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18 mars 2011 5 18 /03 /mars /2011 21:34

Población, Fuerza de Trabajo y Rebelión en el siglo XXI

 

 

 

 ¿De las revueltas populares de 1848 en Europa a la rebelión mundial en 2011?

 

Introducción

Pareciera que el mundo está al comienzo de una nueva era de revoluciones  como se dio en Europa en 1848. Esta vez, sin embargo, podamos hablar un despertar político y toma de conciencia a nivel global. Aunque este despertar se está materializando en diferentes países y regiones del mundo y bajo circunstancias diferentes, el carácter que adquiere es cada vez más global. Por todas partes, incluidos los Estados Unidos, el sistema está en crisis. Por todas partes, la clase dominante está tratando de poner todo el peso de la crisis de su sistema sobre los hombros de las capas trabajadoras de la sociedad. El argumento de "aquí no puede suceder" no tiene base científica o racional, aunque si creemos que hay condiciones objetivas proclives a una situación revolucionaria más en unos países que en otros. Este es el eje central de este ensayo. El factor decisivo es que las masas han adquirido una conciencia de su fuerza colectiva y están perdiendo el miedo. En unas naciones se dan rebeliones por el hambre debido al alza de los precios de los granos básicos. En otros son las generaciones más jóvenes, más enérgicas y decididas con un estado de ánimo desafiante que se ha transmitido a la población de más edad, más cauta e inerte. Pueda haber altibajos, problemas y retrocesos, pero una rebelión globalizada en marcha no podrá ser controlada o cooptada tan fácilmente. (Vea, Andrew Gavin Marshall, Are we witnessing the start of a global revolution?: North Africa and the global political awakening).


Pareciera que no solo ha llegado a sus límites la era neoliberal, sino podría ser que estamos presenciando  el inicio de un cambio civilizatorio. Lo que está sucediendo en la actualidad no es simplemente una rebelión en una u otra nación (como Tunes o Egipto) o en una región del mundo (Magreb), lo que está en juego es el sistema global en su totalidad y con ello, en última instancia, el poder imperial de Occidente. Desde hace una década se observa un proceso de desconexión de la política neoliberal en América Latina. En 2008-2009 hubo levantamientos populares por el hambre en África subsahariana pero también en Haití. El año 2011 podría darse otra vez este escenario al estar subiendo los precios de los granos básicos durante todo el año 2010. La crisis económica en Europa ha dado pie a levantamientos populares no vistos en muchas décadas. Lo que parece estar en crisis es la civilización Occidental bajo la racionalidad económica del capital. Zbigniew Brezezinsky, uno de los principales arquitectos de la política exterior estadounidense advierte de un despertar político a nivel global. El está consciente de la amenaza que ello significa para el actual orden establecido bajo hegemonía de EEUU.



La crisis se puede ver como amenaza para las clases dominantes, pero también como oportunidad y primero que nada para las clases populares en los países periféricos. Si bien una crisis económica y financiera no lleva necesariamente, por si sola, a un proceso político que cambia la racionalidad económica en su raíz, si crea condiciones propicias para generar conciencia que dentro de las relaciones sociales existentes no hay perspectivas de mejora. Lo anterior se traduce eventualmente en acción política para demandar un cambio en los fundamentos mismos del sistema que vivimos. En trabajos anteriores (Wim Dierckxsens, La crisis mundial del siglo XXI, Desde Abajo, Bogotá, 2008) hemos subrayado que no nos encontramos ante una crisis económica más del sistema. No solo se trata del fin del neoliberalismo, sino de una crisis del propio sistema capitalista y su posible transición hacia el poscapitalismo. La crisis económica actual la comparan cada vez más con la Gran Depresión del siglo XX y pronto observaremos que consideran que la superará con creces en términos de de magnitud y escala internacional, fruto del proceso de globalización neoliberal.

 


Desde el surgimiento del capitalismo hubo crisis cíclicas o periódicas, de menor o mayor intensidad, extensión o duración. Esta vez, sin embargo, se trata de una crisis nueva, con características distintas. Es una crisis no solo extensa y profunda, sino también multidimensional y de carácter global. Nos referimos más que a otra crisis cíclica del capitalismo, a una gran crisis estructural en el marco de una crisis de civilización con el potencial para rediseñar la historia planetaria. Se trata de un encadenamiento de múltiples crisis producto de la conjugación de multiples contradicciones. Con la crisis financiera y económica convergan muchas otras: la crisis energética, la de los recursos naturales, la ecológica, la alimentaria, la social, la política y militar, la ética, etc.. La crisis financiera y económica es solo el comienzo de una gran crisis de civilización que se vislumbra, como hemos abordado en otros trabajos (Observatorio Internacional de la Crisis, Siglo XXI: Crisis de una civilización, DEI, 2010).


La racionalidad económica del capitalismo no solo tiende a negar la vida de amplias mayorías de la población mundial, sino destruye la vida natural que nos rodea, tiende a acortar la vida util de los y las trabajadores, la vida util de los productos que año tras año se generan, la vida util de la misma tecnología utilizada en las empresas, de los edificios, etc. El capitalismo al negar la vida en cada vez más ámbitos de la vida a la vez fomenta, no solo la muerte de todo lo que incorpora en su lógica, sino se asfixia con ello en su propia racionalidad. Es nuestra tesis aquí, que al negar la vida y sembrar muerte en tantos ámbitos, el capital tiende a negar, en última instancia, la vida del propio capital como capital. Es un sistema que fomenta, en otras palabras, también su propia autodestrucción.


Al acortar la vida util de todo, el capital fomenta la capacidad de reemplazo en vez de garantizar la reproducción. El capital al agotar un recurso natural lo sustituye por otro en vez de garantizar la sostenibilidad de los mismos a través de las generaciones. El capital procura acortar la vida util de la fuerza de trabajo desgastada o más cara por otra nueva y más barata antes de garantizar la reproducción de la misma durante la vida de los trabajadores y a través de las generaciones. El capital acorta la vida media util de los productos que se hacen cada vez más desechables y declara de esta manera la muerte prematura a todo lo que se produce y declara con ello la muerte a los recursos naturales y el medio ambiente.


El capital acorta la vida media util de los edificios y maquinarias que emplea en las empresas a tal extremo que la renovación tecnológica se hace cada vez más impagable. Cuando la tecnología existente no puede ser reemplazada por otra nueva por su costo impagable, el capital busca sustituir mano de obra más cara en los países centrales por otra más barata procedente de los países periféricos. Para ello el capital recurre a migrantes y/o el capital migra hacia los países de mayor capacidad de reemplazo. Es más, al ver el aumento en el costo de la mano de obra, el capital huye de la economía real fugandose en el ámbito especulativo. Con ello procura de sostener la acumulación sin tener que contratar fuerza de trabajo alguna. De esta forma el capital fomentó la actual crisis financiera. La crisis mundial que implica genera una inseguridad económica y social globalizada sin vida digna y esta vez incluso en los propios países centrales.


Parte I  La capacidad de reemplazo de la población: Los países centrales se tornan inviables


Introducción


Las categorías de ´vida media´ y ´capacidad de reemplazo´, se derivan de la demografía. La transición demográfico ( el paso de una situación de altas tasas de mortalidad y natalidad a bajas) que ha tenido lugar durante la historia del capitalismo ha desembocada en una incapacidad de reemplazo generacional. Esta incapacidad de reemplazo no solo se da en los países centrales, sino también en las ex repúblicas soviéticas y las repúblicas socialistas en general, se da de manera acelerada en los países emergentes como China y los Tigres Asiáticos, pero se da incluso ya en muchos y cada vez más países periféricos. Esto quiere decir que la misma racionalidad económica no garantiza más el reemplazo de una generación vieja por otra nueva. A mediano plazo esto significa poner en peligro la propia sobreviviencia de una sociedad. Las sociedades sin capacidad de reemplazo generacional en primer término se envejecen. A mediano plazo tienden a mostrar tasas de mortalidad superiores a las de natalidad. Las migraciones de los países periféricos hacia los centrales son una forma de reemplazo de generaciones mediante la sustitución de la reproducción por migración. Las migraciones podrán sustitituir el recambio generacional por un tiempo.


Con la crisis económica, la migración internacional tiende a frenarse al igual que en los años treinta del siglo XX.  Con ello se complica realmente la capacidad de reemplazo generacional y obligará a orientarse a la reproducción de la vida misma, como veremos en la primera parte del trabajo. Sin embargo, el Club Bilderberg, constituido de multi millionarios muy influyentes en la política, se ha reunido en secreto y a su interior han llegado al consenso que los países periféricos constituyen no solo una amenaza para el Medio Ambiente, sino para la propia economía de Occidente. A raíz de ello han reunido parte de su fortuna para frenar el potencial de crecimiento en los países periféricos (Vea John Harlow, Billionair club in bid to curb overpopulation, 24 de mayo 2009).


Hasta finalizar la segunda guerra mundial la principal preocupación demográfica fue la pérdida de vida. Al descender luego la mortalidad de manera más o menos generalizada en los países periféricos, la preocupación era el fuerte crecimiento de la población en los países periféricos. Al descender en las últimas décadas la fecundidad, de manera más o menos generalizada, la preocupación fundamental se tornará tarde o temprano, la incapacidad de reemplazo de las generaciones a través del tiempo. Al superar las tasas de mortalidad a las de la natalidad, surgirá mayor preocupación por el envejecimiento de la población. Hoy en día se echa la culpa del envejecimiento al aumento en la esperanza de vida de la población. Se busca posponer la edad de pensionarse como la solucuión. Lo anterior pueda solucionar la disminución relativa de la población en edad activa. En vez de brindar una solución, a mediano plazo, la medida agravará la incapacidad de reemplazo generacional. Son los adultos jóvenes en  edad reproductiva que suelen tener cada vez menos hijos que generan la incapacidad de reemplazo generacional y no son las generaciones mayores y su mayor expectativa de vida que causan el envejecimiento de la población. No pasará mucho tiempo para que los países centrales más envejecidos serán países considerados países inviables.


1.Impacto de la capacidad de reemplazo generacional en el envejecimiento demográfico

La población mundial alcanza en 2011 los siete mil millones de habitantes. En 2050 alcanzará, según la proyección (media y más probable) de las Naciones Unidas, más de nueve mil millones de seres humanos, un crecimiento de casi 30% en cuarenta años. La tasa global de fecundidad , que en 2010 alcanzó 2.56 hijos por mujer, en este mismo horizonte será en 2050 de 2.05 hijos por mujer. Lo anterior significa que la capacidad de reemplazo generacional a escala mundial ya no está garantizada a partir de entonces e incluso ya antes de esa fecha. Para garantizar la capacidad de reemplazo generacional precisa que en promedio las mujeres de una generación tengan 1.05 hijas durante su vida reproductiva para poder ser reemplazadas como generación, bajo el supuesto de un patrón de mortalidad baja. Un promedio de al menos 2.1 hijos por mujer es el mínimo necesario para garantizar una capacidad de reemplazo generacional de ambos sexos. Sin dicha capacidad de reemplazo, es cuestión de tiempo  para observar un crecimiento negativo de la población. Con un promedio de 2.2 hijos por mujer la estructura poblacional ya no tendrá la forma de una pirámide como antes, sino se asemeja a un cilindro, como puede verse en las figuras de abajo.

