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19 août 2010 4 19 /08 /août /2010 16:42
Gordon Gekko, vuelto a nacer

19 Agosto 2010

Nouriel RoubiniLos Tiempos

 

 

 

En el filme Wall Street de 1987, el personaje Gordon Gekko estupendamente declaraba “La codicia es buena”.

 

 

Su credo se convirtió en el rasgo distintivo de una década de excesos corporativos y del sector financiero que terminó en el colapso a fines de los años 1980 del mercado de bonos basura y la crisis de las sociedades de ahorro y préstamo. El propio Gekko fue enviado a prisión.

 

 

Una generación más tarde, la secuela de Wall Street –que se va a estrenar el mes que viene- lo encuentra a Gekko fuera de prisión y nuevamente inmerso en el mundo financiero. Su reaparición se produce justo cuando está por estallar la burbuja crediticia alimentada por el auge de las hipotecas de alto riesgo, lo que desató la peor crisis financiera y económica desde la Gran Depresión.

 

 

La mentalidad de “la codicia es buena” es una característica regular de las crisis financieras. ¿Pero acaso los operadores y banqueros de la saga de las hipotecas de alto riesgo eran más codiciosos, arrogantes e inmorales que los Gekko de los años 1980?

 

 

A decir verdad, no, porque la codicia y la amoralidad en los mercados financieros ha sido moneda corriente a lo largo de los siglos.

 

 

Enseñar moralidad y valores en las escuelas de negocios no va a controlar este tipo de comportamiento, pero cambiar los incentivos que recompensan las ganancias a corto plazo y llevan a los banqueros y a los operadores a tomar riesgos excesivos si lo hará. Los banqueros y los operadores de la última crisis respondieron de manera racional a los esquemas de compensaciones y sobresueldos que les permitían asumir una cuota de apalancamiento y aseguraban grandes sobresueldos, pero que al final, casi con certeza, iban a hacer quebrar a una gran cantidad de instituciones financieras.

 

 

Para evitar estos excesos, no basta con confiar en una mejor regulación y supervisión, por tres razones:

  • Los banqueros y operadores inteligentes y codiciosos siempre encontrarán la manera de sortear las nuevas reglas.
  • Los CEOs y las juntas de directores de cualquier compañía financiera –y mucho menos los reguladores y supervisores- no pueden monitorear de manera efectiva los riesgos y comportamientos de miles de centros separados de ganancias y pérdidas en una empresa, ya que cada operador y banquero es una unidad de ganancias y pérdidas individual con su propio capital en riesgo.
  • Los CEOs y las juntas son, en sí mismos, objeto de importantes conflictos de intereses, porque no representan el verdadero interés de los principales accionistas de sus compañías.

En consecuencia, toda reforma de la regulación y la supervisión no podrá controlar las burbujas y los excesos a menos que se cambien otros aspectos fundamentales del sistema financiero.

 

 

En primer lugar, los esquemas de compensación deben modificarse, ya que los bancos no lo harán por sí solos por miedo a perder gente talentosa a manos de la competencia.

 

 

En particular, los sobresueldos basados en resultados a mediano plazo de operaciones e inversiones riesgosas deben suplantar a los basados en resultados a corto plazo.

 

 

En segundo lugar rechazar la Ley Glass-Steagall, que separaba la banca comercial de la banca de inversión, fue un error. El antiguo modelo de sociedades privadas dio lugar a un modelo de compañías públicas que compiten agresivamente entre sí y con los bancos comerciales para obtener una rentabilidad cada vez mayor, que sólo se alcanzaba con niveles imprudentes de apalancamiento.

