Debate sobre visión anti-capitalista • 01
Un debate acerca de ‘visión anti-capitalista’ entre Project for a Participatory Society [1], partidarios de la economía participativa (ParEcon) y el grupo libcom.org [2]
[3]A fines de 2008, el grupo libcom.org fue invitado por el sitio UKWatch.net [4] a tomar parte de un debate junto a Project for a Participatory Society (PPS), cuyo tema fuera «visión anti-capitalista». Esto nos pareció una buena oportunidad tanto para llevar nuestras ideas al papel así como para someterlas a la prueba de una sólida crítica. También teníamos críticas propias acerca de la «economía participativa [5]» (’EconPar’), las cuales habíamos discutido con anterioridad pero que tampoco las habíamos puesto por escrito en ninguna parte, y este debate nos daba la oportunidad de presentarlas a defensores de la EconPar. Los debates iban a ser publicados en UKWatch y en Znet, su sitio hermano estadounidense.
De libcom.org, Joseph Kay fue el principal participante, mientras que de PPS Mark Evans asumió dicho rol. Para dar el puntapié inicial al debate, a ambos grupos se nos pidió que expusiéramos nuestras respectivas «visiones sobre la economía del Reino Unido», debiendo responder a las del otro grupo, responder a las respuestas y así sucesivamente.
[6]Project for a Participatory Society es una red de personas del Reino Unido comprometidas con el cambio social progresivo. PPS ve la guerra, la pobreza, el cambio climático y muchos otros problemas globales de hoy como consecuencias evidentes de formas particulares de organización social. Ven la pérdida de las libertades civiles, los abusos a los derechos humanos, el incremento de la desigualdad y otras injusticias como resultado de los valores esenciales y la organización interna de las instituciones dominantes de nuestra sociedad. Mark Evans vive en Birmingham y trabaja como asistente médico en el Servicio Nacional de Salud. Es también un sindicalista activo. www.ppsuk.org.uk [7]
[8]El grupo libcom.org es un pequeño colectivo de comunistas libertarios de Londres y sus alrededores. Mantienen libcom.org, un medio para trabajadores radicales, un medio para todos quienes desean luchar para mejorar sus vidas, sus comunidades y sus condiciones laborales. El sitio toma su nombre de una abreviación de “comunismo libertario” -y sus fines de libertad y comunidad-, la corriente política con la que se identifican. Joseph Kay es de Brighton, trabajador de los servicios financieros. Es miembro de la “Solidarity Federation”.
La actual crisis financiera vuelve claras varias verdades económicas que son más fácilmente pasadas por alto en tiempos de ‘normalidad’. En primer lugar, que ya no existe tal cosa como la economía nacional, si es que alguna vez existió. Las mismas fuerzas están trabajando en todas partes, tal y como el colapso del crédito remece a todo el globo. A efectos de esta discusión nos centraremos en las condiciones específicas del Reino Unido, pero debe tenerse en mente que nuestra ‘visión’ es necesariamente internacionalista y global.
En segundo lugar, que la economía no existe para satisfacer nuestras necesidades, sino que -en cambio- nuestras necesidades están delineadas para satisfacer las de la economía. Se espera de todos nosotros que hagamos casi cualquier sacrificio para ayudar a la economía -enfrentamos ‘recortes de salario’, daño al medio ambiente, recortes a la salud, etc. porque la economía lo ‘exige’.
En tercer lugar, está claro que hay una división de clases real, un ‘nosotros y ellos’. Si bien todos somos esclavos de la economía, esto se vive de manera distinta dependiendo de nuestra posición en la sociedad. De este modo, mientras que los patrones y los políticos experimentan las demandas de la economía de manera directa -bajo el pretexto de que las ‘fuerzas del mercado’ guían sus inversiones, los despidos y las decisiones políticas- los trabajadores viven una falta de control sobre sus propias vidas a través de la actividad diaria de trabajar para un jefe.
Estos tres puntos están interrelacionados. La economía se basa en un simple proceso: el dinero se invierte para generar más dinero. Los patrones lo llaman ‘utilidades’, mientras que los políticos ‘crecimiento económico’. Cuando el dinero funciona de esta manera, funciona como capital. Si el capital crece (o se expande la economía), se llama acumulación de capital, y es ese el motor de la economía.
