EL ECO DE LOS PASOS sostiene el apoyo crítico a la Revolución Venezolana desde el punto de vista del Comunismo Anarquista.- Colaboraciones a: cntfai@cantv.net
Sobre el pacto germano-soviético de 1.939. Los entreactos olvidados por los falsificadores de la historia.
Miguel A. Montes
Tras la IIª Guerra Mundial y dentro de la estrategia de guerra fría desatada por los imperialismos yanqui y británico contra la URSS, se comenzó entre otras cosas, por lanzar una campaña anti-comunista utilizando el pacto de no agresión germano-soviético para señalar con el dedo acusador a la URSS y denigrar el papel que jugó el ejército y gobierno soviético en la derrota militar, política e ideológica del nazi-fascismo y de paso esconder la propia política diplomática que los países democrático-burgueses realizaron durante los años 30, aupando al nazismo a la conquista del mundo y la ofensiva anti-bolchevique.
Sin estar de acuerdo con tales falsificadores de la historia, más cercanos a planteamientos ultrareaccionarios en el método de investigación y exposición para el análisis anti-científico de los acontecimientos históricos, hora es ya de empezar a recuperar la memoria histórica de los acontecimientos y las luchas de clase que acontecieron en el campo diplomático y militar de aquella época, por lo que creo que es conveniente realizar una incursión por aquellas obviedades olvidadas por algunos historiadores, contaminados seguramente de cierto revisionismo histórico, del tinte, esto o aquello no sucedió, al mas puro estilo prehistórico de Nerón: “¡La historia la escribo yo o no se escribe!”. Pero, y sin embargo, sucedió.
La trama: de la Sociedad de Naciones en 1.934 a la invasión de Mongolia
La política exterior soviética defendida por Litvinov en la Sociedad de Naciones, desde el ingreso de la URSS en noviembre de 1.934, se basaba en utilización del concepto de seguridad colectiva, política de resistencia activa a los agresores, la cual contemplaba desde su apoyo a los pueblos que son víctimas de la agresión y luchan por su independencia, la actuación colectiva de la URSS junto a las democracias burguesas para frenar al fascismo ante cualquier agresión militar (acuerdo soviético-francés en política exterior, mayo 1.935).
Los gobiernos de Inglaterra y Francia por el contrario adoptaron el concepto de neutralidad y no intervención. Paralelamente los EE.UU. ayudaban a la creación de la base económica y militar de la Alemania nazi que se rearmaba.
Producto de la política de no intervención de las democracias burguesas se produjo una tras otra agresión durante el periodo de octubre de 1.935 hasta mayo de 1.939, antes del pacto germano-soviético:
La primera agresión sin respuesta, la ocupación de Etiopía por la Italia fascista (octubre 1.935).
La segunda la agresión nazi-fascista en ayuda a la sublevación de las clases reaccionarias contra la IIª República española (julio 1.936).
La tercera, invasión de China (julio de 1.937) y anexión de Manchuria y la China del norte por el imperialismo japonés.
La cuarta, la anexión de Austria (marzo 1.938) por la Alemania nazi.
La quinta, el pacto de Munich entre Francia, Gran Bretaña, Alemania e Italia que propició la desmembración y reparto de Checoslovaquia (septiembre de 1.938 y marzo de 1.939) entre la Alemania nazi (anexión de Bohemia-Moravia y Eslovaquia Occidental y Central), la Hungría fascista de Horthy-Szálasi (ocupación de Eslovaquia Oriental y la Transcarpatia ucraniana –Rutenia-) y la Polonia reaccionaria bajo la dictadura de los coroneles 1.935-39 (ocupación del Teshen checo, actual Cesky Tesin), rompiendo el gobierno francés el pacto con la URSS al dejarla sola en defensa de la independencia de Checoslovaquia, mientras Polonia que ambicionaba territorios de la república checa se negó a dejar pasar las tropas soviéticas por su territorio para acudir en apoyo a Checoslovaquia, con quien la URSS tenía un acuerdo de ayuda mutua.
La sexta, el golpe de estado de Casado-Besteiro-Mera contra la IIª República española apoyado por el gobierno británico (marzo de 1.939).
La séptima, la cesión de Memel a la Alemania nazi por el régimen fascista de Lituania (marzo 1.939).
La octava, la ocupación de Albania por la Italia fascista (abril 1.939).
Y la novena, la invasión de Mongolia (aliada de la URSS mediante un pacto de ayuda mútua de marzo de 1.936) por tropas japonesas en mayo de 1.939, expulsadas por el ejército soviético dirigido por Zhukov. Las últimas tropas japonesas se retirarían el 30 de agosto, los combates duraron 3 meses. El resto de potencias europeas no hicieron nada contra el imperialismo japonés.
Ya antes de la invasión japonesa de Mongolia, el 17 de abril de 1.939 la URSS propondría a Francia e Inglaterra un pacto de no agresión y de recíproco apoyo. Pacto en el cual Inglaterra sólo aceptaba la intervención inmediata de la URSS en caso de agresión contra Francia e Inglaterra, pero no aceptaban una actitud similar en caso de agresión contra la URSS o los países bálticos.
El telón de fondo de la no intervención: la rivalidad imperialista y empujar el conflicto hacia la URSS.
En este cuadro la guerra contra la república española se convirtió en la primera batalla de la IIª guerra mundial, como diría Alvarez del Vayo (ministro de exteriores y guerra del gobierno republicano), ya que Hitler y Mussolini esperaron hasta su final para entrar en Praga y en Tirana. A partir de ahí, Stalin anunciaría que “él no sacaría las castañas del fuego a las potencias occidentales” (Citado por Pierre Vilar en La guerra civil española, ed. Crítica, pág. 174). Estaba claro que el fondo de esta política de no-intervención fue no en combatir la agresión, sino en aislar a la URSS y dirigir la agresión nazi-fascista hacia ella.