 

 

De la misma manera, el paso de un modelo de préstamo de “originar y retener” a uno de “originar y distribuir” basado en la securitización condujo a una transferencia masiva del riesgo. En tercer lugar, los mercados financieros y las empresas financieras se convirtieron en un nudo de conflictos de intereses que se debe desenmarañar. Esos conflictos son propios del sistema, porque las empresas que se involucran en banca comercial, banca de inversión, operaciones de negociación, generación de mercado, seguros, gestión de activos, fondos que invierten en compañías privadas, actividades de fondos de cobertura y otros servicios están en cada lado de cada acuerdo (el caso reciente de Goldman Sachs fue sólo la punta del iceberg).

 

 

También existen enormes problemas de representación en el sistema financiero, porque los actores principales (como es el caso de los accionistas) no pueden controlar de manera apropiada el accionar de los agentes (máximos responsables ejecutivos, gerentes, operadores, banqueros) que persiguen sus propios intereses. Es más, el problema no es sólo que los accionistas de largo plazo son estafados por agentes de corto plazo codiciosos; hasta los accionistas tienen problemas de representación. Si las instituciones financieras no tienen suficiente capital y los accionistas no tienen gran parte de su pellejo en juego, llevarán a los CEOs y a los banqueros a asumir un apalancamiento y riesgos excesivos, porque su propio capital contable no está en juego.

 

 

Al mismo tiempo existe un doble problema de representación, ya que los principales accionistas –los accionistas individuales- no controlan de manera directa a las juntas y a los CEO. En consecuencia, las repetidas crisis financieras también son el resultado de un sistema fallido de gobernancia corporativa.

 

 

En cuarto lugar, no hay manera de controlar la codicia mediante alguna apelación a los valores. La codicia tiene que ser controlada por el miedo a perder, que deriva de saber que las instituciones y los agentes imprudentes no serán rescatados. Los rescates sistémicos de la crisis más reciente –por más que fueran necesarios para evitar un derrumbe global- agravaron este problema de riesgo moral.

 

 

No sólo se rescató a las instituciones financieras “demasiado grandes para quebrar”, sino que la distorsión se agravó, ya que estas  se han vuelto más grandes. Si una institución es grande para quebrar, hay que dividirla.

 

 

A menos que llevemos a cabo estas reformas radicales, aparecerán nuevos Gordon Gekko –y Charles Ponzi-. Por cada Gekko castigado y vuelto a nacer –como el Gekko de la nueva Wall Street-, cientos de Gekkos más mezquinos y codiciosos nacerán.-

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Miguel Bakunin

 

 

Carl Sagan

Así, a medida que la ciencia avanza, Dios parece tener cada vez menos que hacer. Es un gran universo, desde luego, por lo que Él, Ella o Ello, podría estar ocupado provechosamente en muchos sitios. Pero lo que evidentemente ha ocurrido es que ante nuestros propios ojos ha ido apareciendo un Dios de los vacíos; es decir, lo que no somos capaces de explicar, se lo atribuimos a Dios. Después, pasado un tiempo, lo explicamos, y entonces deja de pertenecer al reino de Dios. Los teólogos lo dejan de lado y pasa a la lista de competencias de la ciencia.

 

Carl Sagan: “La diversidad de la ciencia” [2007]



 

Stepehen Hawking

"La estirpe humana no es más que un sustrato químico en un planeta pequeño, orbitando alrededor de una estrella mediana, en los suburbios de una galaxia del centenar de miles de millones que existen"

 

Carlos Marx

“Durante el curso de su desarrollo, las fuerzas productivas de la sociedad entran en contradicción con las relaciones de producción existentes, o, lo cual no es más que su expresión jurídica, con las relaciones de propiedad en cuyo interior se habían movido hasta entonces. De formas de desarrollo de las fuerzas productivas que eran, estas relaciones se convierten en trabas de esas fuerzas. Entonces se abre una era de revolución social” (1859)

 

 

Albert Einstein

Si una idea no parece absurda

de entrada,

pocas esperanzas

hay para ella.-

 

Groucho Marx

"El secreto de

la vida es

la honestidad y

el juego

limpio, si puedes

simular eso,

lo has conseguido."  

  

MARX, Groucho (1890-1977) 
Actor estadounidense