Este simple imperativo tiene consecuencias de largo alcance, las cuales no se aplican solo a las empresas privadas lucrativas, sino a la actividad económica en sí (así, durante el último año hemos visto ataques continuos a los salarios y condiciones de los trabajadores del sector público en el Reino Unido). Esta acumulación de capital se lleva a cabo de mejor manera si los costos de la misma son cargados a otros, así que podemos ver la proliferación de ‘externalidades’ ecológicas y sociales. Por lo tanto, el catastrófico cambio climático y la pobreza generalizada no son más que signos del funcionamiento normal del sistema. Además, para que el dinero haga más dinero, más y más cosas deben ser intercambiables por dinero. A esto se debe la tendencia de que todo, desde artículos del día a día y secuencias de ADN hasta las emisiones de dióxido de carbono -y, más que nada, nuestra propia actividad, nuestra capacidad de trabajar- se convierta en mercancía.
Y es este último punto -la ‘mercantilización’ de nuestras capacidades creativas-productivas- el que contiene el secreto de la acumulación del capital. El dinero no se convierte en más dinero mediante magia; ¡los capitalistas no son alquimistas! Es más bien que en un mundo en donde todo es mercancía, todos necesitamos vender algo para comprar lo que necesitamos. Aquellos que no tenemos nada más que vender excepto nuestra capacidad para trabajar tenemos que venderla a aquellos que son dueños de las cosas que necesitamos para llevar a cabo dicho trabajo: fábricas, oficinas, etc. Por ello tampoco los bienes que producimos con nuestro trabajo son nuestros, sino que pertenecen a nuestros empleadores. Yendo más allá, producimos más productos y artículos de los que son necesarios para mantenernos como trabajadores, debido a las largas jornadas laborales, las mejoras en el proceso productivo, etc. Esta diferencia entre el valor de lo que nos pagan y el valor de lo que producimos explica cómo el capital se va acumulando.
Esto nos dice que el capital no es solo una cosa o un proceso, sino que es una relación social entre clases. Ahora, cuando decimos clase no nos referimos a un sistema de clasificación de individuos –que puedan después de todo acomodarse en algún lugar entre estas categorías, teniendo un trabajo remunerado y llevando un pequeño negocio en su tiempo libre. Más bien, la función de un análisis de clases es entender las tensiones al interior de la sociedad capitalista, las líneas de falla a lo largo de la misma que puedan llevar a su ruptura. Mientras la economía no exista para satisfacer nuestras necesidades, se hace necesario hacernos cargo de ellas por nosotros mismos, colectivamente. Mientras los patrones y los políticos sean de todo menos poderosos frente a las ‘fuerzas del mercado’ y cada uno de ellos actúe en pos de la continua acumulación (¡y en todo caso lo hacen bastante bien a pesar de la supuesta impotencia!), no podrán actuar en pos de los intereses de los trabajadores, pues cada privilegio que se atrevan a entregar ayudará a sus competidores a nivel nacional o internacional. De esta manera, la lucha entre nuestros intereses y los de la economía toma la forma de una lucha entre clases.
Por tanto, nuestra visión sobre la economía capitalista bajo la que está el Reino Unido es la de imponer nosotros, como clase, nuestras necesidades por sobre las del capital. En términos concretos en el Reino Unido hoy, esto supone de manera general luchas por salarios, condiciones y el ’sueldo social’ que recibimos en forma de servicios públicos, particularmente el Servicio Nacional de Salud. En particular, una lucha que destacamos y en la que estuvimos insertos fue la lucha por los pagos por debajo de la inflación1 (es decir, recortes de sueldo). Ha habido una ola de huelgas por este tema, pero los trabajadores, divididos por líneas sindicales, han sido derrotados continuamente por los esfuerzos unidos de los empleadores, el gobierno y los sindicatos, quienes en distintos grados han desmoralizado a los trabajadores, han dado una verdadera caza de brujas a militantes, ignorado votaciones de huelga y hecho tratos a puertas cerradas.
