mayor que el abogado Eduardo Contreras califica como trascendente: “La detención de Pinochet en un país distinto consagró el principio de justicia universal”.

La Argentina, Chile, Bolivia, Paraguay, Brasil y Uruguay, las dictaduras de aquella época, colisionaron para “obtener información y detener a adversarios políticos”, según recordó Dolores Delgado García. “Esa coordinación las llevó incluso a actuar en Estados Unidos”, destacó el fiscal Miguel Angel Osorio cuando se refirió al asesinato del diplomático chileno Marcos Orlando Letelier, ultimado en Washington por agentes del régimen militar de Pinochet en 1976.

La fiscal de la Audiencia Nacional también rescató el hecho de que la detención en Londres de Pinochet reveló en toda su profundidad los aspectos más escondidos de la represión al tiempo que asestó un golpe severo a la imagen de Pinochet. A este propósito, John Dinges recordó que “el Plan Cóndor fue el argumento jurídico más fuerte que se podía desarrollar para que el caso valiera internacionalmente. Y así fue con un caso específico chileno”.-

 

efebbro@pagina12.com.ar

 

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13 décembre 2013 5 13 /12 /décembre /2013 14:18

Viernes, 13 de diciembre de 2013

El calor del pan
Por Juan Forn
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En la última noche de 1926, Joseph Roth estaba en Moscú como periodista del Frankfurter Zeitung y pasó el Año Nuevo con un grupo de gente que fue llegando silenciosamente a su habitación de hotel, con botellas de vodka escondidas en los bolsillos. En Moscú, en 1926, ya había que cuidarse bien de lo que se decía delante de otros, pero el vodka fue soltando las lenguas y de pronto uno dijo: “En esta habitación vivió Kargan unos meses”.

 

Todos soltaron los comentarios de rigor (es decir, todas variantes de la palabra traidor), pero después uno se animó a decir que lo había conocido en la prisión en Siberia, otro reconoció que lo había tratado en la clandestinidad del exilio, otro dijo que estuvo a sus órdenes en el Soviet de Petrogrado, y de a poco empezó a armarse ante los ojos de Roth una desordenada biografía coral sobre aquel revolucionario caído en desgracia, mientras la habitación de hotel se iba vaciando inadvertidamente (mejor no hablar de ciertas cosas, mejor ni siquiera oír ciertas cosas si uno quería evitar los problemas en Moscú en 1926).

 

En los tiempos del zar, como se sabe, caía en prisión un revolucionario y al tiempo se escapaban dos. Los revolucionarios decían que las cárceles eran sus universidades porque, en las horas muertas de encierro, los veteranos transmitían a los novatos lecciones sobre teoría y praxis de la revolución. La praxis era el plan de fuga, porque la obligación de cada revolucionario que caía preso era convertir a uno y fugarse después con él. Por eso empezaron a mandarlos a Siberia. Déjenme describir Siberia tal como aquellos conjurados se la describieron a Roth en la larga noche de Año Nuevo del ’27: primero quedaba atrás el ferrocarril, después el barco, después los carros y los caballos, después los árboles, seguían a pie hasta donde no había nada (ellos mismos tenían que construir sus barracas) y de pronto veían que el cielo se combaba sobre sus cabezas como una bóveda de plomo soldada a la tierra en el horizonte. Estaban encerrados bajo el cielo. No había muros, no había rejas, no hacía falta (la ley decía que el sitio a cumplir condena debía estar “a diez verstas de una ciudad, a diez verstas de un río, a diez verstas de las vías del tren, a diez verstas de un camino”, pero esas diez verstas terminaban siendo quinientas).

 

Aun así, los revolucionarios se seguían escapando, casi siempre de a pares. El objetivo era llegar a la frontera. Para no atraer la atención iban separados y se juntaban cada tanto en un punto acordado. Entre encuentro y encuentro, la tribulación por la llegada del otro era mayor, hasta que los peligros que, en la imaginación de cada uno, podía estar viviendo el otro superaban la preocupación por uno mismo.

 

La frontera se cruzaba de noche y siempre pasaba lo mismo: se llegaba al otro lado con las primeras luces, cuando todavía no había amanecido, y todos los fugitivos hacían lo mismo: se daban vuelta un instante en la dirección que habían venido y se prometían no tener descanso hasta volver. Esa era la escuela de carácter del revolucionario.

 

La leyenda dice que, aquella noche de Año Nuevo de 1927, no fue el nombre de Kargan sino el de Trotski y el que originó las confesiones. El equívoco lo generó el título que le dio Roth a la novela que escribió al respecto: El profeta mudo. Roth no la publicó en vida: un manuscrito incompleto, pasado a máquina y fechado en 1929, quedó en Berlín cuando Roth huyó de los nazis, y el resto estaba en un cuaderno, escrito a mano y fechado en 1930, que quedó entre sus cosas en el hotel de París donde murió de cirrosis antes de que llegaran los nazis. Recién se juntaron ambas piezas cuarenta años después, y para entonces la monumental biografía que Isaac Deutscher escribió sobre Trotsky era tan famosa (tres tomazos titulados El profeta desarmado, El profeta armado y El profeta desterrado) que se decretó, y hasta el día de hoy se acepta, que la novela de Roth era una biografía velada del autor de Mi vida y La revolución traicionada. Déjenme recordarles que esos dos libros, además de ser sin discusión los dos mejores de Trotsky, fueron escritos ambos ya en el exilio: Roth no llegó a leerlos. En cambio, había conocido revolucionarios rusos desde su juventud: a los primeros los conoció exiliados, en Berlín, en Praga, en París o en Zurich, fraguando en la clandestinidad su retorno a la patria. Después, cuando sus aventuras periodísticas lo llevaron de travesía por los confines del imperio austrohúngaro, los había visto cuando cruzaban la frontera, piel y huesos, famélicos y enfermos, pero con la misma escalofriante electricidad en la mirada extraviada. Y, después de la Revolución, los había vuelto a ver en Rusia. Habían retornado todos con Lenin en el tren blindado a Petrogrado, habían peleado en las filas del ejército rojo contra los blancos, habían tenido tal camaradería con la muerte y el peligro, con el sacrificio y el anonimato, que ya convivían con él como el empleado con su rutina; en los raros momentos de sinceramiento temían padecer “el componente pequeñoburgués del peligro”.

