Del suplemento Verde de La Razón, del 13 de enero de 2008, reproducimos el artículo del epígrafe, de Ramón TAMAMES, en la idea de que pueda ser interesante para los lectores:
2008 ha sido designado por la ONU como “Año Internacional de la Tierra” (AIT), más allá de la “Jornada Mundial del Medio Ambiente” (5 de junio) y otras efemérides en la misma línea de futuro. Se trata de un nuevo recordatorio, esta vez de doce meses de duración, sobre cómo va cambiando la biosfera en que vivimos. En continuidad con la advertencia inicial que se dio en la primera UNCED (Conferencia de las Naciones Unidas sobre Medio Ambiente), celebrada en Estocolmo en 1972, en la que se utilizó como base un libro de título más que significativo: “Un solo mundo”, de Bárbara Ward y René Dubos.
Desde entonces, las cosas han ido cambiando, muchas a peor y algunas a mejor. Y entre las últimas, subrayemos el más completo conocimiento que tenemos del planeta con que ahora contamos en nuestros acervos, pero sin todavía suficiente conciencia pública sobre la fragilidad de la vida que se produce y reproduce en la Tierra. Y de ahí, el mensaje propuesto para el AIT: “Estamos convencidos de que una mayor atención a las geociencias, puede proporcionar a la Humanidad las herramientas necesarias para el uso sostenible de los recursos naturales”.
La totalidad de los 191 países que forman la ONU, proclamarán oficialmente el AIT en la UNESCO los días 13 y 14 de febrero. Con la presencia de Jefes de Estado y de Gobierno, líderes empresariales, científicos, y 350 estudiantes seleccionados de todas las naciones. Un cónclave en el que se sancionará el programa a desarrollar en diez áreas específicas: aguas subterráneas, salud, cambio climático, recursos naturales, océanos, corteza terrestre, conglomerados humanos, suelos, alimentación; y como síntesis, Tierra y vida (para más detalles, la web del proyecto, http://yearofplanetearth.org).
El AIT no debería ser un año más en nuestra vida. Por el contrario, tendría que servir para recapacitar que viajamos en lo que Boulding y Heibroner —dos economistas pioneros en los estudios geoecológicos— llamaron el “Navío Espacial Tierra” (NET). Que realiza un viaje indefinido a través del universo con un pasaje actualmente de 6.650 millones de personas, y un único insumo exógeno: la radiación solar. Siendo obligado asumir una ética ecológica en pro de la solidaridad con las generaciones venideras, a fin de no desbordar la ocupabilidad del NET, para que el viaje cósmico de la especie humana no se vea interrumpido. Pues por mucha tecnología que tengamos, existen amenazas de saturaciones diversas, en función de que el macropasaje sobrepase los límites de lo razonable con todas sus emanaciones en términos de contaminación de suelos, agua, atmósfera, etc.
En la terminología de James Lovelock, el NET es lo mismo que “Gaia”, simbolizando ese nombre de diosa griega (precisamente la Tierra), un sistema complejísimo que aún no conocemos suficientemente en sus autorregulaciones. Por tanto, con ocasión del AIT, el mensaje de síntesis podría ser: “Conoce mejor Gaia, para ayudarla a que siga cobijándonos en su hábitat hospitalario”.
Esta és Gaia.-