El plato contra el hambre
El compromiso era:
Prometemos consagrar nuestra voluntad política a conseguir la seguridad alimentaria para todos y a realizar un esfuerzo constante para erradicar el hambre de todos los países, con el objetivo inmediato de reducir el número de personas desnutridas a la mitad de su nivel actual no más tarde del año 2015.
Eso firmaron los 185 países que se reunieron en la Cumbre Mundial de la Alimentación de Roma de noviembre de 1996. La “meta” era conseguir que en 2015 el hambre en el mundo se hubiese reducido de los 845 millones de personas con hambre a 420 millones. Diez años después, no es sólo que no hayan descendido esas cifras, es que han aumentado en un 25 por ciento, hay 1.020 millones de personas condenadas al hambre. “A un nuevo Gobierno que toma posesión se le da un margen de cien días para que empiece a poner en práctica aquello que prometió en la campaña electoral. De la Cumbre de Roma han pasado ya 5.000 días. ¿Cuánto más hay que esperar?”, afirma José María Medina, coordinador de la Campaña Derecho a la Alimentación Urgente que agrupa a organizaciones como Ayuda en Acción o Cáritas. Ésos 5000 días de incumplimientos se cumplen el domingo, día en el que se ha preparado una ‘platada’ de protesta en Madrid, en la que se usarán platos de comida en vez de cacerolas para recordar que con voluntad política el mundo se prodrían producir alimentos suficientes para casi el doble de la población actual mundial en los próximos años.
Pero, ¿qué ha fallado? Según las organizaciones son tres las claves que han llevado a esta situación:
- El modelo agrícola
En los últimos 30 años se ha desarrollado un modelo agrícola intensivo, competitivo, orientado al mercado, que ha dejado al margen al pequeño campesinado, a la agricultura familiar. El 75 % de las personas que pasan hambre en el mundo es población rural que depende de la producción agropecuaria. “Si lo que queremos es ser eficaces en la erradicación del hambre en el mundo, no sirve cualquier incremento de la disponibilidad de comida ni sirve cualquier modelo de agricultura, porque el principal problema no es la producción –siendo importante– sino la distribución y el acceso. Si se quiere luchar contra el hambre la receta más adecuada es primar la agricultura familiar que pone en primer plano la alimentación de las familias campesinas. La lucha contra el hambre requiere dar prioridad a la atención a pequeños agricultores, pescadores artesanales, mujeres y otros grupos vulnerables, y su acceso a los recursos necesarios para producir de forma sostenible los alimentos para tener una nutrición adecuada”.
- La falta de gobernanza
Cumbres como la de Roma tienen un enorme coste, tanto económico por lo que cuesta la organización del evento como de credibilidad, porque los grandes compromisos no llegan a materializarse. “No son vinculantes, no hay ninguna instancia multilateral que haga seguimiento del cumplimiento de las partes implicadas, no hay consecuencias en caso de incumplimiento. Frente a realidades y fenómenos globales tan graves como el hambre no existe una gobernanza global, no hay adecuadas regulaciones globales, no hay quien vele de forma efectiva por el cumplimiento de los compromisos. Por ello, quizás el efecto más interesante que la crisis alimentaria pueda tener sea el empujar hacia una reforma de la gobernanza mundial de la seguridad alimentaria. Muy probablemente, del éxito o fracaso de este proceso de reforma dependa el futuro éxito o fracaso de la lucha contra el hambre. El Comité de Seguridad Alimentaria Mundial debe ser una piedra clave de esa reforma”.
- La violación de los derechos humanos
Cada una de esos mil millones de personas que viven bajo la esclavitud del hambre es un caso de violación de derechos humanos. La alimentación adecuada está reconocida como derecho humano en la Declaración Universal de Derechos Humanos y en el Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales. “Los países ricos le tienen miedo a la gripe A, al sida, a la malaria o a la tuberculosis, pero no al hambre, porque no es contagiosa”, recuerda Medina.
- España lidere un movimiento dentro de la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) para retomar el compromiso internacional de la Cumbre Mundial de la Alimentación.
- Se promueva una nueva gobernanza más efectiva en la lucha contra el hambre, reformando el Comité de Seguridad Alimentaria Mundial.
- Haya una postura firma y comprometida de la Unión Europea en la Cumbre de Naciones Unidas para el seguimiento de los Objetivos de Desarrollo del Milenio que se celebrará en Septiembre.
La ‘platada’ es el domingo, a las 11:00 horas, en la Plaza del Museo Reina Sofía de Madrid. Más información, aquí.