Drogas para someter a las víctimas
Una vez que la red criminal ha captado a una víctima y la tiene en mayor o menor medida bajo su control, llega el momento de traficarla al país de destino. En la mayoría de los casos, las mafias suelen encargarse de la preparación del transporte y de los documentos (falsos) que las víctimas necesitaran para cruzar fronteras y controles policiales. Todos estas molestias serán cargadas a la deuda de la víctima.
Quizá la víctima sea o tenga pasaporte de la Unión Europea y pueda viajar libremente dentro del espacio Schengen. Este suele ser el caso de chicas de la República Checa, Eslovaquia o Hungría, por poner algunos ejemplos. Son normalmente madres solteras o personas sin muchos ingresos. Si se da la susodicha circunstancia, es posible que la víctima viaje por sí sola, o acompañada del novio falso, hasta el país de destino. Allí, la víctima será recogida por un contacto local, o por el novio falso. Sea como fuere, alguien llevará a la víctima a un lugar apartado donde el falso novio deja de sonreír, el contacto deja de ser amable, y reciben una buena suma de dinero antes de desaparecer para siempre. Si las víctimas son menores de edad, no tienen sus papeles en regla y/o no pueden costearse el viaje, será la organización mafiosa la que provea de todos estos servicios, estando siempre acompañadas por gente a sueldo de la organización criminal, que las llevarán a los mismos lugares aislados y poco transitados.
El transporte se realiza mediante todos los medios posibles. Algunas chicas viajan en avión, otras en tren, coche o incluso barco: la ruta más concurrida hacia Italia parte de la costa albanesa, y hacia España se trafican muchas personas por el Estrecho de Gibraltar. Muchas viajan, sin embargo, hacinadas en furgonetas, cruzando las fronteras de noche y a pie. Ya que la mayoría de los viajes duran varios días, las víctimas suelen hacer varias escalas. Según sus propios testimonios, unas veces duermen en lugares agradables que regenta gente amable; otras veces son tratadas a puntapiés.
Durante el transporte, las víctimas pueden cambiar de manos varias veces e incluso ser vendidas a terceros. Existe una multitud de intermediarios desde la captación hasta la explotación final, pero es durante la fase de transporte cuando el mayor número de estas figuras aparece. De hecho, un buen número de chicas son re-traficadas en algún momento. El precio de una chica rumana o moldava en los Balcanes ronda los 2.000€. Llegados a este punto, debemos recordar que existen casos documentados de víctimas de trata de blancas que han sido compradas por cascos azules. Aunque este sea el ejemplo más extremo, las víctimas traficadas a los Balcanes han descrito a muchos de sus clientes: soldados.
Explotación
Cuando llegan a su destino empieza la auténtica pesadilla. Las víctimas son informadas de que han contraído una deuda con los traficantes, y que éstos literalmente las poseen. Dicha deuda incluye los costos de su transporte y documentos, y si los tratantes no son los reclutadores, el precio que los últimos han pagado a los primeros por la víctima. La deuda total que las víctimas tienen que afrontar y que tiene interés impagable asciende a unos 20.000 euros de media. El alojamiento (es decir, el lugar donde las mantienen prisioneras), la manutención y lo que consuman o usen será añadido a esta deuda, con intereses.
Para doblegar su voluntad y forzarlas a trabajar como prostitutas, las víctimas serán apaleadas y violadas salvajemente una y otra vez por criminales profesionales. Estas violaciones y palizas son no sólo sistemáticas, sino también muy, muy violentas. En este proceso se usa a veces alcohol u otras drogas: la víctima consigue así afrontar algo mejor su situación, evadiéndose, y las mafias obtienen dos beneficios de esta práctica; las sustancias usadas son pagadas por la víctima, y además crean en ella una dependencia física.
Escapar está fuera de discusión. Bien hayan acabado en España, Alemania, Estados Unidos o los Balcanes, los lugares donde las mafias prostituyen a las víctimas están cerrados a cal y canto al mundo exterior. En todos los casos, los criminales retienen los documentos (legales o no) de las víctimas, que casi siempre no hablan el idioma local. Es muy frecuente también que las mafias amenacen abiertamente a las víctimas no sólo contra su propia vida, sino contra la vida de sus seres queridos. La idea es sencilla: si escapan, no sólo las darán caza a ellas, sino que también matarán a sus padres o hijos. Los criminales muestran fotografías y vídeos recientes de los familiares, para demostrar a la víctima que saben dónde están. Si alguien las ayuda, ése alguien está muerto. Si no trabajan para pagar su deuda, el resultado será el mismo.
A las víctimas no les queda otra opción salvo trabajar en contra de su voluntad como prostitutas en clubs, burdeles e incluso en la calle, en calidad de esclavas sexuales. Reciben diez o doce clientes por día y son obligadas a prostituirse todos los días, incluso cuando tienen el periodo o están enfermas. Como el lector podrá sospechar llegados a este punto, las prácticas sexuales que son permitidas con estas chicas son tan amplias y variadas como pueda imaginarse, ya que cualquier deseo del cliente debe ser satisfecho. Todo va en función del precio que el cliente quiera o pueda pagar, incluido el sexo anal, sin el uso de condones, o cualquier otra práctica sexual imaginable. Las víctimas son igualmente obligadas a limpiar y a servir como camareras en los locales donde trabajan y viven cautivas, así como de complacer las apetencias sexuales a sus guardianes o de los jefes de la organización. Y por supuesto, ellas no reciben nada del dinero que producen.
Debido al desgaste físico, a la contracción de enfermedades sexuales, infecciosas o ambas, y a las inhumanas y deplorables condiciones de vida, las chicas que no escapan o son liberadas por la policía suelen morir a los dos años. Entre tanto, las mafias las reemplazan con nuevas víctimas. El mercado exige de un constante suministro, y las redes de trata de blancas lo suplen aportando una de cada siete chicas que trabaja dentro del negocio del sexo en Europa.-