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12 mai 2010 3 12 /05 /mai /2010 14:43

De heridos en Irak al río Potomac

Robert Brown conduce cada jueves y domingo desde el Centro Médico del Ejército Walter Reed hasta la orilla del río Potomac, en el estado de Maryland. Media hora del tráfico de Washington que tan poco le gusta. “Piensan que veo la luz verde y mi cerebro reacciona inmediatamente. Ya están pitando”. Hace casi tres años que regresó de Irak. Una emboscada en Ramadi (Irak) le costó parte de la pierna derecha y lesiones en un brazo.

 

Una prótesis y ejercicio físico diario parecen haber curado esas heridas. La mirada perdida. El hablar a retazos. El rostro congelado en un gesto revela que hay otras sin curar.

Más de mil veteranos de las guerras de Irak y Afganistán han pasado por Team River Runner, una ONG que desde 2004 empuja a soldados como Brown a tirarse de nuevo a la piscina. Después al río. Cuando se quieren dar cuenta, descienden el Cañón del Río Colorado en su kayak.

 

“No conozco las razones médicas ni psicológicas… cuanto más tiempo pasas en el agua, más te pareces a la persona que eras antes”, explica Brown al volante.

 

Con 26 años, es uno de los casi 32.000 soldados heridos en las guerras de Irak y Afganistán. Un tercio de los militares norteamericanos destinados allí vuelve a casa con serios problemas psicológicos. Un quinto sufre lesiones cerebrales o de la columna vertebral. La mayoría de ellos son ingresados en Walter Reed, el hospital militar de la capital estadounidense.

 

El veterano Robert Brown se relaja tras su descenso en kayak - Foto: Cristina F. Pereda

 

Allí fue donde Brown oyó hablar de Joe Mornini, el director de Team River Runner. Fanático de los kayaks, hace seis años contactó con un médico del hospital, empeñado en ayudar a los veteranos. “Había visto las heridas que traían, las amputaciones, y sabía que los kayaks se pueden adaptar a las prótesis fácilmente”, explica Mornini.”Tienes a un veterano en silla de ruedas, se mete en el agua y recupera la movilidad otra vez“.

 

“Los días que pasan en el río les sirve de puente a la vida civil, al hecho de estar de vuelta en Estados Unidos”, cuenta Jeffrey Fox, uno de los instructores. Como Mornini, cuenta que la magia del agua ayuda a los veteranos a “convertirse en sí mismos”.

 

“Fíjate en cómo cambian al entrar en el agua”, avisa Brown. La transformación va más allá de su movilidad.

 

Entonces salta la soldado Ashley Crandel desde la orilla. El rostro serio, antes escondido tras unos cuantos mechones de pelo descontrolados, se enciende. La espalda encogida en una camiseta con unas tallas de más se estira ahora con la seguridad de quien reta a la corriente y sabe que va a ganar.

 

Crandel estuvo destinada dos años en Irak. La tercera vez fue la última, en la frontera entre Irak y Kuwait. “Fue allí, en Nochebuena, cuando supe que no podía más”, explica.

 

Crandel arrastraba problemas psicológicos. “Fui yo misma al centro psiquiátrico de la base. Al día siguiente estaba en un avión a casa”.

 

Esa casa es en realidad la unidad psiquiátrica de Walter Reed. Después de pasar varios meses encerrada en su habitación con el panfleto de Team River Runner colgado en la pared, Crandel se decidió a visitar la piscina de los principiantes. “Tiene esa sensación de peligro y adrenalina que echo de menos. Cuando estoy nerviosa sé que puedo entrar en el agua y recuperar la sensación de seguridad”.

La magia del agua

Mornini no es médico. De lunes a viernes es profesor de niños discapacitados. No puede explicar las causas científicas de la rehabilitación de tantos veteranos. Pero desde 2004 ha sido testigo de los efectos que el agua tiene en cada uno de los que pasan por el programa.