 

Luego de evitar lo que más temían (que el zar pasara de emperador a administrador, a la manera del Kaiser alemán o el emperador austrohúngaro; que la autocracia cediera lugar a la burocracia), luego de lograr la Revolución, llegaron del frente y descubrieron que en la nueva era los escritorios se habían vuelto muebles más significativos que los tronos: abogaduchos, escribientes, contables, comerciantes y hasta suboficiales y oficiales se abalanzaban sobre las sillas vacías de las mil oficinas de la nueva burocracia. La mitad de esas oficinas estaban en las sombras, y en ellas se resolvía el destino de esos rezagados de la historia que no sabían adaptarse a los nuevos tiempos. “Para hombres como nosotros, Siberia es la única morada posible”, le oyó decir Joseph Roth a uno de esos hombres en el Año Nuevo del ’27 en Moscú y por eso decidió escribir una novela sobre ellos: porque la historia ya se los estaba devorando de a puñados sin escupir el carozo, como habría de pasarles a él y a los de su clase en Alemania y el resto de Europa poco después.

 

Uno de los conjurados de aquella noche le contó un diálogo que había tenido con un compañero en Siberia, el compañero con el cual emprendería la fuga después.

 

Echados uno contra el otro en el barracón, para resguardarse del frío, uno preguntaba en la oscuridad: “¿Con qué estás soñando?”. El otro contestaba: “Con panes. Con el aroma del pan que se sentía al pasar frente a una panadería”. Sí, sobre todo de noche, decía el otro. Y especialmente en invierno: te llegaba de pronto un calor animal a los sótanos del alma. Un calor de pan. Por eso estamos aquí, decía entonces el que soñaba: porque no todos los hombres tienen pan. Y agregaba: “Así de simple es, en el fondo. Somos como el hombre que no sabe nadar pero igual se tira al agua a salvar al que se está ahogando, y se va al fondo. A veces consigue salvar al otro pero igual se va al fondo. Y nadie sabe si en ese último instante se siente una felicidad intensa o una rabia amarga”.-

 

 

 

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11 décembre 2013 3 11 /12 /décembre /2013 23:01

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El legado de Mandela: las trampas de la historia

by José Antonio Gutiérrez D.

Mandela hoy es un ícono polivalente, de muchas caras, con sus luces y sus sombras. Las luchas del pueblo sudafricano contra el apartheid son un patrimonio de la humanidad, un hito importante en el proceso de humanización de nuestra torturada especie. Pero también estas luchas encapsulan las contradicciones de su tiempo: animadas por los valores de la izquierda, terminan entrampadas en el estrecho horizonte ideológico del neoliberalismo, donde la igualdad de todos fue entendida apenas como libertad ante el omnipotente mercado.

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Camisetas de la Federación de Estudiantes Conservadores: "Ahorquemos a Mandela y todos los terroristas del ANC. Son unos carniceros"


El legado de Mandela: las trampas de la historia

Siniestros personajes de otras tierras han venido a nuestro pueblo,
Buscan a Bafazane,
Y quieren meterle algunos tiros, oh no,
Dicen que su palabra es estruendosa y que su gente es demasiado orgullosa,
Y que no se darán por vencidos mientras él esté por ahí,
Es el cielo encima nuestro lo que él ama.

(Juluka, Bullets for Bafazane –Balas para Bafazane, 1983)

Gavin Brown, un activista británico que por años denunció y se movilizó en contra del odioso régimen del apartheid sudafricano, comentó el día viernes, durante una conferencia en el Trinity College de Dublín que, “al enterarme esta mañana de la muerte de Mandela, me sorprendió mucho saber que todo el mundo estaba en contra del apartheid y del régimen sudafricano. Incluso David Cameron, el primer ministro británico, dijo que era una inspiración para él, aunque lo que recuerdo es que cuando era líder de la Federación de Estudiantes Conservadores vendían camisetas con el eslogan de ‘Ahorquemos a Mandela’”. Esta memoria sintetiza a la perfección no sólo la hipocresía de la llamada “comunidad internacional”, que hoy celebra a una figura a la cual potencias como Estados Unidos o Inglaterra tildaban de terrorista, mientras apoyaban generosamente la dictadura del racismo institucionalizado en Sudáfrica. También refleja el campo de batalla en que se convierte la memoria histórica y el legado político de una figura tan compleja como Mandela, a quien, con razón o sin ella, tanto la izquierda como la derecha reclaman. Que quienes lo encerraron, lo insultaron, lo torturaron, o apoyaron su encierro y al régimen que lo mantenía tras las rejas, hoy lo elogien, es algo que debería llevarnos por lo menos a desconfiar de los tributos oficiales.

Por supuesto, que hay uno que otro personaje recalcitrante y lunático como David Horowitz que en un excepcional obituario tilda a Mandela de “terrorista impenitente”[1]; pero esa no es sino la excepción que confirma la regla. Su diatriba contra Mandela no es gratuita: les recuerda a la derecha global lo que repetían incesantemente hasta hace algunos años, mientras el resto del mundo gritaba “Free Mandela” (Liberen a Mandela). La derecha, bien se sabe, nunca ha sido conocida por su coherencia. Pero lo cierto es que el legado político de Mandela no es claro, ni es tan sencillo como a primera vista lo parece. ¿Cuál es el Mandela que celebramos? ¿El que fue un ícono de la lucha contra el racismo institucional o el que estrechó la mano de la Reina Isabel II? ¿El Mandela que creía en la igualdad irrestricta de todas las personas, o el que terminó administrando una sociedad que, mientras ganaba formalmente en igualdad racial, terminó acrecentando exponencialmente las desigualdades sociales? ¿El Mandela comunista o el Mandela neoliberal que profundizó las privatizaciones en los ’90? ¿El líder revolucionario o el conciliador? ¿El Mandela de la negociación de paz o el Mandela que agitaba la lucha armada?