 

Pirámide de la población mundial en 1998 y 2050

1998                                                                                                                                              2050

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Fuente: Naciones Unidas, División de Población, Departamento de Asuntos Económicos y Sociales  http://www.popin.org/pop1998/9.htm


Para lograr el reemplazo generacional, la tasa global de fecundidad o tasa bruta de reproducción pueda tener que ascender regionalmente incluso a 3.4 hijos por mujer en aquellos países (subsaharianos, por ejemplo) donde la mortalidad alcanza aún niveles relativamente elevados. Una situación de incapacidad de reemplazo generacional no implica inmediatamente un crecimiento natural o vegetativo negativo de la población. Lo anterior se debe al efecto de la estructura por edad y sexo existente. Una piramide de población refleja, básicamente, la historia pasada de una fecundidad más alta. Una tasa global de fecundidad inferior a 2.1 hijos por mujer puede ser compensada mientras las generaciones en edad fertil se encuentren relativamente sobrerepresentadas en la pirámide poblacional. Esta representación puede ser fomentada de manera artificial incluso mediante flujos inmigratorios. Con una estructura poblacional rejuvenecida por flujos migratorios, el número de nacimientos por mil habitantes, o sea, la tasa bruta de natalidad, resulta relativamente elevada. El crecimiento mundial de la población tenderá a cero a mediados de este siglo. Lo anterior implicará una incapacidad de reemplazo generacional a escala global.

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Hoy en día, de los 225 países y regiones registradas 114, es decir, más de la mitad muestran tasas globales de fecundidad inferiores al 2.2 hijos por mujer. Ninguno de los países centrales tiene más de 2.2 hijos por mujer. Lo anterior quiere decir que ninguno de los países centrales tiene capacidad de reemplazo generacional. Si consideramos un promedio de 2.5 hijos por mujer necesario para garantizar la capacidad de reemplazo en países periféricos, observamos que 137 países de un total de 225 en el mundo (61%) ya no alcanzan la capacidad de reemplazo generacional. La idea de la amenaza de una población galopante de los años setenta del siglo XX, en otras palabras, pronto se convertirá en una procupación por poblaciones que tienden a desaparecer.

En ausencia de interferencias en el sexo de los nacimientos, se observa que nacen en promedio 104 a 105 varones por cada 100 mujeres en la población humana. Sin embargo las políticas de población de nuestros tiempos (La política china de tener un solo hijo y la preferencia popualr de tener al menos un varón) han cambiado este ritmo natural de manera dramática. El censo de poblacción de 1982 en China ya mostró un promedio de 109 varones sobre cada 100 niñas nacidas. En 1995 este índice ya era de 116. En el año 2000 ya nacieron 120 varones por cada 100 mujeres y en el año 2004 está cifra en muchas regiones ya estaba más cerca de 130 (Nicolas Eberstadt, “Four surprises in global demography”, julio de 2004).

El desbalance por genero en China que se puede observar en el gráfico abajo no solo altera el ´mercado matrimonial´ en estos momentos, sino también complica la capacidad de reemplazo generacional en China de manera particular. Para garantizar la capacidad de reemplazo generacional en China, el número medio de hijos requerido por cada mujer (en minoría) sería de 2.7. La consecuencia es que el proceso de envejecimiento en China no tiene precedente en la historia moderna. De esta manera se puede esperar un decrecimiento singular en un futuro no tan lejano. En este contexto, la ONU proyecta que entre 2045 y 2050 la población de China decrecerá, en términos absolutos, con casi 26 millones de habitantes al año.


Distribución de la población de China por sexo y edad 2010

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En Vietnam se reproduce el patrón observado en China. El control de la natalidad se ejerce en Vietnam de modo más férreo a partir de 1982. El índice de masculinidad de los nacimientos alcanzó 120 en el año 2005. En algunos países donde no existe el control de la natalidad como política de Estado, también se han observado ascensos notables el índice de masculinidad de los nacimientos. Este índice alcanza 113 varones por cada 100 niñas nacidas en el caso de la India. En Taiwán, Singapur, Pakistán y Bangladesh se observa tendencias parecidas (Christophe Z. Guilmoto, “El aborto selectivo contra las niñas asiáticas”, en Le Monde, 21 de Mayo de 2009).


Donde más rápidamente ha descendido el número medio de hijos por mujer es en Japón y las economías emergentes: Macau cuenta con 0.91 hijos por mujer, Hong Kong con 1.04, Singapur con 1.10, Taiwan con 1.15, Japón con 1.20 y Corea del Sur con 1.22. En las ex repúblicas soviéticas se observan bajas tasas brutas de reproducción: Lituania (1.24), Belarusia y la República Checa (1.25), Ucrania (1.27), Rumania (1.27), Polonia y Slovenia (1.29) y Letonia (1.31). Rusia con 1.42 hijos por mujer está levemente por encima de esta tendencia señalada. En Europa Occidental las cifras más bajas se observan para Italia (1.32), Grecia (1.37), Austria (1.39), Alemania (1.42),  Suiza (1.46) y España (1.47). El número medio de hijos por mujer es algo superior en los países anglosajones, pero siempre por debajo de la capacidad de reemplazo generacional: Australia (1.78), Reino Unido (1.92), EEUU (2.06) y Nueva Zelanda 2.09).


Hong Kong, pirámide poblacional con 1.04 hijos por mujer

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De los países caribeños Cuba muestra la menor capacidad de reemplazo generacional con 1.61 hijos por mujer, seguido por otras islas caribeñas como Puerto Rico (1.62), Barbados (1.68), San Martín (1.70), Trinidad y Tobago (1.72) y  Saint Kitts (1.79). En el continente latinoamericano observamos a Uruguay con 1.89 hijos por mujer, Chile (1.90), Costa Rica (1.93), El Salvador (2.12), Paraguay (2.16), Colombia (2.18) y Brasil (2.19), todos países que ya perdieron su capacidad de reemplazo generacional. Países latinoamericanos con menos de 2.5 hijos por mujer son además en el orden México, Peru, Argerntina, Venezuela, Ecuador, República Dominicana y Panamá (Vea, CIA, “The world Factbook: Country comparison total fertility rate”, 2010).


Un promedio de hijos relativamente elevado se observa sobre todo en los países subsaharianos. A la cabeza aquí están Burundi (6.25), Somalia (6.44), Malí (6.54), Uganda (6.73) y Niger con una descendencia final de 7.6 hijos por mujer. En la actualidad no hay ningún estado en el mundo que presente tasas de mortalidad tan altas como en la primera mitad del siglo XX. Es decir, todos los países del mundo se encuentran en un estado determinado de la transición demográfica. Uganda, por ejemplo, muesatra un elevado nivel de fecundidad con una mortalidad en descenso. Por ello muestran una pirámide de población cónica clásica que se caracteriza por una población extremadamente joven. Los países latinoamericanos con la mayor tasa global de fecundidad en la región son Bolivia (3.07), Honduras (3.17), Haití (3.17), Belice (3.26) y Guatemala (3.36). Estos países latinoamericanos no solo muestran ya un patrón de mortalidad realtivamente bajo, sino también están a la mitad de la transición de la fecundidad.


Aunque en más de la mitad de los países del mundo la capacidad de reemplazo generacional ya no está garantizada, esto no implica inmediatamente un crecimiento negativo. Debido a la elevada fecundidad histórica, las generaciones en edad reproductiva se encuentran relativamente sobre-representadas. Este fenómeno puede observarse en la pirámide poblacional de Brasil que presentamos abajo. El crecimiento vegetativo de Cuba (0.4%), Uruguay (0.5%), Chile (0.9%) y Costa Rica (1.4%) puede atribuir exclusivamente al efecto de la composición por edad de la población. En Colombia se puede atribuir el crecimiento natural en un 84% a dicho efecto estructural, México 79%, Argentina 69% y Brasil 66%. Un país como Cuba ya finalizó su proceso de transición demográfica. El país pronto mostrará tasas de crecimiento negativo. Uruguay, Chile y Costa Rica se encuentran en un estado avanzado de la transición demográfica (CELADE, “Estimaciones y proyecciones de población”).

Pirámide de Población de Uganda 2010 con 6.73 hijos por mujer

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Pirámide de Población de Brasil con 2.19 hijos por mujer

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Pirámide de población de Ukrania 2010 con 1.27 hijos por mujer

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Matt Rosental señala en su artículo Negative Population Growth, que hay veinte países en el mundo donde el número reducido de hijos por mujer ya es un fenómeno de más tiempo. Como veremos más adelante son países donde la participación de la mujer en la actividad económica es generalizada y de más antigua fecha.  Estos países muestran hoy en día un crecimiento negativo de la población. Tratase de 19 países europeos y Japón. Los países europeos con más crecimiento negativo son: Ukrania (-0.8%), Rusia (-0.6%), Belarusia (-0.6%), Bulgaria (-0.5%), Letonia (-0.5%), Lituania (-0.4%), Hungría (-0.3%), Rumanía (-0.2%), Croacia (-0.2%), Alemania (-0.1%) y, la República Checa (-0.1%). Países con un crecimiento natural cero y con una proyección de crecimiento negativo en un futuro no lejano son: Polonia, Slovakia, Austria, Italia, Slovenia y Grecia. De aquí al año 2050, el autor proyecta que Bulgaria perderá el 34% de su población, Rumanía el 29%, Ucrania el 28%, Japón el 21%, Alemania 9%, Austria 8%, Italia 5%, etc. Este proceso puede acelerarse a partir de la actual Gran Depresión que tiende a detener el flujo migratorio. Las proyecciones anteriores subestiman, en otras palabras, el crecimiento negativo de los países centrales. Al disminuir la capacidad de reemplazo generacional mediante la reducción de los flujos migratorios de jóvenes, el crecimiento negativo en Occidente se adelantará.


La racionalidad económica vigente de incorporar de manera generalizada hombres y mujeres a la actividad económica, sin preocuparse colectivamente del cuidado de los menores, ha sido el motivo fundamental de la baja de fecundidad como veremos adelante. Ha sido la tónica en el capitalismo avanzado en las últimas décadas. Ha sido la tónica por más tiempo incluso en las ex repúblicas soviéticas así como en otras repúblicas socialistas. Una incapacidad de reemplazo generacional durante años implica un crecimiento negativo  y sostenido de la población. Lo anterior amenaza a la sociedad con su extinción. Es este el temor de fondo de Occidente frente a los países periféricos.  Su política propuesta es contraria a la vida. Buscan responsabilizar por un lado a los adultos mayores (cuya esperanza de vida aumentó) del envejecimiento en los países centrales cuando en realidad son los adultos en edad reproductiva al tener menos hijos. Por el otro lado consideran que el crecimiento de la población en los países periféricos constituye una amenaza para el planeta, cuando en realidad el 20% de la población mundial, concentrado en los países centrales, consume más del 80% de los recursos naturales. Lo que realmente hace falta es un cambio de racionalidad económica que orienta la sociedad hacia la vida misma. Eso implica, entre otras cosas, garantizar el reemplazo generacional mediante la vida reproductiva.