 

Creo que cuando están en el agua consiguen reeducar el cerebro, reaprender comportamientos.Los rápidos les provocan la misma descarga de adrenalina que les causa ansiedad o estrés post traumático, pero les obliga a tomar las decisiones correctas otra vez“, explica Mornini. Uno de cada cinco militares destinados a Irak o Afganistán acaba desarrollando los síntomas del estrés post traumático: reviven el trauma, tienen lapsos de memoria, se paralizan.

El grupo avanza hacia el río Potomac - Foto: CFP

 

Para el marine Jarett Bolhuis, sin embargo, el agua está directamente relacionada con las lesiones que heredó de diez meses en Irak y dos atentados. Sobrevivió sin apenas rasguños, pero las contusiones le costaron dos traumatismos craneoencefálicos, desmayos y pérdidas de memoria. También se quedó sin equilibrio. Se lo han devuelto los descensos en el río.

 

La fisioterapia le ayuda a recuperar coordinación y equilibrio. El tratamiento psicológico es el aliado contra el trauma de la guerra. El complemento a las terapias en el hospital son las sesiones en el agua.

 

“Sólo puedo confiar en mis instintos porque siempre pierdo el equilibrio, también cuando estoy en tierra firme. En el río siento que mi cerebro por fin está sincronizado con mi cuerpo“, explica Bolhuis. “Cuando salgo del agua ya no hay mareos”.

 

Bolhuis tiene ofertas de trabajo en varias agencias del gobierno, incluido el FBI o la CIA. Pero quiere estudiar. Con 22 años -el 54 por ciento de las bajas americanas tienen menos de 25-, se retirará de la marina porque las lesiones cerebrales le impiden continuar su servicio. Todavía le falla la memoria. “No me acuerdo de algunos de mis familiares menos cercanos. Me olvido de que existen. Y sé que me has dicho como te llamas cinco veces, pero se me ha vuelto a olvidar”.

 

Mientras se recupera, dedica su tiempo libre a entrenar a los recién llegados. Les enseña desde los movimientos más básicos hasta la técnica para descender rápidos. Siempre a pasos muy pequeños. “Lo mejor es ver la reacción cuando recuperan el autocontrol. La satisfacción de haberlo logrado es muy diferente para una persona en nuestra situación. Sentimos muchas veces que ya no nos queda nada más. Cuando logras hacer algo tan distinto, tan diferente, te conviertes en otra persona”.

 

Y así, uno a uno, llegan al agua del río Potomac, empujados por los voluntarios. Algunos son familiares de soldados. Otros se encontraron con Mornini por casualidad y ya nunca fallan. Arrastran los kayaks hasta la orilla.

 

Hunden sus pies en el barro. Revisan que todos los soldados llevan casco y chaleco salvavidas. Recogen una prótesis. Preparan la barbacoa. Les invitan a su casa el fin de semana. Gracias a ellos, Mornini ha expandido Team River Runner hasta 25 ciudades de Estados Unidos. Han inventado un lugar en el que todas esas miradas perdidas encuentran un punto en común.

 

Tanto los participantes como los voluntarios coinciden en que el programa ayuda a los veteranos a socializarse de nuevo. “Estar junto a otros como ellos les ayuda a curarse”, afirma Mornini.

 

“El programa me da algo a lo que aferrarme, espero siempre a que llegue el día de salir. Además me ayuda a aprender a relacionarme otra vez”, explica Crandle.

 

Su vida en Walter Reed, como la de otros compañeros, transcurre entre el gimnasio, las sesiones de terapia con psicólogos, fisioterapeutas y tribunales médicos que determinarán si puede volver a servir en el ejército o no.

 

Cuando se alistan, los soldados y marines se comprometen por veinte años. Crandle no tiene claro que pueda volver. “Ni siquiera sé cuándo terminaré de recuperarme, creo que viviré con esto para siempre y por ahora sólo puedo aprender a vivir con los síntomas, la depresión, los intentos de suicidio.”