La revista Semana publicaba un artículo en el que se decía, con una falta de sentido histórico impresionante, que Mandela derrotó al apartheid con el poder de su palabra[2]. Esto es mentira. El apartheid fue derrotado con la lucha y la movilización activa de todo un pueblo, que aplicó la fórmula, tan odiada como temida tanto por la oligarquía como por la socialbacanería colombiana, de la “combinación de todas las formas de lucha” (fórmula que, por cierto temen sólo cuando usa el pueblo, porque los ricos la vienen usando desde siempre). El apartheid cayó por la movilización masiva de las comunidades marginalizadas, por las huelgas de los mineros, y por la lucha armada de un sector del Congreso Nacional Africano (ANC). Sí, tal cual lo oyen, lucha armada. Palabra, organización, unidad, pero también dinamita.

Por supuesto, también están los rapsodistas del status quo, como Vargas Llosa (un derechista de ultratumba) que reconocen que Mandela recurrió a la lucha armada, pero que una vez que descubrió su error de criterio, y abrazó el diálogo político, se abrieron las puertas a la paz y la reconciliación en Sudáfrica[3]. Este argumento, lo reproduce Semana en otro artículo publicado con motivo del deceso del líder sudafricano, tratando de llevar un poco de agua al molino colombiano: “Mandela (…) declinó el uso de las armas poco antes de salir de la cárcel, en 1990. Estaba convencido de que un acuerdo político lo llevaría más pronto y de manera menos sangrienta al cumplimiento de sus objetivos. Su propósito no eran las armas. Era la democracia”[4]. Un argumento bobo: el objetivo de ningún movimiento guerrillero, ni en Sudáfrica ni en Colombia, son las armas sino cambios sociales profundos. Esto lo recuerda bien la avalancha de propuestas que las FARC-EP han llevado a La Habana. Propuestas las cuales, huelga aclarar, no habrían estado nunca en la agenda política del país de no ser por la existencia de un conflicto social y armado, nos guste o no. El recurso a las armas se da cuando los caminos para conseguir esos planes se estiman institucionalmente bloqueados.

Este tipo de argumentación, que ve la lucha armada como un capricho de desadaptados y no como respuesta a la violencia de Estado, busca hacer recaer el peso de la responsabilidad en un conflicto armado sobre los hombros de quienes se rebelan sobre la injusticia y no sobre quiénes la alimentan. Se sobredimensiona el rol de ex rebeldes “arrepentidos” así como la supuesta “generosidad” del poder, a la vez que minimiza los sacrificios del pueblo. No es casual que en Colombia este tipo de argumentos, tan cómodos para el poder, encuentran un eco importante en los medios o que Sergio Fajardo lamente que no haya un Mandela colombiano en el proceso de paz[5]. En realidad, en Sudáfrica hubo conflicto armado hasta que el bloque en el poder se decidió a negociar con los rebeldes. Así no más será también en Colombia.

Mandela hoy es un ícono polivalente, de muchas caras, con sus luces y sus sombras. Las luchas del pueblo sudafricano contra el apartheid son un patrimonio de la humanidad, un hito importante en el proceso de humanización de nuestra torturada especie. Pero también estas luchas encapsulan las contradicciones de su tiempo: animadas por los valores de la izquierda, terminan entrampadas en el estrecho horizonte ideológico del neoliberalismo, donde la igualdad de todos fue entendida apenas como libertad ante el omnipotente mercado. La Sudáfrica que soñaron quienes se opusieron con todos los medios a su disposición al apartheid no es aquella que terminó masacrando a los mineros en Marikana en Agosto del 2012, ni en la cual el 50% de la población se debe contentar con apenas el 8% de la renta nacional, ni en la cual una cleptocracia multicolor enquistada en el Estado se divide los despojos de la corrupción rampante. Esa Sudáfrica sigue siendo una tarea pendiente, con Mandela o sin él.

José Antonio Gutiérrez D.
9 de Noviembre, 2013


[1] http://www.frontpagemag.com/2013/david-horowitz/nelson-...2013/
[2] http://www.semana.com/mundo/articulo/un-gigante-de-la-h...100-3
[3] http://elpais.com/elpais/2013/06/27/opinion/1372345409_....html
[4] http://www.semana.com/mundo/articulo/lecciones-de-mande...323-3
[5] http://www.semana.com/nacion/articulo/para-paz-necesita...983-3

http://www.anarkismo.net/article/26518


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11 décembre 2013 3 11 /12 /décembre /2013 22:17
A 40 años del golpe en Chile, con Julio Baráibar: “En el Estadio Nacional veíamos como mataban a la gente”

Escrito por: Ana María Mizrahi

Baráibar: “En setiembre del 73 en el Estadio de Chile a muchos compañeros los obligaban a correr y los fusilaban por la espalda”

Julio Baráibar, hoy embajador itinerante de Uruguay designado por el presidente Mujica,  se fue del país en diciembre de 1972, y salió a Chile. En setiembre del 73 estuvo preso en el Estadio Nacional y finalmente salió al exilio en Suecia.

Durante la dictadura encabezada por Augusto Pinochet 17 mil personas estuvieron detenidas en el Estadio Nacional de Chile

¿Hace 40 años usted estuvo preso en el Estadio Nacional de Chile?

Es un momento histórico, y lo recuerdo a partir de lo difícil que pasamos en aquellos días.

¿El MLN – Tupamaros eligió Chile como destino. Porqué?

Chile tenía un gobierno democrático, de izquierda dirigido por Salvador Allende y nos daba garantías a todos aquellos que luchábamos y se nos perseguía por razones políticas en nuestros países. Corrían años muy complicados.

¿Usted se va de Uruguay en diciembre de 1972?

En ese diciembre me van a buscar y no me encuentran porque se equivocan de dirección. De allí salgo para Chile. En Santiago vivía junto con mi familia en un edificio muy cercano del Palacio de la Moneda (Casa de gobierno). El día del Golpe, se escuchaba el ruido de los aviones que volaban muy bajo y se dirigían a La Moneda. En las radios se escuchaban la versión de los golpistas.