2 .El mito del envejecimiento de la población por la esperanza de vida

El envejecimiento relativo de la población está básicamente determinado por la falta de capacidad de reemplazo generacional, resultado de un reducido número de hijos por mujer. Contrariamente a lo que suele afirmarse no se puede atribuir el envejecimiento al aumento en la esperanza de vida al nacer, gracias a la baja de la mortalidad y sobre todo gracias a la mortalidad infantil. El aumento en la esperanza de vida ha sido notorio en los países periféricos en las últimas décadas debido a las fuertes reducciones en la mortalididad infantil. En el último quinqunio la esperanza de vida observada más alta a nivel mundial es en Japón con 82.6 años (para mujeres incluso 86.1 año) seguido por Hong Kong (82,2), Islandia (81,8), Suiza (81,7), Austria (81.2) y España (80.9). Otros países o regiones con una esperanza de vida superior a los 80 años son: Suecia, Israël, Macau, Francia, Canadá, Italia, Nueva Zelanda, Noruega y Singapure.  Este cuadro contrasta con la espectativa de vida de Angola con 38 años seguido por Swaziland con 39.6 años. La esperanza de vida en estos países representa menos de la mitad de la expectativa de vida de los países más longlevos. Los países subsaharianos como Angola, Mozambique, Zambia, Sierra Leona y Lesotho muestran una esperanza de vida al nacer inferior a los 43 años, es decir menos de la mitad de la expectativa de vida al nacer de las mujeres japonesas (CIA, World Fact Book, 2009). 
La esperanza de vida al nacer en realidad es la edad media al fallecer de una población en ausencia de efectos de la estructura poblacional. La tasa de mortalidad infantil pesa mucho en la edad media al fallecerse. La mortalidad infantil  más elevada se observa en Angola con una tasa de 180 por mil nacidos vivos. El elevado nivel de mortalidad infantil, en buena medida, es responsable de una baja esperanza de vida al nacer de apenas 38 años en Angola. La mortalidad infantil en Sierra Leona fue de 154 por mil, Afganistán (152), Liberia (138), Niger (117), Somalia (109), Mozambique (106), Mali (102 y Zambia (101). En todos estos países fallecen aún hoy más de 10 niños antes de cumplir un año de edad, sobre cada cien recién nacidos. La esperanza de vida al nacer en estos países se encuentra por debajo de los 45 años. Al otro extremo observamos que en Singapure mueren solo 2.3 niños antes de cuplir el año, sobre cada mil recién nacidos, es decir, una situación noventa veces más favorable que en Angola. Después de Singapure sigue Bermudas con 2.46 niños fallecidos antes de cumplir el año sobre cada mil nacidos vivos, Suecia (2.75), Japón (2.79) y Hong Kong (2.92). La esperanza de vida al nacer en estos píses suele estar por encima de los 80 años (CIA, World Fact Book ). A continuación presentaremos la tendencia en la expectativa de vida de los países latinoamericanos.


AMÉRICA LATINA: ESPERANZA DE VIDA AL NACER POR PAÍSES 1950-2050

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Fuente: Centro Latinoamericano y Caribeño de Demografía (CELADE) – División de Población de la CEPAL, estimaciones y proyecciones de las poblaciones de América Latina y el Caribe julio del 2007, Santiago de Chile  www.eclac.cl/celade_proyecciones/basedatos_BD.htm

La expectativa de vida suele progresar rápidamente, entonces, al controlarse la mortalidad infantil. La misma es relativamente elevada al comienzo de un proceso de transición demográfica. La mortalidad infantil no es tan difícil de controlar. Reducir la mortalidad en edades más avanzadas de la vida cuesta mucho más. En 1900, la esperanza de vida de los hombres al nacer en EEUU era de 47.9 años (el nivel de Nigeria  y Somalia en la actualidad) y pasó a 75.6 años en 1997, ocupando  el lugar 36 en el mundo, después de Cuba (76.2) y Costa Rica (76.5). Lo anterior significa una ganancia de un poco menos de 60% durante un siglo. En 1970, el índice de mortalidad infantil en el Reino Unido era de 17.4 por cada mil recién nacidos y en el 2005-20010 solo 4.7, o sea, casi la cuarta parte de lo que fue unos 35 años antes. La esperanza de vida del Reino Unido (de los hombres) aumentó un 10% de 69.0 años a 75.2 años. Las posibilidades de aumentar la esperanza de vida de manera notoria, en otras palabras, ya no son las mismas.


La mayor esperanza de vida una vez cumplidas los 60 años de edad es una mejor medida de la prolongación de la vida de los adultos mayores. Los adultos mayores (varones) de Islandia tienen las mejores expectativas de vida al cumplir 60 años de edad con una expectativa de 22.48 años. Islandia es seguido por Hong Kong (22.39), Suiza (22.24), Japón (22.13) Australia (22.01), Islas Vírgenes (21.89), Canadá (21.70), Costa Rica (21.61), Suecia (21.38) y Nueva Zelanda (20.30). Los hombres en estos diez países cumplirán en promedio más de 80 años una vez que hayan cumplido los sesenta años de edad. La mayor esperanza de vida de las mujeres mayores al cumplir los 60 años de edad se observa en Japón con 27.76 años, seguido por Hong Kong (26.78), Francia (26.18), Suiza (26.12), África del Sur (25.79), Islas Vírgenes (25.67), Australia (25.65), Italia (25.49), Puerto Rico (25.40) y Martinique (25.24). Las mujeres en estos diez países cumplirán en promedio más de 85 años de edad una vez que hayan cumplido los 60 años.


Lo anterior muestra que un aumento en la expectativa de vida al nacer no implica que la población de adultos mayores viven tantísimos años más. Esto es una idea a menudo transmitida por los medios de comunicación dominantes. En el año 1900 los hombres norteamericanos al cumplir 65 años, les quedaba una esperanza de vida de vida de otros 11.5 años. Estos adultos mayores fallecieron así en promedio a los 76.5 años de edad y las mujeres mayores a los 77.2 años. En 1997, esta edad al fallecerse de los hombres norteamericanos, una vez cumplidos los 65 años de edad, era 80.9 años y para las mujeres 84.2 años. La expectativa de vida de los adultos mayores, una vez cumplidos los 65 años de edad, aumentó en menos de 6% durante todo el siglo XX y la de las mujeres  en menos de 10% (Vease, National Vital Statistics System).


En 1928 la esperanza de vida de los hombres en Dinamarca, una vez cumplidas los 65 años, era de 11.5 años y para las mujeres 13.3 años. En este año estos adultos mayores fallecieron en promedio al cumplir los 76.5 años y las mujeres al cumplir 78.3 años. En el año 2002, los hombres daneses, una vez cumplidos los 65 años, tenían una expectativa de vida de 16.0 años y las mujeres 19.0. En 2002 estos adultos mayores de Dinamarca  fallecieron en promedio al cumplir 81 años, una ganancia de menos de 6% durante un período de 80 años. Las mujeres danesas una vez cumplidas los 65 años en 2002 fallecerieron en promedio a los 84 años de edad,es decir, una ganancia menor del 8% en un período de 80 años.


Quedará claro, a partir de los datos anteriores, lo reducido que es el impacto de la baja de mortalidad en adultos mayores sobre el envejecimiento de la población. El envejecimiento de una población no se debe a que los adultos mayores se ponen cada vez más viejos ( e inútiles para el sistema), sino que los adultos en edad reproductiva dejaron de tener hijos. No tiene mayor sentido de posponer la edad de pensionarse para prolongar la vida activa. Al recortar así el gasto, se podrá disminuir la población dependiente de la población activa, por un momento. Sin embargo, en tanto que la fecundidad sigue bajando la situación solo empeorará. Solamente una política orientada de manera colectiva y solidaria a cuidar de la vida misma y con ello de la vida de las próximas generaciones surtirá efecto.

3.El mito que la migración garantice la capacidad de reemplazo generacional


Estará claro que la incapacidad de reemplazo generacional es el factor responsable del progresivo envejecimiento de la población. En el año 2000 el 10% de la población mundial tenía 60 años o más edad, nivel que alcanzará África, el continente más jóven, apenas en el año 2050. Para este mismo año se proyecta que el 21% de la población mundial tendrá 60 años o más edad, eso es, el nivel que alcanzaba Europa a principios de este milenio. En 2050 más del 37% de la población del  continente europeo tendrá 60 años o más edad, Norteamérica 27%, América Latina y El Caribe,  Asia y Oceanía cada uno 23% (Vea, UN DESA; CEPAL/ CELADE).


A partir de un envejecimiento progresivo y una incapacidad de reemplazo generacional sostenida, la tasa de natalidad alcanza mínimos históricos. En Hong Kong y Japón, que no solo tienen estructuras de población relativamente viejas, sino a la vez una tasa global de fecundidad  muy baja, nacen solo 7.5 niños al año por cada mil habitantes. Su tasa bruta de natalidad, en otras palabras alcanza los niveles más bajos del mundo: 7.5 por mil. Otros países con una tasa de natalidad de menos de 9 por mil son: Italia (8.2). Alemania (8.2), Austria (8.7), Singapur (8.8), República Checa (8.8) y Corea del Sur (8.9). Países con una tasa bruta de natalidad de 9 a 10 por mil son: Eslovenia, Taiwan, Letonia, Grecia, Bulgaria, Hungría, Suiza, Ucrania, Croacia, Bielorusia y España.  Países con una estructura de población relativamente vieja y con tasas de natalidad por debajo de 9 por mil, suelen mostrar tasas de crecimiento natural negativas. Así observamos una tasa de crecimiento vegetativo negativo de 2.2% en Alemania, 1.41% en Italia, 1.27% en Eslovenia, 1.30% en Lituania y 0.89% en Austria (CIA, World Factbook 2005).
Un factor que hasta la crisis ha podido contrarrestar el negativo crecimiento natural de la población es la migración. Entre 2005 y 2010 la migración neta positiva fue más del doble del crecimiento natural de la población en Bélgica, Canadá, España, Hong Kong, Luxemburgo, Singapur, Suecia y Suiza. La población de la UE está llegando a una situación estacionaria. El 1 de enero de 2010, la población de la UE sobrepasó la barrera simbólica de 500 millones alcanzando los 501,1 millones de habitantes. Comparada con los 499,7 millones un año antes, el crecimiento fue de 1.4 millones, o sea, un 2.7 por mil. La inmigración ha sido el contribuyente directo del incremento de 1,4 millones, al contarse un saldo positivo de 0.9 millones de inmigrantes; es decir, 60% del alza de población. El ´aumento natural´ solo representa medio millón de nuevos nacidos. El crecimiento natural de la población europea está inflada al no tomarse en cuenta todavía la contribución de los inmigrantes al propio proceso de reproducción humana (Martine Laronche, “Es ineluctable la declinación demográfica en Europa?”, Le Monde, 2 de setiembre de 2010).


La inmigración contribuye de dos formas a la misma reproducción natural. Sin la presencia de las mujeres inmigrantes, el índice sintético de fecundidad de España durante el periodo 2004-2006 hubiera sido de 1,25 hijos por mujer en lugar de 1,34 hijos. En España, la fecundidad de los inmigrantes es mayor que la de las mujeres nativas, como se observa en el gráfico abajo. Dentro de la población extranjera existe, por supuesto, heterogeneidad. Las mujeres inmigrantes de África sobrepasan el umbral de reemplazo generacional con 3,5 hijos por mujer. Aunque el nivel de reproducción de las mujeres inmigrantes en general es mayor que el de la población española, él mismo índice sintético de fecundidad no alcanza el nivel necesario para garantizar la reposición generacional de los propios inmigrantes.

 

Gráfico. Tasas de fecundidad por edad e Índice Sintético de Fecundidad (ISF) de las mujeres inmigrantes y españolas, 2004-2006

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Fuentes: INE, Movimiento Natural de la población, Padrón continúo y Encuesta Nacional de Inmigrantes 2007.