 

La soldado Ashley Crandle salta al agua con el kayak - Foto: Cristina F. Pereda

 

El año pasado Crandle se empeñó en descender el Cañón del Colorado. “Me cambió todo (…) De alguna forma me sentí en casa, no había nada más que quisiera hacer y todos esos pensamientos que tenía en Irak se largaron de mi cabeza”.

 

Sentarse en el kayak también ayuda a los amputados. El llamado ’síndrome del miembro fantasma’ hace que tengan sensaciones o sufran dolor en el miembro que han perdido. Algunos de los pacientes de Team River Runner explican que cuando están en el río no les duele. El hecho de llevar la mitad inferior del cuerpo tapado en el kayak puede ser la causa.

 

Seis años, más de mil veteranos y 25 delegaciones después, Mornini quiere más. Más voluntarios y más recursos para ayudar a los heridos que siguen llegando desde Irak y Afganistán. No pudo ayudar a su padre, paracaidista en el Pacífico durante la Segunda Guerra Mundial. Nadie hablaba entonces del estrés post traumático. “Se lo guardó todo para él. Nunca contó nada. Viendo a estos chavales me doy cuenta de toda la mierda que tenía dentro”.

 

Cuando habla de su elección de volcarse con veteranos de guerra, recuerda que después de la Segunda Guerra Mundial todo el país se volcó con los soldados. “Ahora no ves eso. Es nuestra responsabilidad como americanos. Estemos de acuerdo o no con la guerra, tenemos que ayudarles”.

 

Dice que los cientos de voluntarios que le ayudan en todo el país siempre le encuentran a él. En internet. En las noticias. En cualquier parte. “Nunca he pedido a un voluntario que venga a ayudarme. La gente quiere ayudar y hacer lo correcto, sólo tienes que darles algo que hacer“.

 

Mornini está empeñado en ayudar a otros americanos a devolver a los soldados lo que han hecho por su país. Ha conseguido poner de su lado a los mismos veteranos. Crandle quiere ir a la universidad tan pronto como reciba el alta -o la invalidez, en este caso, para seguir en el ejército. “Quiero devolver a otros veteranos lo que este programa ha hecho por mí”.-

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Miguel Bakunin

 

 

Carl Sagan

Así, a medida que la ciencia avanza, Dios parece tener cada vez menos que hacer. Es un gran universo, desde luego, por lo que Él, Ella o Ello, podría estar ocupado provechosamente en muchos sitios. Pero lo que evidentemente ha ocurrido es que ante nuestros propios ojos ha ido apareciendo un Dios de los vacíos; es decir, lo que no somos capaces de explicar, se lo atribuimos a Dios. Después, pasado un tiempo, lo explicamos, y entonces deja de pertenecer al reino de Dios. Los teólogos lo dejan de lado y pasa a la lista de competencias de la ciencia.

 

Carl Sagan: “La diversidad de la ciencia” [2007]



 

Stepehen Hawking

"La estirpe humana no es más que un sustrato químico en un planeta pequeño, orbitando alrededor de una estrella mediana, en los suburbios de una galaxia del centenar de miles de millones que existen"

 

Carlos Marx

“Durante el curso de su desarrollo, las fuerzas productivas de la sociedad entran en contradicción con las relaciones de producción existentes, o, lo cual no es más que su expresión jurídica, con las relaciones de propiedad en cuyo interior se habían movido hasta entonces. De formas de desarrollo de las fuerzas productivas que eran, estas relaciones se convierten en trabas de esas fuerzas. Entonces se abre una era de revolución social” (1859)

 

 

Albert Einstein

Si una idea no parece absurda

de entrada,

pocas esperanzas

hay para ella.-

 

Groucho Marx

"El secreto de

la vida es

la honestidad y

el juego

limpio, si puedes

simular eso,

lo has conseguido."  

  

MARX, Groucho (1890-1977) 
Actor estadounidense