La situación de los refugiados era muy difícil, lo primero que hizo la Junta Militar fue amenazarnos. El mensaje era los que tienen que temer son aquellos que llegaron a Chile para enseñarnos a matarnos entre los chilenos. Con mi familia y algunas familias amigas creíamos que había que evitar caer presos en esos primeros días. Sí te agarraban por el solo ello de ser extranjero podías perder la vida.

Un tiempo antes del golpe Salvador Allende estaba preocupado por lo que le podía pasar a los extranjeros y llegó a un acuerdo con Cuba. Fueron muchos los uruguayos los que salieron para la isla. Allende se preocupó en particular de los uruguayos.

¿Cientos de uruguayos?

J. Baráibar. Foto y video Mariana Costa / LARED21

Sí, eran cientos.

Nosotros no nos quisimos ir y preferimos quedarnos junto con los chilenos y también queríamos quedarnos cerca de nuestro país y Chile geográficamente era como estar en el barrio.

Pensamos que en Chile iba haber una resistencia del pueblo, de los trabajadores organizados, de los partidos políticos de izquierda y prácticamente eso no ocurrió. El Ejército chileno estaba muy bien organizado y se aseguró que los trabajadores no tuvieran acceso a las armas. Las armas que deberían haber llegado a las fábricas nunca llegaron.

Recuerdo que aquel 11 de setiembre fui adonde había quedado en ir, la fábrica de Fideos LUCHETTI, en el cordón industrial, en una zona céntrica. La madre de mi hijo estudiaba en la Escuela Industrial y fue hacia allí. En ambos lugares los encargados nos dijeron que a los extranjeros nos aconsejaban que nos fuéramos, ellos no tenían armas y no había forma de defenderse. En los medios de comunicación se decía que los que debían temer eran los extranjeros.

Recuerdo que tanto mi esposa como yo volvimos a pie a nuestra casa, a esa altura era las dos de la tarde. Nos juntamos con otros uruguayos y concluimos que debíamos irnos. Éramos mi señora y 3 niños. Además de un matrimonio amigo con un hijo. Salimos a caminar para buscar una iglesia, un convento, un lugar para protegernos para que no fuera fácil fusilarnos.

Sabíamos que estaban fusilando gente, caminamos mucho y encontramos una especie de colegio católico. Nos metimos y no nos querían, luego de largas discusiones aceptaron alojarnos. Primero nos pidieron que partiéramos a la mañana siguiente y al final logramos quedarnos tres días. Fue muy importante haber estado protegidos esos tres días. Lo que sucedió con nosotros habla mal de la Iglesia aunque reconocemos que haber estado ahí nos salvó la vida. El 14 regresamos a nuestra casa y el portero del edificio nos dice que nos habían venido a buscar y que habían dicho que debíamos presentarnos en el Ministerio del Interior.

Mientras evaluábamos que hacer, el Ejército invadió el edificio, entraron a nuestro apartamento y nos dijeron que nos tiramos al piso. Luego me pidieron las cédulas de todos. Mi esposa con los nervios del momento, no la encontraba. Se me ocurrió entregar 7 cédulas y mi libreta de conducir, el militar miró por arriba, no se dio cuenta y pasó. Nos dijeron mañana se tienen que presentar a las 8.

Al otro día a las 7 de la mañana mi esposa y los niños se fueron hacia la embajada uruguaya y regresaron al país. En mi caso con otro matrimonio amigo fuimos al Ministerio del Interior, a ellos les dieron el salvoconducto para irse a Argentina y a mí me dejaron detenido, me metieron en una celda y al otro día me trasladaron al Estadio Nacional de Chile.

¿Y allí estuvo un mes detenido?

Estuve del 16 de setiembre al 16 de octubre. Fue brutal, veíamos como mataban a la gente. A algunos los obligaban a correr por el predio externo del Estadio y los fusilaban. Escuchábamos los gritos de los que eran torturados y además no nos dieron de comer en 30 días. Lo único que teníamos era el agua de las canillas del Estadio. La Cruz Roja Internacional entraba y repartía naranjas y se las comían los soldados. Nosotros nos comíamos las cascaras, pasto y lo que había en la basura. Con el paso de los días nos organizamos para conseguir comida e información. Había 10 compañeros que se dedicaban a juntar comida, iban donde estaban los comedores de los militares y algo se conseguía aunque no era fácil. La organización nos ayudó, no podíamos funcionar en asamblea porque no se permitían reuniones de más de cinco personas, creamos 12 grupos de 5. En mi caso fui designado para negociar en nombre del grupo de uruguayos. Éramos 58. Uno de los grupos hacía información e inteligencia. En base a la información que se conseguía planificábamos el funcionamiento y allí armamos una estrategia primero para que no nos mataran, segundo para salir de allí, tercero para conseguir comida y también cigarrillos. Los grupos salían a recorrer el Estadio y nos enteramos de los embajadores extranjeros que llegaban a defender a detenidos de sus países. Lo que hice fue presentarme para pedirles ayuda y darle la lista con los nombres de los uruguayos detenidos. Nadie sabía cuántos éramos. El embajador de Suecia y Belela Herrera jugaron un papel fundamental. Negociaron con la dictadura nuestra salida y lo lograron.

La salida de los uruguayos del Estadio fue traumática. La dictadura dijo salen 50 y quedan 8 para llevarlos ante la Justicia Militar. Ir a la Justicia Militar era condenarlos a la muerte. Nos negamos y negociamos con los funcionarios que debían controlar. El control lo hacían dos funcionarios administrativos del Ejército. Nosotros los engañamos y eso les costó la vida. A otro día de nuestra salida fueron ejecutados. Y el Mayor chileno de apellido Lavandero el segundo en importancia en el Estadio Nacional apareció con un tiro en la boca. Dijeron que se había suicidado pero yo no lo creí.

Del Estadio de Chile nos llevaron en ómnibus hacia la Embajada de Suecia. Al otro día el embajador sueco Harald Edelstam fue citado por el Ministerio del Interior donde le informaron que no nos darían el salvoconducto y que en textuales palabras le dijeron: se van a pudrir aquí y no los vamos a dejar salir del país. La presión internacional permitió nos diera el salvoconducto.