Sin embargo, la historia no es totalmente negativa, las luchas por los pagos por debajo de la inflación continúan, y se está trabajando en intensificarlas mientras la economía se estanca y los precios de los productos esenciales continúan subiendo. Han habido también (a lo lejos) victorias aisladas, tal como la de los transportistas de Shell quienes ganaron un aumento del 7% de su sueldo (9% este año, 5% el siguiente, contra el objetivo/tope de un 2% del gobierno). Esta pequeña victoria fue conseguida solo después de la polémica amenaza de extender la huelga a conductores de otras empresas. Estas recientes conquistas y derrotas -así como la larga historia de luchas obreras- nos señalan qué tácticas son las más efectivas: movimientos controlados por los mismos participantes no por burócratas sindicales, y la lucha esparcida más allá de todas las divisiones por lugar de trabajo, sector o sindicato.
Cuando decimos que la economía no existe para servir a nuestras necesidades y además que debemos imponerlas contra el capital, nos vemos ante el cuestionamiento de cómo sería una sociedad que existiera para satisfacer sus propias necesidades. En otras palabras, ¿cuál es en concreto nuestro objetivo de imponer nuestras necesidades? Tal sociedad, basada en el principio de ‘de cada quien según su capacidad, a cada quien según sus necesidades’ es llamada comunismo libertario. Esta sociedad se ve, al menos implícitamente, cuando los trabajadores imponen sus necesidades contra las del capital, y en ciertos momentos específicos se ha vuelto explícita en la medida en que dicha lucha ha dado pie a eventos revolucionarios. Las luchas a través de la historia han tomado este carácter revolucionario solo cuando han buscado ir más allá de las divisiones por sector, sindicato, raza, género, geografía, identidad nacional, etc. La lucha contra estas divisiones es también un aspecto necesario de la lucha de clases.
Ahora, el comunismo no tiene nada que ver con lo que fue la URSS o con lo que son las actuales Cuba y Corea del Norte. Aquellas son sociedades capitalistas con un solo capitalista: el Estado (¡la reciente serie de nacionalizaciones de bancos en respuesta a la crisis financiera ha mostrado una vez más que no hay nada de ‘izquierda’ en las nacionalizaciones!). El comunismo es una sociedad sin Estado en la cual la actividad productiva -y sus productos- no son nunca más cosas que se puedan comprar o vender. En la cual la actividad no está hecha para ganar un sueldo o convertirla en ganancia, sino para satisfacer las necesidades humanas. Es también una sociedad democrática, de una forma mucho más profunda que lo que ‘democracia’ significa en su actual sentido parlamentario.
Como luego de la puesta en común de los medios de producción no habrá divisiones entre propietarios (estatales o privados) y trabajadores, las decisiones podrán ser tomadas democráticamente entre iguales. Como la producción ya no será para producir bienes a ser vendidos en un mercado, no hay fuerzas de mercado que enfrenten a diferentes grupos de obreros entre ellos o que fuercen ‘externalidades’ sociales y ambientales. Trabajaremos solo hasta lo que consideremos necesario para producir las cosas que necesitamos para ser felices, no según lo que el patrón nos exija de acuerdo a las normas del mercado laboral. De este modo, la producción es socializada bajo nuestro control consciente, y entonces las separadas esferas de la economía (para la que producimos) y política (por la cual somos gobernados) son abolidas. Solo existe una sociedad auto gestionada, auto gobernada cuya razón de ser es satisfacer las auto-determinadas necesidades de sus miembros. Una sociedad comunista libertaria.
Hola Joseph, gracias por tus palabras de apertura. Creo que se leen bien.
Claramente tenemos mucho en común. No obstante tengo ciertas inquietudes. También estoy en desacuerdo con algunas de las cosas que dijeron y pienso que de su parte surgen algunas preguntas importantes que no son contestadas.
Luego de leer su declaración pienso que puedo decir con seguridad que ambos queremos ayudar a construir un movimiento popular para una transformación social radical-progresiva. Una de las necesidades básicas para la creación de dicho movimiento es una visión convincente de una alternativa al capitalismo. La visión que compartimos es nuestra solución a los muchos problemas sociales y personales que resultan del sistema económico capitalista. Nuestra visión también ayudará a informarse sobre nuestra estrategia. Después de todo, si no tenemos una idea clara acerca de nuestra meta a largo plazo nuestros objetivos a corto plazo se basarán únicamente en las cosas de las que estamos en contra y no de las que estamos a favor. Esto significa que nuestra estrategia denunciará las cosas de las que somos ‘anti’ lo que en consecuencia le dará un carácter negativo. Así, la atracción inicial de nuestra visión será su capacidad de solucionar los problemas reales que el capitalismo nos impone sistemáticamente. Un segundo beneficio es que nuestra visión tanto denuncia como añade un carácter positivo a nuestra estrategia. Esto es el porqué el desarrollar una visión es tan importante y es a partir de la esperanza de que podamos llegar a algunos acuerdos acerca de qué constituye una buena visión que señalo lo siguiente.