En Suiza, uno de los países que cuenta con una inmigración muy fuerte (25% de la población total nació en el extranjero) el número medio de hijos por mujer migrante fue de de 1.86 frente a un 1.33 entre las propias mujeres Suizas. A pesar de la diferencia, la tasa global de fecundidad de las mujeres inmigrantes no garantiza su propio reemplazo generacional y por lo tanto tampoco frenará realmente el proceso de envejecimiento de la población suiza. A partir de los dos casos podamos concluir que la inmigración tampoco frenará por mucho tiempo el envejecimiento de la población total., (INE, Movimiento Natural de la población, Padrón continuo y Encuesta Nacional de Inmigrantes, 2007).

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La inmigración no podrá haber contribuido realmente a garantizar el reemplazo generacional, pero debido a la composición de la población relativamente joven, concentrada en edades reproductivas, la inmigración sí contribuye al aumento temporal de la natalidad. Así puede observarse que el 24% de los nacimientos en EEUU pueden atribuirse a mujeres inmigrantes, aunque representan solo el 12.5% de la población total. En el Reino Unido los nacimientos atribuibles a la inmigración es de 24% y en España 25% cada uno con 11% de población inmigrante. En otras palabras una población que representa entre 11 y 12.5% de la población total es responsable de la cuarta parte de todos los nacimientos y con ello de la tasa de natalidad en estos países. Lo anterior no es porque se reproducen de manera tan diferencial de la población no migrante, sino se debe básicamente a la composición joven de la población inmigrante. En los Países Bajos (según el CBS) el 30% de todos los nacimientos pueden atribuirse a la población inmigrante que representa el 20% de la población total. Luxemburgo cuenta incluso con una población inmigrante de 37% de la población total. No es de extrañar que la tasa bruta de natalidad de Luxemburgo se encuentra claramente por encima de la media de la Unión Europea: 11.73 por mil frente a 9.9 por mil como media.

La inmigración no necesariamente tiene un efecto positivo sobre la tasa de natalidad. Lo anterior depende también del índice de masculinidad de los inmigrantes. Cuando la composición de la población inmigrante es netamente varonil, el impacto de la migración sobre la natalidad es negativo. En el gráfico abajo observamos, como ejemplo, la estructura de población de Qatar. Hay un fuerte predominio masculino en general en la población, pero sobre todo entre 25 y 49 años de edad, es decir en las edades más re-productivas. La capacidad de reemplazo generacional se complica de manera particular por este efecto migratorio. Lo mismo sucede en Emiratos Árabes Unidos y Kuwait.

Una inmigración con un claro sesgo femenino tendría el resultado opuesto. Esta situación inversa se da en España donde inmigran claramente más  mujeres que varones. Un índice de masculinidad inferior a 100 implica un mayor aporte de la migración a la tasa de natalidad. La población inmigrante brasileña en España, muestra un sesgo femenino favorable para efectos reproductivos, como puede observarse en el gráfico a continuación. La población marroquí en España, en cambio, muestra el fenómeno opuesto, como puede apreciarse en el siguiente gráfico.

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El aumento en el desempleo y la creciente xenofobia que la acompaña, contribuyen a ferenar la inmigración en tiempos de crisis. En los últimos años de crisis económica se ha frenado la llegada de inmigrantes. En 2009, los saldos migratorios más positivos se registraron en Luxemburgo, Suecia, Eslovenia, Italia y Bélgica, mientras Irlanda registraba el más negativo. Según la OCDE, el retroceso en los flujos inmigratorios de vocación permanente entre 2007 y 2008 ha sido muy marcado en España, Irlanda Italia y la República Checa, (-25% o más) y en Dinamarca incluso -40%. En 2010, la inmigración a la UE descendió por la mitad en relación a 2007, según Cristina Arhigo, portavoz para el empleo y los asuntos sociales de la Comisión Europea. Con la crisis en España, la demanda de trabajo de los empleadores pasó de 200 mil en 2007 a menos de 16 mil en 2009, es decir el 8% de lo que fue dos años antes (Martine Laronche, “¿Es ineluctable la declinación demográfica en Europa?”, en Le Monde 2 de setiembre de 2010). Al bajar la inmigración, sin embargo, la capacidad de reemplazo generacional continuará empeorandose, la tasa bruta de natalidad descenderá con ello aún más rápidamente. El resultado final tiende a ser tasas negativas de crecimiento poblacional.
También hay países o regiones con fuertes tasas de emigración. Entre los países o regiones con una tasa de emigración superior al 10% podemos mencionar Micronesia (21.04%), Cabo Verde (11.74%), Grenada (11. 23%) y Trinidad y Tobago (11.20%). Con una tasa superior al 5% están además: Samoa, Ecuador, San Vicente, Guayana, American Samoa, Arabia Saudí, Grunlandia, Mali, Jamaica, Islas Vírgenes, Islas Marshall, Dominica y Seychelles. Llama la atención la fuerte presencia de las islas de El Caribe en este contexto. Saldos netos de emigración se observan para América Latina casi entera. Países que muestran flujos emigratorios relativamente marcados son México (3.84 por mil), El Salvador (3.4), Guatemala (2.26), Honduras (1.33), Nicaragua (1.12) y Haití (0.61). Los únicos países con un saldo migratorio positivo son Costa Rica y en menor medida, Chile y Panamá. Bolivia, Brasil y Argentina se encuentran prácticamente en una situación de equilibrio. La tasa de natalidad disminuirá más rápidamente en los países con un saldo emigratorio marcado,.


Sin los cambios recientes en los flujos migratorios, la ONU proyectaba que entre 2045 y 2050 habrá 82 países en el mundo con un crecimiento demográfico negativo (ONU, World Population Prospects, page 132). Entre el año 2000 y 2005 había 24 países con un crecimiento poblacional negativo. Países que decrecieron en más de medio por ciento al año  están: Montenegro, Bulgaria, Guyana, Ucrania, Estonia y Lituania. Otros países que decrecieron en más de un cuarto por ciento al año son: Serbia, Rusia, Belorusia, San Vicente, Georgia, Letonia y Hungría. Todavía otros países que decrecieron son: Japón, Slovenia, Rumanía, Trinidad y Tobago, República Checa, Moldavia, Alemania, Croacia, Polonia e Italia. Esta lista se alargará con los actuales cambios en los flujos migratorios. La proyección de la población de Japón (que no tiene saldos migratorios positivos) de 1950 a 2055 nos ilustra el futuro de Occidente en general y Europa en particular.

Japón: Pirámide de población 1950- 2055

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Algunas políticas de corte reformista se puede observar respecto al envejecimiento de la población. La mayoría de los estudios de la Comisión Europea, recomiendan según Teresa Castro Martín un abanico de políticas a largo plazo dirigidas a aumentar la fecundidad. Francia ha hecho esfuerzos en los últimos tiempos en términos de subsidios familiares para aumentar la fecundidad. El importe de los subsidios familiares aumenta por cada hijo nacido.  Hay subsidio de estudios que está supeditado al nivel de renta y se abona por cada hijo en edad escolar. Se reconoce un subsidio diario de presencia parental. Existe un complemento por libre elección de la modalidad de cuidado de los hijos que se abona a la familia o a la persona que emplea directamente a una cuidadora acreditada o a una cuidadora a domicilio de un niño menor de 6 años. Cuando un titular de la pensión de vejez tiene o ha tenido hijos, el importe de la pensión suele verse incrementado. Existe el subsidio familiar de vivienda que consiste en una prestación familiar destinada a cubrir, parcialmente, los gastos de vivienda de las familias con hijos. Aunque la tasa global de fecundidad ha ascendido en Francia durante los últimos años a 1.97 hijos por mujer, la misma aún no garantiza el reemplazo generacional.


La actual tendencia del capital es no invertir en la solidaridad inter-generacional, sino fugarse hacia países periféricos en busca de mano de obra barata, abundante y en crecimiento. Con ello el empleo en Occidente está en peligro. Aquellos países centrales con un crecimiento negativo sostenido se transforman así en naciones inviables. La reacción conservadora en la actualidad es frenar la inmigración  y promover el retorna a la familia patriarcal. Sin embargo, de no invertir en la solidaridad inter-generacional a nivel de la sociedad, garantizando así el relevo generacional, el panorama mundial será de un crecimiento negativo generalizado y primero que nada en Europa y Japón. La verdadera solución consiste en garantizar el reemplazo generacional más allá del ámbito familiar a nivel comunal y a nivel de la sociedad en su conjunto. Ante el cuadro de una sociedad sin capacidad de reemplazo generacional y por lo tanto insostenible, es preciso otorgar otro valor al trabajo actualmente no pagado en los hogares privados y socializarlo. Sin un cuidado inter-generacional asumido por la comunidad de base y la sociedad en su conjunto, las naciones occidentales se tornarán inviables.

II La capacidad de reemplazo de la fuerza de trabajo


Introducción


Después de esta primera parte demográfica, nos concentraremos en la lógica de reproducción y sustitución de la fuerza de trabajo. El capital busca acortar la vida util de los trabajadores y con ello siempre trata de aumentar su capacidad de reemplazo. La historia del capitalismo muestra como en los países centrales la capacidad de reemplazo de la fuerza de trabajo ha descendido y como han llegado a obtener con ello a una mayor seguridad económica y social. Sobre esta base pudo instaurarse el reformismo político. La incorporación masiva de la fuerza de trabajo femenina se da a posteriori de la incorporación generalizada de la fuerza de trabajo masculina, al tornarse la última menos sustituible y por ende más costosa. La posterior universalización de la incorporación de la fuerza de trabajo femenina en los países centrales hace disminuir también su capacidad de reemplazo con el consecuente aumento de su costo. Veremos que con la racionalidad económica actual, el número medio de hijos por mujer disminuye con la universalización del trabajo femenino. Con ello viene hacia abajo la capacidad de reemplazo generacional, como ya vimos. Es entonces que el capital en los países centrales recurre a la migración como último recurso para grarantizar dicha capacidad de remplazo generacional y con ello, en última instancia, la  de la de fuerza de trabajo.


La historia del capitalismo enseña que la capacidad de reemplazo de la fuerza de trabajo en los países periféricos, ha sido y en general sigue siendo elevada. La misma división de trabajo entre centro y periferia obligaba a los países periféricos producir materias primas y productos agrícolas cuya vida media no se podía acortar, como veremos adelante. Solo la protección frente a las importaciones desde los países centrales ha generado nuevos países emergentes, con un desarrollo industrial y tecnológico. En la historia reciente, eto ha sido el caso de los Tigres Asiáticos y China, por ejemplo. Desde la posguerra, los demás países periféricos importan productos cada vez menos duraderos del Norte, es decir, productos con una vida util decreciente, exportando productos cuya vida media no se podía acortar. De esta manera, la rotación de capital en los países periféricos fue muy baja al tiempo que en los países centrales aumentaba sin cesar. Los términos de intercambio empeoraron a partir de entonces.


Al no haberse podido expandir el capital de manera dinámica, no se han podido generalizar las relaciones asalariadas en muchos países de la periferia y no en último lugar en América Latina. De esta forma, la capacidad sustitutiva de su fuerza de trabajo se ha mantenido elevada por décadas. Una capacidad sustitutiva de la fuerza de trabajo elevada durante mucho tiempo implica una falta absoluta de estabilidad económica y social y por ende, conlleva a inestabilidad política. Una menor capacidad sustitutiva, en cambio, implica una vida media util relativamente larga de la fuerza de trabajo y con ello una mayor estabilidad económica y social. Sobre esta base sí es posible lograr una mayor estabilidad política. Cuanto más tiempo perdura un país sin instaurar estabilidad económica y social y sin perspectiva de salida, más explosiva se torna la situación política. Los países con una elevada capacidad de reemplazo de la fuerza de trabajo durante décadas son, en nuestra opiníon, una bomba de tiempo. El potencial revolucionario más grande se encuentra en aquellos países periféricos donde el capital ha penetrado bastante, pero no lo suficiente para que se instaure una política reformista.