El día de la partida ya estaban todos los uruguayos en el avión, me estaba despidiendo del personal de las diferentes embajadas cuando tres hombres me agarran por la espalda e intentan subirme a un auto negro. Los uruguayos bajaron del avión, empezaron a gritar y el embajador sueco y yo empezamos a forcejear y finalmente me tuvieron que soltar.

Julio Baráibar

Julio Baráibar fue militante del MLN Tupamaros en 1972 al ser requerido emigró de Uruguay. Desde diciembre de 1972, trabajó primero como camionero, y luego de inspector de Abastecimientos y Precios en el Chile de Salvador Allende. Cuando el Golpe de Estado del 11 de setiembre, cae detenido en el Estadio Nacional y finalmente obtiene el salvoconducto para salir a Suecia. En Estocolmo, Suecia, se graduó como Licenciado en Pedagogía de Familia.
Actualmente es embajador itinerante del gobierno del Frente Amplio

Belela Herrera

En 1973 Belela Herrera residía en Chile y estaba casada con César Charlone, encargado de negocios de la Embajada Uruguaya en Chile. En ese año pasó a ser funcionaria del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR). Desde ese lugar ayudó a cientos de extranjeros que escapaban de la dictadura encabezada por Augusto Pinochet en Chile.
En 1985 asume la Presidencia de la Comisión de Asuntos y Relaciones Internacionales del Frente Amplio. Entre 2005 y 2008 fue designada como vicecanciller del gobierno de Tabaré Vázquez.

Harald Edelstam

Harald Edelstam fue diplomático y embajador sueco, recordado por sus intervenciones en Noruega durante la Segunda Guerra Mundial, cuando protegió y rescató a personas de religión judía y  en Chile en 1973, donde rescató y protegió a numerosos perseguidos políticos después del golpe militar de Augusto Pinochet.-

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8 décembre 2013 7 08 /12 /décembre /2013 20:10
La Justicia argentina escucha los horrores del franquismo

Trece querellantes españoles testifican ante la magistrada María Servini de Cubría sobre los crímenes cometidos por la dictadura: desapariciones forzadas, exterminios, robo de bebés, deportaciones, detenciones ilegales, torturas y vejaciones

ANA DELICADO Buenos Aires 08/12/2013Querellantes españoles testificaron ante la jueza sobre los crímenes del franquismo. ANA DELICADO

Querellantes españoles testificaron ante la jueza sobre los crímenes del franquismo. ANA DELICADO 

La magistrada María Servini de Cubría ya tiene en sus manos una representación de todo el abanico de delitos que cometió el régimen franquista en la guerra civil y en la dictadura. Durante cuatro días han pasado por su juzgado 13 querellantes españoles que testimoniaron sobre los crímenes perpetrados durante el régimen de Franco: desapariciones forzadas, exterminios, robo de bebés, deportaciones, detenciones ilegales, torturas y vejaciones. Este viernes, los últimos tres declarantes que acudieron al Palacio de Justicia de Buenos Aires fueron Jon Arrizabalaga, Felipe Moreno y Ángela Fernández Carballeda.

El testimonio de Arrizabalaga es esencial porque es quien se querella contra el ex guardia civil Jesús Muñecas Aguilar (77 años), que por primera vez tuvo que declarar ante el juez Pablo Ruz por la orden de extradición, dictada desde Argentina, que pesa sobre él. "Me he quitado una mochila bastante pesada", reconoce a Público. "Se la he dejado ahora a los que torturaban".

Itziarren semea, un himno del País Vasco contra la tortura que fue compuesto por el histórico dirigente del PNV Telesforo Monzón, se inspira en el hermano del querellante, Andoni, quien fue detenido y torturado por Muñecas, y condenado a muerte por una sentencia que no llegó a cumplirse, pero que no le evitó más de 8 años de prisión.

"Tengo dos hermanos que también fueron torturados por Muñecas", revela Arrizabalaga. "Ellos han dado ya curso a la querella por los vejaciones que sufrieron en 1976. La verdad tiene que ir hacia delante".

El sadismo de las torturas

Felipe Moreno, coordinador de las víctimas en Catalunya, se querella contra el otro imputado por la Justicia argentina, Antonio González Pacheco -Billy el Niño-, de 67 años.

Moreno hizo un repaso pormenorizado de los tormentos que sufrió durante los 13 días en los que fue interrogado en la Dirección General de Seguridad, en plena Puerta del Sol. "El Estado del poder franquista estaba nervioso porque sabía que Franco estaba por fallecer", indica. Billy el Niño era el que más se ensañó.

Después lo trasladaron a la cárcel de Carabanchel, donde pasó a una celda de castigo, incomunicado durante un mes y medio. En total, estuvo dos años en prisión, sin defensa jurídica. Todavía hoy sufre secuelas psicológicas y físicas: un testículo desprendido, una hernia de hiato, un talón roto y la pelvis desplazada. No salió de la cárcel hasta la Ley de Amnistía de 1977.

El querellante ha declarado en los tribunales un día después de que Billy el Niño fuera citado por el juez Pablo Ruz. "Lo vi asustado y con miedo", reflexiona Moreno. "Él mismo reconoce que ha sido un torturador y por eso tiene miedo de que le reconozcan los demás. Por eso se tapaba la cara. Eso demuestra un complejo que lo lleva a tener esas actitudes sádicas de pegar a los demás. Espero que la Justicia argentina lo extradite y lo juzgue aquí".

"Campo de concentración y exterminio"

La última declarante en prestar su testimonio fue Ángela Fernández Carballeda, que denunció las torturas que sufrió en el preventorio infantil Guadarrama (Madrid), al que se ha referido como "un campo de concentración y de exterminio de identidad para niños pobres o pertenecientes a familias republicanas".

"He salido muy contenta pese al dolor que produce la movilización interna de contar los horrores que hemos sufrido", cuenta Fernández, que ha interpuesto tres querellas: "Una por la muerte de mi padre, de la que hago responsable a la dictadura y a la Iglesia", enumera. "Otra por un tío mío que pasó 20 años en la cárcel, al que querían condenar a muerte, y la tercera es por mí y por otras 200 mujeres que han dado su testimonio, porque fuimos víctima del trato espantoso que pasamos en el preventorio antituberculoso".