Estas guerras por el reparto imperialista del mundo, que no se producían entre estados imperialistas sino contra pueblos y naciones de la periferia en Europa, Africa y Asia, y que ya afectaban a 500 millones de personas, estaban desarrollando un nuevo reparto territorial del mundo a costa de los estados imperialistas no agresores (EE.UU., Francia y Gran Bretaña) que retrocedian con la esperanza que la guerra contra la URSS liquidara al socialismo sovietico y de paso desgastara a sus competidores.
A este respecto Stalin diría:
“¿Cómo explicar este carácter unilateral y extraño de la nueva guerra imperialista?
¿Cómo ha podido ocurrir que los países no agresores que disponen de formidables posibilidades, hayan renunciado tan fácilmente y sin resistencia a sus posiciones y sus compromisos a favor de los agresores?
¿No se explicará acaso, por la debilidad de los estados no agresores? ¡Claro está que no!. Los Estados no agresores, democráticos, en conjunto, son indiscutiblemente más fuertes que los estados fascistas, tanto desde el punto de vista económico como en el militar…
…Se podría explicar esto, por ejemplo, por el miedo a la revolución, que pudiera desencadenarse si los Estados no agresores entrasen en la guerra y ésta adquiriese un carácter mundial” (Informe ante el XVIII Congreso del PC bolchevique de la URSS. 10 de marzo de 1.939. Obras Completas, pág. 117. Tomo XV Ed.Vosa).
Stalin anticipaba en 1.939, lo que luego sucedería en 1.946, tras la confrontación militar contra el imperialismo nazi-japonés y la alianza con la URSS. El miedo a la revolución en occidente resucitaría el pacto anti-komitern bajo el paraguas de la guerra fría y la OTAN.
Con respecto a la política de no intervención, Stalin la veía dentro de la táctica de desgaste de los estados imperialistas no agresores ante el nuevo reparto territorial: “Formalmente se podría caracterizar la política de no intervención del siguiente modo: ´Que cada país se defienda de los agresores como quiera y pueda, a nosotros no nos importa, nosotros vamos a comerciar tanto con los agresores como con las víctimas´. Más en realidad, la política de no-intervención significa connivencia con la agresión, el desencadenamiento de la guerra; por lo tanto convertirla en guerra mundial. En la política de no intervención se trasluce la aspiración, el deseo de no impedir que los agresores lleven a cabo su obra funesta; no impedir, por ejemplo, que Japón se enrede en una guerra contra China, y mejor aún, con la URSS; de no impedir, sobre todo, que Alemania se hunda en los asuntos europeos, se enrede en una guerra contra la URSS, hacer que todos los beligerantes se empantanen profundamente en el cieno de la guerra…dejarles que se debiliten y agoten entre sí, para luego, cuando ya estén suficientemente quebrantados, aparecer en liza con fuerzas frescas, intervenir, claro está, ”en interés de la paz” y dictar a los beligerantes ya debilitados las condiciones de la paz”. (Informe ante el XVIII Congreso del PC bolchevique de la URSS. 10 de marzo de 1.939. Obras Completas, pág. 118. Tomo XV Ed.Vosa).
El pacto anti-Komitern dirigido contra la IIIª Internacional, fue firmado el 25 de noviembre de 1.936 por Japón y Alemania, adhiriéndose el 6 de noviembre de 1.937 Italia, por las potencias imperialistas agresoras. Es decir, al tiempo que Alemania e Italia llevaban un año con sus ejércitos fascistas en España mientras Japón invadía China. En este marco la URSS como primer país socialista en el mundo constituía en el centro de las contradicciones internacionales, el enemigo de todas las potencias imperialistas, por lo que surgía el peligro de que la agresión nazi se desencadenara contra la URSS. Lord Halifax (ministro de exterior del gobierno británico) en noviembre de 1.937 en su entrevista con Hitler consideró a Alemania como el bastión de Occidente contra el bolchevismo. Tras Checoslovaquia se esperaba que Hitler pagara el peaje del pacto de Munich con la invasión de la Ucrania soviética. (Ver Informe ante el XVIII Congreso del PC bolchevique de la URSS. 10 de marzo de 1.939. Obras Completas, pág. 120. Tomo XV Ed.Vosa).
Ante tal situación la política del partido bolchevique sería la de no caer en las provocaciones que empujaran a la URSS a un conflicto bélico bajo condiciones desfavorables, reforzar la potencia militar del ejército rojo y fortalecer la política de paz y amistad de los pueblos entre todos los trabajadores del mundo.
En estas circunstancias (amenaza de agresión militar a la URSS, y complicidad de los gobiernos democrático-burgueses con el agresor nazi) la preocupación principal del gobierno soviético fue la de manterner a la URSS al margen del conflicto, si fuera posible, y hacer que la URSS en caso de verse implicada en la guerra, interviniera en las mejores condiciones. El pacto de no agresión germano-soviético del 23 de agosto de 1.939 sería explotado para elevar la producción al máximo. Entre 1.938-40, la producción industrial progresó un 13% anual, mientras la producción militar se elevó un 39% cada año (Ver Otra visión de Stalin. Ludo Martens, pág. 153. Ed. EPO).
He aquí los hechos de la historia, que nadie puede negar, aunque evidentemente secuestrados por sus intereses caducos de clase, algunos la quieran olvidar.
Miguel A. Montes
Agosto de 2.007
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