En el capitalismo todo lo que es sustituible le es beneficioso y así también la tecnología. Desde la posguerra, la aceleración en la innovación y sustitución tecnológica ha sido el motor de la acumulación capitalista. Hoy en día la capacidad de reemplazo tecnológico, sin embargo, resulta cada vez más costosa. Al disminuir la vida util de la nueva tecnología su costo se dispara. Este fenómeno solo puede ser compensado mediante la busqueda de mano de obra aún más barata fuera de los países centrales. La consecuencia es una tendencia migratoria desde países periféricos (con una capacidad de reemplazo mayor), hacia países centrales con una baja capacidad sustitutiva de la fuerza de trabajo. El capital a la vez migra hacia aquellos países periféricos donde la capacidad de reemplazo de la fuerza laboral es mayor. De esta manera aumenta la capacidad de reemplazo simultáneamente en centro y periferia.


En el siglo XIX y principios del siglo XX, había solo una vía hacia una situación revolucionaria. En aquel momento el reformismo político era apenas incipiente. Hoy en día observamos, como consecuencia de la generalización del reformismo en los países centrales y muchos países periféricos, dos vías hacia una creciente inseguridad económica y social. En la periferia predomina la situación de una elevada capacidad de reemplazo por largos tiempos. A partir de la Gran Depresión del siglo XXI se abre otra posible vía: desde una situación del reformismo político hacia una inseguridad económica y social debido a la creciente capacidad de reemplazo de la fuerza de trabajo. La primera situación podrá ser particularmente explosiva en tiempos de crisis, mientras la segunda vía podrá desembocar en primera instancia en un neo-fascismo para abrir más tarde, al perdurar la situación por más largo tiempo, un espacio hacia situaciones más revolucionarias. He aquí el objetivo central de esta parte del trabajo.


El capitalismo incipiente en unas economías con poco desarrollo de mercado
Históricamente la producción capitalista nace y se desarrolla en un medio no capitalista y a costa de este. Como resultado, las relaciones no salariales (comunidades indígenas, pequeños campesinos, artesanos, vendedores) en un inicio predominan todavía sobre el trabajo asalariado. Ya no son tantos los países en el mundo donde la relación salarial esté muy incipiente (por debajo del 20%). Tenemos que señalar, sin embargo, que son también los países con menos registros estadísticos. Los países con menos de 20% de asalariados en su población económicamente activa se concentran aunque no exclusivamente en África Subsahariana. Mencionamos Burkina Faso, Camerún, Chad, Madagascar, Malí, Malawi, Ruanda, Senegal, Sudan, Tanzania, o Uganda. En América Latina está solo el caso de Haití. En Asia podemos mencionar países como Afganistán, Bangladesh, Camboya o Lao.


Tratase de economías sin mayor desarrollo del mercado. En una economía no monetizada y básicamente comunitaria, el trabajo impago no se distingue del trabajo pagado. Tanto hombres como mujeres realizan esencialmente trabajo impago. La categoría de trabajo doméstico aparece como una forma más de trabajo impago. No contrasta aún con el trabajo pagado. Trabajo doméstico, entonces, es una categoría que apenas se desarrolla con la monetización de las relaciones sociales. Tanto en Burkina Faso como en Malawi, Ruanda o Camboya se observa un porcentaje de asalariados inferior al 12 %, o sea, sin una real presencia de mercado  (OIT; Fuentes y métodos de estadísticas de trabajo). Es interesante observar que en estos países, las tasas de actividad de hombres y mujeres distan muy poco unas de otras. Dichas tasas giran alrededor del 90% para las mujeres hasta los 60 años de edad y las de los varones están levemente por encima de 95% en dichas edades. El trabajo infantil en estos casos es más un asunto de formación y socialización en la economía local. La OIT registraba alrededor de 1990 que en Burkina Faso trabajaba el 60% de los menores entre 10 y 14 años de edad, en Uganda 45%, en Ruanda 42%, en Madagascar 33% y en Bangladesh 31%.
Estamos hablando básicamente de economías comunitarias donde la relación salarial no se ha penetrado realmente y con una incipiente economía de mercado y con relaciones monetizadas apenas desarrolladas. Los subsidios de exportación a los granos básicos en el Norte generan sobreproducción y exportación de los mismos hacia los países periféricos aunque sea en el marco de la cooperación. En tanto que estos países comienzan a depender de importaciones de granos básicos, cualquier aumento en el precio a nivel internacional, debido a la especulación o la creciente demanda de agro combustibles, causa hambrunas. La consecuencia es revueltas populares como hemos visto en el año 2008 en los países subsahariano en países asiáticos y en Haití. Estas demostraciones y enfrentamientos tuvieron lugar en 2008 sobre todo, aunque no exclusivamente, en África sub-Sahariana. Los precios de los granos básicos de nuevo aumentaron a partir de 2010, como podamos apreciar en el siguiente gráfico, y a partir del año 2011 no es de extrañar que haya otras explosiones sociales.

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El neocolonialismo en África subsahariana está en tapete y sobre todo en aquellos países donde la relación salarial menos ha penetrado. A ello agregamos que los países con más desarrollo del mercado de trabajo y del capital, pero sin llegar a consolidar el reformismo son los más dados para un proceso paulatino de desconexión como vimos tanto en América Latina como en África o Asia. Sin embargo, tratase de naciones frágiles y víctimas relativamente fáciles de intentos neocoloniales como hemos visto con la reciente ocupación de Haití o los intentos de partir al Sudan en dos partes.  Las luchas de estos países se puedan dar de nuevo en el marco de la descolonización.


La dictadura del capital: la gran capacidad de reemplazo de la fuerza de trabajo
Diferente es el caso en países donde la relación del mercado y el capital ya han penetrado más en la economía de un país. Ello supone una mayor disolución del nexo no capitalista y la consecuente liberación de fuerza de trabajo para incorporarse al nexo capitalista. Podemos afirmar que en aquellos países periféricos donde la población económicamente activa cuenta con un porcentaje de asalariados de entre 20 y 50% es ahí donde opera y domina de manera ya muy visible el capital.

Ahí también las relaciones de intercambio ya están bastante monetizadas. El capital ha penetrado en estos países y domina, aunque las relaciones asalariadas aún no predominan. No disponemos de información estadística de todos los países. Los países con información disponible cuya PEA cuenta entre 20 y 39% de asalariados en África son: Cabo Verde, Guinea Ecuatorial, Lesoto y Zimbabue. En Asia observamos los países siguientes con una PEA de entre 20 y 39% de asalariados: Bután, Malasia, Indonesia, Mongolia, Nepal, Pakistán y Vietnam. Los países cuya PEA cuenta de 40 a 50% de asalariados ya se encuentran en

estado de desarrollo algo mayor del capital. En África son: Etiopía, Gabón, y Marruecos; en Asia: Siria, Yemen y Tailandia y; en América Latina: Bolivia, Paraguay y Honduras.


La existencia de un nexo no capitalista aún mayoritario, ofrece a los capitalistas la posibilidad de reemplazar o sustituir la fuerza de trabajo deteriorada por otra proveniente del nexo no capitalista en disolución progresiva. Con ello, los capitalistas están en las condiciones objetivas de pagar salarios que no permiten la subsistencia del trabajador ni mucho menos la de una familia. Esto condena a los trabajadores a vivir en condiciones de vida infrahumanas, sin ninguna estabilidad laboral y ninguna seguridad económica o social. La consecuencia es una vida media útil muy reducida de la fuerza de trabajo debido, entre otras cosas a las insalubres condiciones de trabajo, a la mala nutrición, las pésimas condiciones de vivienda, etc..


Cuando las relaciones sociales se monetizan, el trabajo doméstico aparece cada vez más como el trabajo impago frente a otras actividades remuneradas. Lo anterior se traduce en la percepción social que el trabajo impago en torno al hogar deja de ser visto como trabajo. Con esta percepción cada vez más socializada, la participación de las mujeres en la actividad económica desciende. Esta percepción es más fuerte en países musulmanes que, por ejemplo, en África subsahariana donde las economías comunales y las culturas autóctonas tienen mayor resistencia ante el avance de la economía del mercado. En Pakistán el 37% de la PEA es asalariada. La actividad económica de las mujeres en edades de 20 a 60 años oscila apenas entre 15 y 20%. La PEA de Paraguay cuenta con 48% de asalariados. La participación femenina en la PEA oscila entre 20 y 30%. La población activa de Honduras ya cuenta con 49,9% de asalariados. Las tasas de actividad de las mujeres hondureñas oscilan entre 30 y 45%.


El cuadro anterior contrasta con la situación de países donde la economía comunitaria y local no se ha podido desintegrar tanto. La PEA de Bolivia cuenta con 33% de asalariados. Las tasas de actividad de las mujeres bolivianas en las edades más productivas oscilan entre 45 y 55%. La PEA de Zambia cuenta con 30% de asalariados y la PEA de Indonesia con 34%. Las tasas de actividad de las mujeres indonesias oscilan entre 50 y 60% y en Zambia entre 50 a 75%. Aunque no podemos entrar en explicaciones de casos, podamos afirmar que la desintegración de la economía comunitaria en Zambia y Bolivia ha sido más difícil que la disolución las relaciones no capitalistas en Honduras, Paraguay y probablemente Pakistán, por ejemplo. El nexo no capitalista de de Zambia y Bolivia es más resistentes ante el avance del capital al mantenerse la economía comunitaria. La distinción entre trabajo impago y trabajo pagado es menos fuerte en países donde perduran lazos comunitarios. Al mantenerse relativamente integradas las relaciones comunales, también la participación femenina en la PEA se mantiene elevada. Las relaciones sociales más individuales en países como Paraguay y Honduras muestran menos resistencia a la lógica del mercado.


Cuando la minoría de la población activa se encuentra bajo relación asalariada, la capacidad de reemplazo es muy elevada y más elevada aún cuando las relaciones en el nexo no capitalista se encuentren más desintegradas. Esta elevada capacidad de reemplazo se traduce en sobreexplotación. La sobreexplotación de la fuerza de trabajo se expresa en jornadas largas y extenuantes, salarios miserables que obligan a vivir en hogares insalubres, aceptar trabajos inestables sin poder entablar relaciones familiares sostenibles. Los hogares a menudo suelen estar desintegrados por migraciones en busca de trabajo. Los mismos hogares suelen ser extendidos con presencia de otros familiares y no familiares. Todo ello en el marco de una lucha de sobrevivencia.


En medio de ello es frecuente el trabajo infantil ya como forma de explotación. La OIT ha hecho una serie de estimaciones para medir el trabajo infantil (OIT, Evaluaciones y proyecciones de la población económicamente activa 1950-2010). La PEA de Bután cuenta con 40% de asalariados y el 58% de niños y niñas entre 10 y 14 años trabaja; en Tailandia (con 44% de asalariados) el 70% de menores entre 10 y 19 años trabaja; en Nepal (con 25% de asalariados) el  60%de niñas y niños entre 10 y 14 años trabaja; en Etiopía (con 46% de asalariados) el 45% de los menores trabaja. En América Latina el trabajo infantil registrado es menos generalizado. En El Salvador y Colombia (ambos con 54% de asalariados), el 35% de los niños y las niñas de 10 a 14 años de edad trabajaba y en Guatemala (con 50% de asalariados) el 28%.