Originalmente eran quince querellantes las que denunciaron tratos vejatorios en estos centros, pero desde Buenos Aires ha recibido la noticia de que nuevas compañeras se han sumado a la denuncia, según le ha comentado su compañera Alicia García Romea, que sigue el caso desde Madrid.

"Denuncio a Falange española, que creó todo el tinglado de auxilio social que afectaba también a orfanatos y reformatorios con los que hicieron negocio. Tenían una meta: erradicar, mediante el pavor, todo vestigio y hálito de rebeldía frente a la dictadura, y para eso, nada mejor que empezar con los niños".

Fernández explica que cada tres meses llegaba un contingente de 500 niñas al preventorio de Guadarrama y 700 niños al de La Sabinosa (en Tarragona), por el que pasó su hermano. "Nos decían que nuestras madres nos habían dejado allí para hacer de putas, y que los que tuviéramos muertos o familiares en las cárceles éramos basura".

Niños robados

Uno de los asuntos más ocultados durante la dictadura española fue la sustracción de menores a familias republicanas. El exjuez Baltasar Garzón cifró en 30.000 los niños robados. Por eso Soledad Luque Delgado, otra querellante que denunció ante la jueza la apropiación de su hermano mellizo, se reunió con Pablo Parenti, coordinador de la Unidad especializada en casos de apropiación de niños durante el terrorismo de Estado.

"Necesitamos un organismo como el que hay en Argentina", afirmó a este diario. "Se me saltaban las lágrimas cuando me contó Parenti en qué consistía su unidad, que está de parte de las víctimas. Con una sospecha, aquí ya se ponen a buscar, y llevan la investigación a manos del juez para solicitar las pruebas de ADN. Una familia denuncia una desaparición y en España se archiva el caso porque ha prescrito o no hay pruebas. ¿Qué nos pasa?".

La última actividad con la que los querellantes se despidieron de Argentina fue su visita a la exposición Presas de Franco, sobre las defensoras de la II República reprimidas por rojas y por mujeres, que está compuesta con archivos cedidos por la Fundación de Investigaciones Marxistas y por el Partido Comunista español.

Balance final

Casi 30 personas terminan aquí un viaje de gran trascendencia que tenía por finalidad impulsar la causa contra el franquismo abierta en Argentina y declarar ante Servini de Cubría.

Las víctimas del franquismo ha entregado a la jueza los documentos y las pruebas de crímenes de lesa humanidad que hasta ahora no habían podido presentar desde España.  Mientras la Fiscalía española sostiene que los delitos de la dictadura franquista están prescritos, una magistrada en Buenos Aires aceptó llevar a la práctica el principio de justicia universal que reconoce la Constitución de su país e investigar los crímenes cometidos en España entre el 17 de julio de 1936 y el 15 de junio de 1977, fecha de las primeras elecciones democráticas.

La jueza ha ordenado hasta ahora dos órdenes de extradición contra los imputados Jesús Muñecas y Billy el Niño, pero quienes la han visto creen que llegará mucho más lejos. Tiene en sus manos la posibilidad de devolverle a España la memoria y la justicia que le fue arrebatado a este país, y ella parece que comienza a conciliarse con la idea de liderar el quiebre de los 78 años de impunidad del franquismo. -

 

 

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8 décembre 2013 7 08 /12 /décembre /2013 15:50

Domingo, 8 de diciembre de 2013

Chile, más allá de los insultos
Por Ariel Dorfman *

Una sola vez tuve el desagrado de ver en acción, de cerca y personalmente, a Evelyn Matthei, la candidata derechista que aspira a ser presidente de Chile y que este domingo 15 de diciembre ha de ser derrotada en forma contundente por Michelle Bachelet.

El encuentro –si así se lo puede llamar– sucedió el 8 de octubre de 1999, casualmente en la ciudad de Londres. Un año antes, los ingleses habían detenido al general Augusto Pinochet por crímenes contra la humanidad y ese día se esperaba que el juez británico Ronald Bartle dictaminara si había razones para extraditar al ex dictador chileno a España. Como me encontraba de paso en Londres para asistir con mi mujer Angélica a un festival literario, decidí caminar, temprano por la mañana, hasta la Magistratura de Bow Street.

Me dio la bienvenida un ruido ensordecedor. Separados por un fuerte contingente policial, dos grupos de chilenos se enfrentaban con furia: la banda más numerosa, hombres y mujeres que habían sido torturados por la policía secreta de Pinochet antes de que los expulsaran del país, trataban de callar a gritos a la otra caterva vociferante que acababan de volar a la capital inglesa desde Santiago para ofrecer apoyo a su héroe preso. Se rumoreaba que el pasaje a Londres, amén de su estadía, corría por cuenta de la Fundación Pinochet, organizadora de lo que se llamaba, jocosamente, los “pinotours”.

De pronto, desde las entrañas iracundas de la multitud pinochetista, surgió una figura que yo había visto únicamente en fotos y por televisión. Era Evelyn Matthei, entonces senadora, recién llegada de Santiago, y famosa por la vulgaridad con que trataba a sus adversarios. Pero nada me había preparado para la cloaca de improperios que brotaron de su boca. Insultaba a los exiliados con una serie de exabruptos soeces que prefiero, por discreción, no reproducir acá, pero que no dejaban muy bien a la madre o la orientación sexual de aquellos que, a pocos pasos de ella, clamaban por justicia.

La grosería de la Matthei resultaba aún más chocante al provenir de una mujer elegantemente vestida, cuyas manos alzadas como garras habían tocado delicadamente el piano, una vocación que, para el colmo de las ironías, había perseguido precisamente en este mismo Londres décadas atrás. Más inquietante fue la lenta realización de que aquellos que recibían tal asalto verbal estaban escuchando las exactas, hirientes palabras que habían acompañado la tortura sufrida en los sótanos de la dictadura. La flamante pinochetista replicaba, supongo que inconscientemente, una situación traumática, retornando a las víctimas al momento de su más brutal humillación.