Primero que todo me gustaría decirles que estoy de acuerdo con sus “verdades económicas”. Pienso que tienen razón al señalar que “nuestra visión es necesariamente internacionalista”. Pienso también que tienen razón cuando dicen que “la economía no existe para satisfacer nuestras necesidades” así como pienso que “está claro que hay una división de clases real” además de que “la función de un análisis de clases es entender las tensiones al interior de la sociedad capitalista”. Sin embargo, creo que en el sistema de clases hay más que un “nosotros y ellos” como dijeron ustedes. Explicaré a lo que refiero más abajo.
Pero antes de poner sobre el tapete algunos de los desacuerdos me gustaría tocar brevemente un asunto. Dicen
“La lucha contra [raza, género, identidad nacional, etc.] es… un aspecto necesario de la lucha de clases”.
Al decir esto me parece que están intentando tener en cuenta otras formas de explotación que no son estrictamente económicas en su origen. Me gusta hacia donde van, pero parece que al posicionar estos asuntos no-económicos al final en la lucha de clases estuvieran cometiendo el error de asumir que los grupos raciales, de género y políticos son agentes menos importantes para el cambio social que las clases. Esta tendencia hace referencia a un “economicismo” y quienes defendemos la economía participativa nos inclinamos a ser totalmente críticos de esto, pues sugiere que los agentes económicos involucrados en la lucha de clases tienen prioridad frente a otros grupos involucrados en otras formas de lucha. En lugar de ello, tendemos a ocupar una teoría de la liberación denominada Holismo Complementario2.
Según esta teoría hay cuatro esferas en la vida social. Están la esfera del parentesco, la esfera política, la esfera de la comunidad y la esfera económica. Cada esfera tiene su propia función y todas son socialmente necesarias. No solo pensamos que estas cuatro esferas sociales son necesarias, también compartimos la visión de que el predominio de cualquier esfera sobre otra debería estar determinado por la sabiduría que resulta del cuestionamiento racional de una sociedad en particular y no basado en la predicción dogmática de una ideología.
También encuentro confuso el siguiente enunciado
“…nuestra visión sobre la economía capitalista bajo la que está el Reino Unido es la de imponer nosotros, como clase, nuestras necesidades por sobre las del capital”.
¿A qué se refieren con “visión… economía capitalista bajo la que está el Reino Unido”? Cuando hablo de una visión económica me refiero a la visión de una economía post capitalista. Entonces continúan y describen a lo que se refieren con visión “en términos concretos” diciendo que “supone de manera general luchas por salarios, condiciones…”. Pero eso no es una declaración sobre visión (al menos como yo lo entiendo), sino que es más bien una declaración sobre estrategia.
Una parte de su declaración con la que no estoy totalmente de acuerdo es con sus criterios para la remuneración. Dicen que la economía debería pagar a la gente basándose en el principio ‘de cada quien según su capacidad, a cada quien según sus necesidades’. Creo que es correcto en parte.
Concuerdo con que la necesidad debiera ser una consideración moral para cualquier economía humana. Sin embargo, también pienso que un buen sistema económico será capaz de producir bienes y servicios más allá de las necesidades básicas del humano. Esto significa que necesitamos además criterios para remunerar los bienes y servicios que el pueblo quiere. Entonces, por ejemplo, yo puedo no necesitar vacaciones en Grecia el próximo año o un computador nuevo, pero ciertamente quiero estas cosas.
¿Cómo los comunistas libertarios proponen que se determinaría quién recibe lo que quiere y quién no?