Un elevado índice de trabajo infantil en países con 35% o más de asalariados en la PEA revela, sin duda, situaciones de sobreexplotación. Esta sobreexplotación permite a los capitalistas a reemplazar permanentemente la fuerza de trabajo desgastada, generalmente de más edad, por otra más productiva y muy joven. Cuanto más joven menor es el pago y mayor la sobreexplotación. La nueva mano de obra que reemplaza a los destituidos no solo suele ser reclutada entre los hijos de los asalariados, sino más a menudo esta oferta proviene de los trabajadores independientes en el nexo no capitalista en disolución. Lo anterior suele ser acompañado de procesos migratorios de campo a ciudad. Toda esta fuerza laboral potencial en movimiento busca su suerte en el nexo capitalista y este ejército industrial de reserva genera una presión permanente sobre los trabajadores activos en el mercado capitalista de trabajo.


Cuando la capacidad de reemplazo de la fuerza de trabajo es muy elevada, los trabajadores suelen ser despedidos a edades relativamente jóvenes. Su expectativa de vida útil para el capital es relativamente corta. En el caso de Honduras (con 49% de asalariados), por ejemplo, la vida mediana útil de los trabajadores asalariados se estima en menos de 30 años de edad (Vea, Del neoliberalismo al poscapitalismo). Al abandonar el nexo capitalista, los trabajadores despedidos han de buscar su refugio en algún trabajo por cuenta propia, para poder sobrevivir en condiciones aún más precarias. Sin embargo, hay trabajadores en el nexo no capitalista de todas las edades y en su conjunto ejercen una presión permanente sobre el mercado de trabajo en todas las edades. En medio de esta inseguridad económica y social, la clase trabajadora se reproduce como clase ante el capital, aunque los trabajadores no pueden reproducir sus condiciones mínimas de vida. Tampoco lo logran los amplios sectores del nexo no capitalista debido al proceso permanente de su  destrucción.


Al vivir en condiciones muy precarias y consciente de su permanente inestabilidad económica y social, al obrero se le parece que no le paguen por su trabajo, ni aún por su fuerza de trabajo y tiende a rebelarse. Sin embargo, las reivindicaciones de los trabajadores no encuentran oídos en la clase burguesa. La posibilidad de sustituir la fuerza de trabajo rebelde, con o sin represión, opera como quebranta-huelgas y constituye un freno para la efectiva organización. Los capitalistas se encuentran en la posición de masacrar a la población, si fuera necesario, para imponer sus intereses a expensas de la clase trabajadora. Es la era de la dictadura del capital o la llamada fase orgiástica del capital, a como Marx la describió cuando analiza la condición de la clase trabajadora en Inglaterra a principios del siglo XIX. Es también la fase que siempre más añora la burguesía y hoy incluso a escala mundial.


El reformismo burgués o los límites en la capacidad de reemplazo
En la medida en que el capital penetra en cada vez más sectores y zonas de un país, más avanza la desaparición de las formas no capitalistas de producción. Este proceso tiene como consecuencia: la transformación progresiva de la clase trabajadora en un ejército de asalariados. La tendencial desaparición de las relaciones no asalariadas hace disminuir las posibilidades de sustitución o reemplazo de la fuerza de trabajo deteriorada en el nexo capitalista por otra reclutada fuera de éste. Una proporción cada vez mayor de trabajadores depende, para reproducir su fuerza de trabajo, de la venta de esa única mercancía que poseen. Hoy son bastantes los países periféricos donde la relación salarial ha pasado el 50% de la población económicamente activa (PEA) pero sin pasar las dos terceras partes de dicha PEA. El análisis de esta situación, con mayor potencial revolucionario, lo dejaremos para un momento posterior en este trabajo.


Hoy en día son muchos los países donde más de dos terceras partes de la población económicamente activa es asalariada. En primer lugar tenemos ahí todos los países europeos, incluyendo a Rusia y los países de Europa Oriental. Luego está EEUU, Canadá, Australia, Nueva Zelanda y Japón, prácticamente todos con más 80% de asalariados y en algunos casos más de 90%. Sin embargo hay bastantes países periféricos que se encuentran también en esta situación. En América Latina están Argentina con 75%, Uruguay (70%), Chile (72%), Costa Rica (73%), Panamá (69%) y Surinam (80%). En El Caribe hay muchas islas pequeñas con más de 66% de asalariados en la PEA. Mencionamos: Antigua, Aruba, Bahamas, Barbados, Islas Caimán, Saint Kits, San Vicente, Trinidad y Tobago además de Cuba. Cada uno de las islas cuenta con más de 80% de asalariados en la PEA. En Asia contamos con Brunei (95%), Hong Kong (89%), Israel (87%), Corea del Sur (68%), Macao (China) 91%, Malasia (74%),  Omán (88%), Qatar (99%), Singapur (85%), Taiwán (75%) y Emiratos Árabes Unidos (97%). En África contamos con Botsuana (73%),  África del Sur (82%), Mauricia (79%), Namibia (73%), Sao Tomé (71%), Seychelles (81%) y Suazilandia (76%).


Al disminuir el nexo no capitalista a menos de un tercio de la PEA, se limita la capacidad de reemplazo de la fuerza de trabajo.  Los capitalistas como clase se ven obligados a prolongar la vida media útil del trabajador. Para mantener la productividad de trabajo a través del período productivo cada vez más prolongado, es preciso conservar la fuerza de trabajo. Solo de esta manera se mantiene esta fuente de ganancia. Históricamente, la primera seguridad social se introdujo en el último cuarto de siglo XIX en Alemania y luego se difundió en otras naciones de Europa. En América Latina el seguro social se instauró primero en Chile (1923) para pronto introducirse en Uruguay y Argentina. En Costa Rica el seguro social se introdujo en el año 1948, cuando las dos terceras partes de la PEA se encontraba bajo relación salarial en ese país. En 1985 los países latinoamericanos con más del 70% de la población activa asegurada eran Argentina, Chile, Uruguay, Costa Rica y las mencionadas islas de El Caribe como Trinidad y Tobago. En  Cuba había una cobertura universal.


La prolongación de la vida media útil de los trabajadores como asalariados desplaza la edad mediana hacia edades mayores. La edad mediana de los trabajadores bajo relación salarial en Costa Rica, por ejemplo, tiende a desplazarse hacia los 45 años de edad frente a los 30 en Honduras. Para mantener los mismos niveles de productividad, se requiere cada vez más la conservación de la fuerza de trabajo, es decir, seguridad social. La capacidad de reemplazo de la fuerza de trabajo en el nexo capitalista requiere cada vez más el reemplazo generacional. La capacidad de reemplazo inter-generacional se garantiza básicamente a través de la reproducción de la fuerza de trabajo a nivel familiar. A partir de entonces, la conservación y reproducción de la fuerza de trabajo a nivel familiar se torna una condición necesaria para la reproducción del capital. El capital solo se puede reproducir como capital en tanto que esté garantizada la reproducción de la fuerza de trabajo a este nivel, es decir, garantizando la capacidad de reemplazo inter-generacional. La importancia de la familia nuclear adquiere a partir de entonces dimensiones históricas. Es en esta época que resulta relativamente reducida la incorporación de las mujeres al mercado de trabajo.


No podemos entrar en cada caso y tenemos que conformarnos con ciertos ejemplos. En los años ochenta y noventa del siglo XX se puede observar que más del 60% de los hogares costarricense son constituidos por parejas solas y parejas con hijos solteros. Los hogares más extendidos (la familia nuclear con hijo casado o con pariente solo) representan un 20% del total. Es una herencia de tiempos pasados. Los hogares mono-parentales en Costa Rica no pasan del 10% y las unipersonales apenas el 5%. Las dos modalidades juntas no sobrepasan el 15% de los hogares (Vea, Reuben, 1986: 16 y Kuhlmann y Soto, 1995:96). Las últimas dos formas juntas representan hoy en día el 60% de todos los hogares en Alemania e incluso el 67% en Suecia y Dinamarca. En estos países la reproducción de la fuerza de trabajo ya no se da más a nivel familiar como veremos más adelante.


El seguro social comienza con la cobertura del asegurado directo, es decir, asegurando solo al propio trabajador. La conservación de la fuerza de trabajo solo adquiere un carácter familiar a través de los años cuando se evidencia la necesidad del reemplazo inter-generacional. En 1954 el 24% de la población económicamente activa (los asegurados directos) de Costa Rica, por ejemplo, se encontraba bajo cobertura frente a tan solo el 7% de la población total. A partir de la segunda mitad de los años setenta, cuando más del 70% de la PEA del país trabajaba como asalariado, el asegurado familiar, comienza a tener mayor cobertura. En 1980 alcanza cubrir el seguro social costarricense el 74% de la población total contra el 67% de la población económicamente activa. Como resultado, Costa Rica tiene hoy una expectativa de vida de 79 años, la más alta de América Latina y solo levemente inferior a la de Alemania (Miranda, “Memorias Institucionales de la CCSS”, 1994:122-24; y Memoria CCSS, 1995:7).


En la medida en que se generaliza la relación salarial, no solo se hace necesaria la mejor reproducción y conservación de la fuerza de trabajo desde el punto de vista de la burguesía, sino, al mismo tiempo, se fortalece la posición de fuerza de la clase trabajadora para exigírsele. En la medida en que desaparece el nexo no capitalista, y disminuye la capacidad de reemplazo de los trabajadores, se fortalece la capacidad reivindicativa de los mismos. En segundo lugar, con la generalización de las relaciones salariales en más sectores y en empresas más grandes, también aumenta objetivamente la capacidad organizativa de los trabajadores. Como consecuencia, los salarios tienden al alza y la jornada laboral a la baja. Un mismo trabajo en un país con baja capacidad de reemplazo es mejor pagado que tal trabajo en una nación con una capacidad sustitutiva más elevada. De ahí también que los flujos migratorios suelen ser de los últimos hacia los países con mayor estabilidad económica y social.


En el momento que asciende objetivamente la capacidad combativa de la clase trabajadora, también la burguesía como clase comienza a ser parte interesada en materia de una mejor reproducción y conservación de la fuerza de trabajo. Es a partir de ese momento también, que las luchas en materia salarial y condiciones de trabajo tienden a llevar las partes a la mesa de negociación y  cada vez menos al campo de batalla. Los sindicatos suelen adquirir a partir de ese momento histórico carácter institucional legal. Todo esto comienza a tener la apariencia de una relación pacífica entre dos clases antagónicas. El Estado, antes esencialmente un poder represor, adquiere a partir de entonces una forma democrática. Es la era de la democracia burguesa y el principio del llamado Estado de Bienestar.


El aumento del salario, las restricciones de trabajo infantil y femenino, la necesidad del seguro social, etc., juntos limitan la fuente de plusvalía absoluta y complican la posición de competencia de la burguesía frente a otros países donde la relación salarial no está generalizada. Para garantizar su posición competitiva, a la burguesía no le queda otra alternativa que incrementar la productividad del trabajo. Lo anterior demanda un mayor desarrollo tecnológico. Esto a su vez requiere un proceso de educación generalizado y cada vez más desarrollado. Surge la fuerza de trabajo calificada que se distingue de la no calificada. El desarrollo cuantitativo de la relación salarial conlleva entonces, a su desarrollo cualitativo: la fuerza de trabajo comienza a diferenciarse cualitativamente.