Recordando la vileza de ese momento catorce años más tarde, me doy cuenta hoy de algo que en esa ocasión ni yo ni nadie podría haber anticipado: Michelle Bachelet, la que es ahora su rival en la segunda vuelta presidencial, también había oído una similar jauría de agravios mientras la amenazaban y golpeaban cuando fue arrestada, junto a su madre, Angela Jeria, en enero de 1975.

¿Su culpa? Ser familia del general Alberto Bachelet que había aceptado un puesto de rango ministerial en el gobierno socialista y democrático de Salvador Allende. Y cuando Allende fue derrocado el 11 de septiembre de 1973, como tantos otros, el general Bachelet cayó preso, pagando con su vida aquella lealtad a la Constitución. En marzo de 1974 murió de un infarto cardíaco, directamente inducido por las torturas sufridas.

La paliza simbólica que Michelle Bachelet está a punto de propinarle en las elecciones venideras a la mujer que maltrató en Londres a sus compañeros de infortunio me llena, por lo tanto, de una íntima satisfacción. Esa victoria se vuelve aún más significativa si tanteamos la historia más personal de las dos contendientes.

Ambas se conocen desde pequeñas, cuando jugaban juntas en un barrio de Antofogasta, donde sus padres, oficiales de la fuerza aérea, estaban destinados. Mucho se ha escrito –y me incluyo– sobre la circunstancia extraordinaria de que Fernando Matthei, padre de Evelyn, fuera el mejor amigo de Alberto Bachelet. Y que meses después del golpe de Estado Matthei fuera nombrado director de la Academia de Aviación, teniendo una oficina en la proximidad del subterráneo donde maltrataban a su camarada de armas, sin que Matthei lo visitara ni levantara la voz para ayudarlo. Si lo hubiera hecho, no podría haber llegado a ser ministro de Salud de Pinochet ni, poco después, miembro de la Junta Militar durante trece años.

Los hijos no son responsables de la cobardía de sus padres, ni tampoco de sus crímenes. Pero vale la pena notar que Evelyn, mientras los sicarios de Pinochet interrogaban a patadas a su compañera de infancia, estaba estudiando economía en la Universidad Católica de Chile, donde imperaban los “Chicago boys”, seguidores fanáticos de Milton Friedman, gurú de la libertad extrema de los mercados. Sus políticas neoliberales de capitalismo salvaje y represión de los derechos de los trabajadores se convirtieron en la ideología dominante de la dictadura, medidas inmisericordes que Evelyn Matthei seguiría defendiendo como diputada y senadora, una vez que se restauró la democracia en 1990, y que quisiera ahora proseguir como presidenta.

Políticas que, no cabe duda, no habrá de llevar a cabo desde La Moneda. No hay, después de todo, mayor suspenso respecto del desenlace de las elecciones del 15 de diciembre, dado que Michelle Bachelet ya obtuvo en la primera vuelta casi el 47 por ciento de los votos, aventajando a su contrincante conservadora por 22 puntos.

Es difícil evaluar hasta qué punto influye en los electores la genealogía que une y divide a las dos candidatas, en vista de que durante la campaña actual no se ha hecho alusión alguna a ese extraño, contrastante, coincidente pasado. Se ha enfatizado más bien, y con razón, el futuro, debatiendo cuál de las dos mujeres puede resolver los urgentes problemas que aquejan al país, su desigualdad vergonzosa, su sistema educacional degradado por la avaricia, y cómo cambiar la autoritaria Constitución, fraudulentamente instaurada por Pinochet en 1980 y cargada todavía hoy de residuos indignos.

Pero es inevitable que la decisión de la ciudadanía sea vista también, debido a los apellidos y trayectorias de las antagonistas, como un referendo sobre el sucio legado de la dictadura. ¿Desean los chilenos que los gobierne la mujer que voló a Londres para defender al tirano que mató a tantos compatriotas suyos? ¿O prefieren a la mujer que fue ella misma víctima de aquel terror y que ha logrado sobreponerse al asesinato de su padre y a sus propios ayeres y tristezas para convertirse en el símbolo de un Chile donde nadie será sometido a tales ultrajes?

Tal vez este domingo 15 de diciembre Chile podrá por fin, de una vez por todas, vencer la sombra insultante que nos devora hace más de cuarenta años.-

 

* Ariel Dorfman es escritor chileno. Página/12 está publicando una serie de sus obras en la Biblioteca Dorfman.-

 

 

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25 novembre 2013 1 25 /11 /novembre /2013 14:33
American Curios

Ángeles de la guarda

David Brooks
 
La soledad en Nueva York es tal vez más intensa que en cualquier otro lugar. En medio de un mar de olas incesantes de gente y vehículos, la ciudad que nunca duerme puede ser el peor lugar para el insomnio, el cual, combinado con la soledad, es síntoma de una ruptura de la siempre frágil solidaridad en tiempos como estos.

Pero a veces, tal vez dependiendo del día, o de la luz de la luna en combate con la iluminación de los rascacielos, si uno mantiene silencio, si uno se fija bien, de repente aparecen multitud de ángeles de la guarda que están en cada esquina y que vienen de los todos los tiempos de esta metrópolis.

Caminando por la zona de la oficina de La Jornada, por el Greenwich Village, el East Village, Soho, y más, uno se topa con ellos en cada cuadra.

Pasando por Greenwich Avenue, ahí va corriendo John Reed a una reunión con los editores de The Masses (donde publica los reportajes de sus aventuras con Pancho Villa que se convertirían en México Insurgente); en el metro hacia Coney Island ahí está Woody Guthrie con su guitarra que dice esta máquina mata fascistas.

En Washington Square se puede escuchar otra guitarra tocada por Jimi Hendrix, y del otro lado la de Bob Dylan. ¡Ah! en su departamento por Washington Square está Eleanor Roosevelt (y su amante lesbiana) sirviendo té a un grupo de mujeres que le plantean un tipo de brigada de acción rápida para organizar a trabajadores en las tiendas departamentamentales.

Por el East Village están unos poetas locos, entre ellos Allen Ginsberg. A unas cuadras está el Nuyorican Poets Café, cuna de la poesía hablada (spoken word) para que un par de décadas más tarde nutra hasta hoy día lo mejor del hip hop, nacido en el punto más pobre de este país, el South Bronx.

En la esquina de Washington Place y Greene está un edificio y, si uno pone atención, hay una placa que conmemora un acto que transformó al país. De los pisos 8, 9 y 10, unas 146 trabajadoras inmigrantes, en su mayoría judías, se tiraron a la muerte para escapar de las llamas que consumían el Triangle Shirtwaist Factory (los dueños habían cerrado con llave las salidas de emergencia), lo que era la maquiladora más grande de confección en 1911. De esa tragedia surgió un movimiento para cambiar las condiciones infrahumanas de las maquiladoras, en un nuevo esfuerzo por sindicalizar el sector.

 

En la calle McDougal había un restaurante, Polly’s, donde en los 1910 se congregaban anarquistas (la dueña era una de ellos), poetas, escritores y más. Arriba estaba el Club Liberal, donde mujeres hacían cosas prohibidas, como fumar, hablar de cómo conquistar el derecho al voto y platicar del amor libre. A poca distancia sobre la misma calle estaba el Provincetown Playhouse, donde se estrenó la primera obra de Eugene O’Neill, pero donde también participaban John Reed, Edna St. Vincent Millay y Max Eastman (editor de The Masses).

 

Por estas calles se escuchan aún las voces de dirigentes del gran movimiento anarcosindicalista IWW, como Elizabeth Gurley Flynn y Big Bill Haywood.

 

En la Calle 13 vivía Emma Goldman entre 1903 y 1913, una de las rebeldes más extraordinarias y valientes, arrestada por atreverse hablar de control de natalidad, de oposición a la Primera Guerra Mundial, y finalmente deportada a la Unión Soviética por ser una anarquista demasiado peligrosa para Estados Unidos.

 

Una cárcel para mujeres ocupaba un espacio en la esquina de Greenwich Avenue y la Sexta Avenida, famosa durante décadas debido a sus internas: desde la esposa del puertorriqueño nacionalista Torresola, después de que su marido murió en un intento de asesinato del presidente Truman, hasta Ethel Rosenberg, arrestada un par de veces, quien cantaba maravillosamente para animar a las prisioneras; Dorothy Day, la líder del movimiento católico radical Catholic Worker, así como manifestantes contra la guerra en Vietnam en los 60, y Angela Davis en 1970.

 

En Sheridan Square estaba el famoso Café Society, que en los 1920 era el lugar para encontrarse con todos los rebeldes, desde anarquistas, comunistas y socialistas, hasta poetas, artistas visuales y más, todo al ritmo de jazz.

 

Union Square, donde culminaban las grandes marchas radicales del Primero de Mayo, fue sede de la primera marcha laboral oficial del país en 1882. Fue ahí donde se concentró una multitud para denunciar la ejecución de Sacco y Vanzetti –donde habló el gran Carlo Tresca–, a pesar de las ametralladoras colocadas en las azoteas de los edificios alrededor de la plaza por las autoridades en 1927.

 

Union Square ha sido punto de encuentro de nuevos movimientos y expresiones del siglo XXI, como el de los inmigrantes que resucitaron el Primero de Mayo en este país, o los de Ocupa Wall Street, entre otros.

 

En el East Village, donde se expresó el punk en Nueva York con su eje en el antro CBGB, con voces como la de Patti Smith a los Talking Heads y más, hay una historia mucho más profunda. Una de las iglesias, St. Marks in the Bowery, donde continúan obras de teatro de vanguardia y otros actos, también era sede de reuniones de las Panteras Negras y los Young Lords en los 60. Ahí también bailó Isadora Duncan.

 

En la calle de St Marks había un periódico ruso disidente donde trabajó un tiempo León Trotsky, en 1917. Unas cuadras más al este, y medio siglo después, Abbie Hoffman vivió al lado de Thompkins Square Park, y fue ahí donde se bautizó el nuevo movimiento que encabezó: los Yippies.

 

Éstos son sólo algunos de los ángeles de la guarda que se aparecen por esta parte de la ciudad; miles más esperan en casi todos los demás barrios de esta metrópolis. Lo que comparten no son sus posturas ideológicas, sino su repudio a lo convencional y al veneno del así es que suele infectar hasta los proyectos y movimientos que se dicen progresistas. Por ello, jamás se subordinaban a lo mediocre ni a las órdenes de los que ejercen de manera arbitraria el poder. Y sobre todo se unen para ofrecer y luchar por lo mejor para todos, porque todos merecen lo mejor.

Así, al caminar en estas calles angeladas, uno ya no se siente tan solo.-

 

 

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Miguel Bakunin

 

 

Carl Sagan

Así, a medida que la ciencia avanza, Dios parece tener cada vez menos que hacer. Es un gran universo, desde luego, por lo que Él, Ella o Ello, podría estar ocupado provechosamente en muchos sitios. Pero lo que evidentemente ha ocurrido es que ante nuestros propios ojos ha ido apareciendo un Dios de los vacíos; es decir, lo que no somos capaces de explicar, se lo atribuimos a Dios. Después, pasado un tiempo, lo explicamos, y entonces deja de pertenecer al reino de Dios. Los teólogos lo dejan de lado y pasa a la lista de competencias de la ciencia.

 

Carl Sagan: “La diversidad de la ciencia” [2007]



 

Stepehen Hawking

"La estirpe humana no es más que un sustrato químico en un planeta pequeño, orbitando alrededor de una estrella mediana, en los suburbios de una galaxia del centenar de miles de millones que existen"

 

Carlos Marx

“Durante el curso de su desarrollo, las fuerzas productivas de la sociedad entran en contradicción con las relaciones de producción existentes, o, lo cual no es más que su expresión jurídica, con las relaciones de propiedad en cuyo interior se habían movido hasta entonces. De formas de desarrollo de las fuerzas productivas que eran, estas relaciones se convierten en trabas de esas fuerzas. Entonces se abre una era de revolución social” (1859)

 

 

Albert Einstein

Si una idea no parece absurda

de entrada,

pocas esperanzas

hay para ella.-

 

Groucho Marx

"El secreto de

la vida es

la honestidad y

el juego

limpio, si puedes

simular eso,

lo has conseguido."  

  

MARX, Groucho (1890-1977) 
Actor estadounidense