Cuanto más especializada sea la fuerza de trabajo, menos abundantes suelen ser los centros para su formación (re-producción). Cuanto menos centros de formación haya para re-producir determinada fuerza de trabajo calificada (mediante la constitución de gremios profesionales), tanto menor su capacidad de reemplazo (Vea, Del neoliberalismo al poscapitalismo,  pag. 52) y tanto mayor la posibilidad de ejercer influencia sobre su oferta en el mercado de trabajo, y por ende, mayor tiende a  ser su salario en el mercado. Cuanto mayor sea el costo de re-producción de la fuerza de trabajo, mayor importancia adquiere la conservación de la misma. En el año 1963 el seguro social de Costa Rica, por ejemplo, cubría el 70% de los profesionales (menos sustituibles) contra un 32% de los obreros (más sustituibles) y tan solo el 1.3% de los campesinos del nexo no capitalista. En el año 1991 el 71% de los obreros (cada vez menos sustituibles) estaba asegurado e incluso el 30% (con capacidad de pago) de los campesinos independientes (algo más acomodados) contaba con un seguro voluntario. (Vea, Censos de población).


Conforme hay un mayor desarrollo tecnológico, mayor también la demanda de fuerza de trabajo calificado. Las familias con más educación tienden a tener menos hijos que aquellas con escasa formación. La demanda de fuerza de trabajo calificada, en otras palabras, resulta mayor que su oferta. La fuerza de trabajo no calificada recibe un salario para reproducirse como no calificada y no según las aspiraciones que tenga para con sus hijos. Ahora bien, los trabajadores que tienen familias más pequeñas que la media social, pueden utilizar los recursos y la energía, que de otro modo dedicarían para criar más hijos, para el ascenso social de menos hijos que la media social. Al tener menos hijos que el promedio social, los gastos de re-producción de la fuerza de trabajo (familiar), se encuentra por debajo del valor. Este ahorro puede utilizarse para el ascenso social, o sea, para aumentar las posibilidades de obtener un mejor ingreso para sus hijos. Aquí el Estado obtiene un papel para la construcción y el manejo de escuelas y colegios públicos. Lo hará solo en tiempos de expansión y todo lo contrario en épocas de contracción, como se observa en la actualidad, es decir, solo lo hace acorde con la demanda del capital.


Para lograr la movilidad social ascendente, la unidad familiar se transforma en una unidad estratégica para dicho ascenso social. De este modo desciende paulatinamente el promedio de hijos por familia según la fracción de clase. En 1985, la tasa global de fecundidad de las mujeres costarricense con ingresos altos era de 2.2 frente a 5.1 entre mujeres con los ingresos más bajos. Con ello una parte de los costos de ascenso social está cubierta por la propia clase trabajadora. Debido a la gran energía y el mayor esfuerzo que implica este ascenso social, el capital logra reclutar además la fuerza de trabajo calificada mejor motivada. Finalmente, la movilidad social ascendente presenta a la sociedad como si estuviera estratificada y que depende de la voluntad del individuo mismo qué posición ocupa dentro de ella. Lo anterior da pie a una ideología pequeño burguesa con una concepción reformista.


Conforme mayor sea la formación de la población, más elevadas las tasas de participación en la PEA. La baja capacidad sustitutiva de la fuerza de trabajo calificada masculina genera la necesidad de incorporar a la vez las mujeres calificadas al mercado de trabajo. Las tasas de participación de personas calificadas son elevadas y no muy diferentes entre varones y mujeres. Lo anterior es válido para todos los países sin importar la capacidad de reemplazo a nivel de la sociedad en su conjunto, como hemos mostrado empíricamente en el estudio Del Neoliberalismo al poscapitalismo. Para poder continuar el movimiento de ascenso social de generación en generación, se debe reducir también la fecundidad de una generación a otra. El promedio de hijos por mujer desciende de esta manera constantemente. Finalmente llega al extremo de no garantizar más el reemplazo generacional, situación que se da hoy en día en todos los países centrales y más allá de ellos.


El capitalismo, no solo exige fuerza de trabajo calificada en bruto, sino la exige además con experiencia. Una parte de la formación de la fuerza de trabajo calificada se recibe entonces a través de la experiencia. La fuerza de trabajo con experiencia suele ser menos reemplazable que la que no tiene experiencia y por lo tanto suele ser mejor pagada. La acelerada innovación tecnológica, sin embargo, hace cada vez más rápidamente obsoleta la experiencia obtenida en tiempos anteriores. Los adultos mayores se tornan un obstáculo para aumentar o incluso mantener la productividad del trabajo. Las generaciones mayores (incluso las muy calificadas) se tornan más reemplazables y tienden a ser un estorbo para el capital. Los capitalistas como clase se ven obligados a reemplazar esta fuerza de trabajo por otra más joven y más actualizada. Al contraerse el nexo no capitalista, se agota también la posibilidad de expulsar fuerza de trabajo hacia el nexo no capitalista. Con ello se hace una necesidad histórica el retiro de dicha fuerza de trabajo mediante el seguro de vejez. Primero se introduce este seguro para la fuerza laboral más calificada y más tarde, cuando su capacidad de reemplazo también se limita,  a la fuerza de trabajo menos calificada.


La obsolescencia planificada o la reducción de la vida media de los productos
El constante desarrollo de las fuerzas productivas, significa una reducción en el trabajo necesario para producir la misma masa de productos o valores de uso. Dicho de otra manera, una misma masa de trabajo es capaz de generar un creciente volumen de productos y valores de uso, sin aumentar la masa de valor. La consecuencia es una economía de escala. La masificación de la producción desplaza el centro de gravedad de los problemas de la producción hacia los de la re-producción. De este modo se agudiza, aparentemente, la contradicción entre las capacidades productivas ilimitadas y los límites de la demanda efectiva en el mercado. He aquí la esencia de cada crisis capitalista. La realización de los productos y valores de uso a su vez condiciona la realización de los medios de producción, ya que sin la venta de los primeros, se hacen superfluos los últimos.


En realidad la sociedad capitalista produce cada vez más productos y servicios dispensables y hasta destructivos, esto es, productos y servicios que no reafirman la vida de la colectividad. Las ´necesidades´ individualizadas, de las que hablan los economistas neoclásicos, parecen ilimitadas. No satisfacen las necesidades reales en la vida de la colectividad, pero permiten la reproducción del capital. Es esta la esencia de la racionalidad vigente. También se hacen productos cada vez más desechables. Cuando se planifica un incremento en el desgaste físico o moral (por la moda) de los productos, aumenta la llamada propensión al consumo. Lo mismo sucede cuando generan productos y servicios dispensables o incluso destructivos.
Al acortar la vida media de los productos, el trabajo ´necesario´ para reproducir la fuerza de trabajo reducido por el desarrollo tecnológico, ha de ser repetido por haberse cortado la vida media de los productos y valores de uso. La riqueza en valor producida aumenta a costa de su permanencia como valor de uso. La reducción de la vida media de los valores de uso opera como si se hubiese invertido trabajo superfluo para generar la misma riqueza presente. Desde la óptica de los valores de uso o contenido de la riqueza, la productividad del trabajo ha disminuido. Al acortarse, sin embargo, la vida media de los valores de uso, se acorta el ciclo de reproducción del capital y de la realización de valores y ganancia. Desde la óptica del valor y la ganancia la productividad del trabajo aumentó. Lo último es la esencia de la racionalidad vigente.


Durante la era keynesiana, las fronteras nacionales constituían el espacio económico por excelencia dentro del cual se reproducía el capital así como la fuerza de trabajo. La economía de escala y el consumo en masa con políticas más liberales solo es posible en países que cuentan con una población numerosa como EEUU. La introducción de una economía de escala demanda otras políticas de reproducción de la fuerza de trabajo en naciones con una talla de población relativamente pequeña como en Suecia, Noruega, Dinamarca, Holanda o Canadá. Una mayor nivelación del ingreso facilita la demanda efectiva en los países centrales más pequeños. Una distribución niveladora y más equitativa de la masa salarial, permite que funcione la economía de escala aún en las naciones pequeñas. He ahí la tierra más fértil para la Social Democracia y el Estado de Bienestar.


En los países centrales con una talla menor de población, las reivindicaciones de la clase trabajadora suelen coincidir en mayor grado con los intereses del gran capital. Estas sociedades nos aparecen como pueden satisfacer necesidades ilimitadas para la colectividad. Aparecen como sociedades de bienestar para las grandes mayorías. Hay un mayor grado de igualdad de derechos económicos y sociales. En esencia, no se trata del paraíso en tierra, sino de un consumo bien repartido para aumentar la demanda efectiva y así garantizar mejor la reproducción del capital. El reformismo y la alienación adquieren aquí su expresión máxima.
Ahora bien, vale aclarar que no a todos los productos se les puede acortar la vida media por igual. Es más difícil manipular la vida media de las materias primas y de los productos agrícolas que para los bienes de consumo duradero o los medios de producción. Es debido a la división mundial de trabajo entre centro y periferia y sus relaciones de poder que los países periféricos se especialicen en la producción y exportación de materias primas y productos agropecuarios. La vida media de estos productos no se puede manipular tan fácilmente. Es apenas recientemente que empresas como Monsanto han logrado manipular genéticamente las semillas. Esto obliga volver a comprarlas después de cada cosecha. Los países centrales en cambio se especializaban en bienes de consumo duradero y maquinaria, cuya vida media se puede acortar de manera planificada. Con ello se abre la era de la obsolescencia planificada y aumenta la demanda efectiva de los productos de los países centrales pero no así la de la mayoría de los países periféricos.


Mientras los países periféricos no protejan su proceso de industrialización, han de importar productos de una vida media cada vez más corta. Para poder comprar los productos cada vez más desechables, se ven obligados a ofrecer más de su producto cuya vida media no es manipulable. El resultado es una sobreoferta internacional de estos productos con una demanda efectiva mucho menos elástica. Con la sobreoferta de estos productos, los precios de exportación tienden a la baja. Lo contrario suele pasar con sus importaciones. Con ello, los términos de intercambio de los países periféricos empeoran con el transcurrir del tiempo. Lo anterior quiere decir que el poder de compra de dichos países disminuye. Para poder sostener la demanda efectiva sin capacidad de pago, los países periféricos se han endeudado con los países centrales.


Entre 1970 y 1982, por ejemplo, el poder de compra de los países latinoamericanos (no exportadores de petróleo) se redujo a dos tercios de lo que fue en 1970. La deuda externa alcanzó en 1982 el 33% del Producto Interno Bruto, unas tres veces el valor de las exportaciones (CEPAL, Estudio Económico de América Latina 1982: 50, 63 y 64). A partir de entonces, las políticas neoliberales estrangulan a todos aquellos países periféricos que se encuentran en la misma situación. La consecuencia es un estancamiento en el desarrollo de la relación salarial por décadas, como veremos más adelante.


La capacidad de reemplazo diferencial de fuerza de trabajo masculino y femenino

En los países centrales el cuadro es exactamente al revés. Con la reducción de la vida media de los productos, la rotación del capital aumenta sin cesar. Con ello se eleva la tasa de ganancia. En la época de la posguerra, la era keynesiana, se observa en los países centrales un crecimiento sostenido del capital. Lo anterior implica una generalización acelerada de la relación salarial. La incorporación generalizada de la fuerza de trabajo implica en primer lugar la absorción de toda fuerza de trabajo masculina disponible en un país. En 1970, en Suecia, Canadá y EEUU más del 87% de la población económicamente activa masculina estaba asalariada; en Suiza, Alemania, Holanda y el Reino Unido más del 85%. En Australia, Nueva Zelanda, Noruega, Luxemburgo, Dinamarca y Francia 80% o más. Más atrás estaban países como España (73%), Japón (70%) o Portugal (66%) (OIT, Anuario de Estadísticas del Trabajo 1945-1989).


A partir de entonces, la capacidad de reemplazo de la mano de obra masculina queda muy reducida y tiende a generar presiones sobre el alza salarial. No es extraño en este contexto, que a partir de los años setenta se promociona la incorporación masiva de las mujeres a  la actividad económica. En Suecia, por ejemplo, la participación de las mujeres en la actividad económica entre 1970 y 1991 aumentó en más de 75% entre las edades de 30 a 60 años de edad. En 1991 la participación femenina se encontraba levemente más baja (un 5% en promedio) que la masculina en esas edades. Durante el mismo período, en países como España o Portugal, la capacidad de reemplazo de la fuerza de trabajo masculina aún era elevada. Como consecuencia, la participación femenina es aún relativamente baja en los años setenta (menos de 15% entre los 30 y 60 años). Entre 1971 y 1992 la participación femenina aumenta también en España sustancialmente. Sin embargo, los niveles de participación de las mujeres españolas en 1992 estaban aún más bajos de los que se observaba en Suecia veinte años antes.


La generalización de la incorporación de las mujeres al mercado de trabajo tiene como efecto una menor capacidad de reemplazo de esta fuerza de trabajo. En Suecia en 1991, más del 90% de los hombres y mujeres con 50 a 54 años de edad trabajan y; más del 80% entre 55 y 59 años de edad. Lo anterior revela una muy limitada capacidad de reemplazo de cualquiera de los dos sexos. Con ello tiende a nivelarse los salarios. Cuando las mujeres norteamericanas ganaban en 1974, por ejemplo, en un 55.5% de los casos menos del 75% del salario mediano, veinte años después, en 1994, esta cifra se redujo a 42.5%. En el Reino Unido, este cambio fue de 17% pasando de 64.3% a 53.3% entre 1974 y 1986.


La incorporación de las mujeres al mercado de trabajo tiene como consecuencia un aumento en la capacidad de reemplazo de los varones quitando presión sobre el alza del salario. El porcentaje de varones norteamericanos que ganaba menos de 75% del salario mediano aumentó de 18.4% a 27.3 entre 1974 y 1994. En el Reino Unido el porcentaje de varones que ganaba menos del 75% del salario mediano subió incluso de 11.2% en 1974 a 22.1% en 1986  un aumento de 97% en doce años.  Aunque por genero se mantienen claras diferencias salariales, la nivelación tendencial del salario entre hombres y mujeres se da, en otras palabras, por las dos vías: una tendencia a la baja de los varones y otra a la alza de las mujeres (OIT, El Empleo en el mundo 1996/97: 72 y 73).


Bajo estas nuevas condiciones, la división familiar del trabajo ha de permitir que el hombre no se dedique de manera exclusiva a la producción de ganancia. Las mujeres dejan de ser amas de casa a dedicación exclusiva. En otras palabras, la división familiar del trabajo existente no permite que las mujeres se dediquen óptimamente a lo esencial: estar al servicio del capital. Precisa, entonces, un cambio en la división familiar del trabajo para que ambos, varones y mujeres puedan estar al servicio del capital. Cuando en el pasado las mujeres profesionales participaban en el mercado laboral casi con la misma frecuencia que sus iguales varoniles, se solía contratar personas con menos formación para las tareas domésticas. Esta posibilidad de reemplazo se agota al generalizarse la participación femenina en el mercado de trabajo. Es a partir de aquí que la lucha femenina por los mismos derechos económicos, sociales y políticos se despega realmente.


La misma generalización del trabajo asalariado entre mujeres no significa, sin embargo, que ellas dejen de estar subordinadas en la sociedad como un todo. En vez de dedicarse a toda clase de trabajos al servicio de sus maridos y familia, en vez de estar subordinadas al trabajo pagado de sus parejas, ahora las mujeres suelen ser contratadas en trabajos al servicio de los demás en la sociedad y en roles de subordinación. Los puestos de directivos y gerentes muestran un sesgo masculino muy severo. La subordinación del trabajo no pagado al trabajo pagado que era funcional para la  acumulación más eficiente del capital en tiempos pasados, es sustituido por trabajos femeninos mal pagados en roles de subordinación a trabajos directivos y gerenciales masculinos en la sociedad como un todo.
En apariencia esta situación se nos presenta como la subordinación de la mujer al hombre. En esencia, el capital explota los diferentes recursos humanos según la productividad esperada en los diferentes trabajos. En otras palabras, los empresarios esperan un mejor rendimiento de las mujeres en papeles de subordinación que de los hombres. Esta situación tiende a cambiar con el tiempo mediante luchas de mujeres pero puede tomar generaciones así como sucede con la división del trabajo en el hogar. En tanto que esta situación se reproduce en el tiempo, conlleva a una relativa segregación de los mercados de trabajo por género así como sucede a partir del racismo.


Con la generalización del trabajo femenino en el mercado de trabajo, la unidad familiar se hace cada vez más superfluo como unidad de reproducción de la fuerza de trabajo. Las mujeres ya no necesitan del matrimonio para poder reproducir su fuerza de trabajo, lo pueden hacer igualmente de manera individual. Así la ´emancipación´ de la mujer durante el capitalismo, conlleva a la ´emancipación´ del individuo. Este proceso de emancipación aparece como si cada individuo vive para sí y se realiza para sí. En esencia viven y trabajan para el capital. Para poder hacer carrera individual no se puede tener hijos a tempranas edades. Con un solo salario, difícilmente se tenga más hijos. En Suecia, Dinamarca y Holanda los hogares unipersonales son dos veces más frecuentes que los hogares mono parentales. Juntos representan más de las dos terceras partes de todos los hogares en Suecia y Dinamarca, el 60% en Alemania y más del 50% en Holanda y Canadá. Consecuentemente, la tasa global de fecundidad de todos y cada uno de estos países está bien por debajo de la capacidad de reemplazo generacional. La tasa global de fecundidad en 2010 para Alemania era de 1.42 hijos por mujer, en Canadá 1.58, en Holanda 1.66, en Suecia 1.67 y en Dinamarca 1.74.


La migración internacional, último resorte para el reemplazo generacional

Cuando el trabajo femenino suele estar generalizado, la inmigración a los países centrales de manera masiva permite, al menos en el corto plazo, una mayor capacidad de reemplazo de la fuerza de trabajo no-migrante. Esto permite quitar presión sobre el alza de los salarios tanto de hombres como mujeres. La migración suele darse desde los países periféricos hacia los países centrales. En el siguiente análisis hemos dejado de un lado la migración entre los países del ex bloque soviético. Distinguimos en primer lugar unos corredores de migración de la periferia hacia el centro. Los principales corredores son: México-EEUU con 11.6 millones de migrantes; Turquía-Alemania con 2.7 millones; China-EEUU con 1.7 millones y; Filipinas- EEUU también con 1.7 millones.


Los principales receptores de migrantes son: EEUU con 42.8 millones, Alemania con 10.8 millones, Canadá con 7.2, Reino Unido con 7.0, España con 6.9, Francia con 6.7 y Australia con 5.5 millones. Los principales países de emigración son México y India con 11.9 y 11.4 millones de migrantes, respectivamente.  Aunque México ocupa el primer lugar en términos absolutos, en términos relativos la migración internacional tiende a mostrar un éxodo verdadero en determinados países de la periferia. De Guyana ya emigró el 56.8% de su población, de Albania 45.4%, de Surinam 39%, de Jamaica 36.1%, de Trinidad y Tobago 26.7%, de Portugal 20.8% y de El Salvador 20.5% (World Bank, The migration and Remittances Factbook 20011).


Nos preguntamos hasta cuando la migración internacional constituye un resorte para sostener la capacidad sustitutiva de la fuerza de trabajo. Ya vimos en la primera parte que a mediano plazo la inmigración no garantiza la capacidad de reemplazo generacional y es inevitable el envejecimiento progresivo de la población. Las mujeres migrantes, como ya vimos, suelen tener patronos de reproducción cada vez más parecidos a los observados en los países receptores. Con fuertes olas migratorias el envejecimiento de la población en los países centrales puede frenarse. Sin embargo,  el proceso de envejecimiento continuará si la tasa global de fecundidad no garantiza el reemplazo generacional. Este proceso de envejecimiento se acentuará más aún al frenarse la inmigración como observamos en este período de crisis.


Las políticas actuales, de corte neoliberal, consisten en recortar el gasto para la tercera edad aumentando, entre otras cosas, la edad a pensionarse. En países con un envejecimiento más avanzado como Japón, la edad media a pensionarse alrededor del año 2000 fue de 68,5 años para los varones y 64,7 para las mujeres. Las tasas de actividad entre 60 y 64 años eran de 76% para los varones y 37% para las mujeres. La edad de pensionarse en EEUU era 64,6 años para los varones y 63.4 para las mujeres. La tasa de actividad de los varones entre 60 y 65 años fue de 55% y de las mujeres 35%. En el Reino Unido y Canadá la edad de pensionarse era 62.5 para los varones y 60.5 para las mujeres. La tasa de actividad entre 60 y 65 años en Canadá era de 48% para los hombres y 25% para las mujeres y en el Reino Unido 57% para los varones y 22% para las mujeres. En Holanda y Alemania, la edad de pensionarse era de 60.4 para los varones y 60 para las mujeres. Las tasas de actividad entre 60 y 64 años en Alemania fueron 31% para los varones y 10% para las mujeres y en Holanda 22% para los varones y 8% para las mujeres. La cifra anterior es más o menos la cuarta parte del observado en Japón.


Está claro con los datos anteriores que posponer la edad de jubilarse implica posponer la única decisión por tomarse: fomentar la vida de las nuevas generaciones. De no resolverse este dilema bajo la racionalidad vigente, lo que es difícil de esperar, los países centrales pronto podrán considerarse como naciones inviables al quedarse sin población en la base, como ya señalamos en la primera parte de este estudio.-


Manifestacion Oporto

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Miguel Bakunin

 

 

Carl Sagan

Así, a medida que la ciencia avanza, Dios parece tener cada vez menos que hacer. Es un gran universo, desde luego, por lo que Él, Ella o Ello, podría estar ocupado provechosamente en muchos sitios. Pero lo que evidentemente ha ocurrido es que ante nuestros propios ojos ha ido apareciendo un Dios de los vacíos; es decir, lo que no somos capaces de explicar, se lo atribuimos a Dios. Después, pasado un tiempo, lo explicamos, y entonces deja de pertenecer al reino de Dios. Los teólogos lo dejan de lado y pasa a la lista de competencias de la ciencia.

 

Carl Sagan: “La diversidad de la ciencia” [2007]



 

Stepehen Hawking

"La estirpe humana no es más que un sustrato químico en un planeta pequeño, orbitando alrededor de una estrella mediana, en los suburbios de una galaxia del centenar de miles de millones que existen"

 

Carlos Marx

“Durante el curso de su desarrollo, las fuerzas productivas de la sociedad entran en contradicción con las relaciones de producción existentes, o, lo cual no es más que su expresión jurídica, con las relaciones de propiedad en cuyo interior se habían movido hasta entonces. De formas de desarrollo de las fuerzas productivas que eran, estas relaciones se convierten en trabas de esas fuerzas. Entonces se abre una era de revolución social” (1859)

 

 

Albert Einstein

Si una idea no parece absurda

de entrada,

pocas esperanzas

hay para ella.-

 

Groucho Marx

"El secreto de

la vida es

la honestidad y

el juego

limpio, si puedes

simular eso,

lo has conseguido."  

  

MARX, Groucho (1890-1977) 
Actor estadounidense