Otra parte de su declaración con la que no estoy totalmente de acuerdo es con su análisis de clases. Hablan indistinguiblemente sobre “patrones” y “capitalistas” como si fueran de la misma clase. Repitiendo su frase, hay un “nosotros y ellos”, lo que implica un sistema de dos clases. Esta mirada creo que deriva de una “caja de conceptos” limitada típica de la vieja izquierda. Dentro de los círculos de izquierda se sostiene comúnmente que hay dos clases -la clase capitalista y la clase trabajadora. Dicha mirada deriva a enunciados como “… el comunismo no tiene nada que ver con lo que fue la URSS o con lo que son las actuales Cuba y Corea del Norte. Aquellas son sociedad capitalistas…”. Como la antigua URSS no era una economía obrera entonces tenía que ser una economía capitalista -para ustedes, simplemente no hay otra opción entre las que elegir.
Pero todos sabemos que hay una gran diferencia entre un sistema económico con instituciones privadas operando al interior de mercados competitivos y un sistema de control gubernamental con planificación central. Sí, es cierto que ambos sistemas están basados en la explotación de clase y la dominación, pero también hay importantes diferencias. Por ejemplo, la clase dominante del primer sistema son los capitalistas mientras que la clase dominante en el segundo es una clase profesional-directiva a la cual yo llamo la clase coordinadora. Así, podría argüir que la economía de la vieja URSS es descrita más precisamente como una economía coordinadora que como una capitalista (o, si se quiere, socialista).
Esta perspicacia deriva en un análisis de tres clases que sostiene que el capitalismo moderno creó una nueva clase tecno-directiva que puede ser distinguida tanto de la capitalista que está sobre ella como de la trabajadora que está por debajo. Un resultado importante de esta nueva conciencia de clase es que nos damos cuenta de que la clase coordinadora puede ser (y ha sido) anti-capitalista sin convertirse en una economía pro-trabajadores. Las organizaciones de la clase trabajadora son a menudo dominadas por miembros de la clase coordinadora, y esta clase puede, y lo ha hecho, cooptar el movimiento popular anti-capitalista. No es sorprendente que cuando movimientos populares de este tipo han salido victoriosos superando el capitalismo han tendido a desembocar en una economía coordinadora (como la URSS) y no en una economía sin clases.
Tener esta claridad es útil en varios sentidos. Ayuda a entender cuándo los socialistas se equivocaron en el siglo XX y nos ayuda a desarrollar mejores estrategias para siglo XXI.
Al presentar su visión hablan principalmente del conjunto de la sociedad como “sin Estado” y “democrática”. Esto está bien si es que se trata de economía. Dicen acerca de su visión económica que los medios de producción serán “puestos en común” y que “las decisiones podrán ser tomadas democráticamente entre iguales”, lo cual me gusta -pero no dicen cómo funcionaría. ¿Cómo luce el proceso democrático, y cómo se mantiene la igualdad? Dicen también que no habrán “fuerzas de mercado” en su economía. Otra vez, me gusta -pero no dicen cuál es su alternativa. ¿Cómo los bienes y servicios serán repartidos en su sistema económico? En lo que respecta a la autogestión económica dicen “Trabajaremos solo hasta lo que consideremos necesario para producir las cosas que necesitamos para ser felices…”. Ahora, aparte de su preocupación únicamente por las necesidades, que señalé más arriba, suena genial. Pero sigue sin contestar la pregunta -¿cómo, en una economía comunista libertaria, los trabajadores tomarán las decisiones acerca de qué producir y cómo producir?
Hay otras preguntas importantes que me gustaría hacer, pero las dejaré por ahora. Espero leer su respuesta y continuar con este intercambio.
Ok, al parecer hay un par de pequeños malentendidos que pueden ser rápidamente resueltos, y algunas diferencias sustantivas en términos del análisis de clases y la relación entre la clase y las otras ‘opresiones’. Primero intentaré aclarar los malentendidos para luego adentrarme en las cosas más sustantivas.
El primer malentendido está relacionado con el significado de ‘visión’. Ustedes separan visión – fines – de estrategia – medios. Yo diría que una delimitación pulcra es insostenible. Los fines están hechos de medios – algunos que nos acercan más a lo que queremos, otros que lo hacen de manera más remota. Como grupo, no gastamos mucho tiempo soñando con el futuro – nuestras políticas están más orientadas al aquí y ahora. Es cierto que tener cierta idea sobre cómo sería la futura sociedad podría persuadir a otros de que no somos solo vagos soñadores o nihilistas que están en contra de todo y que no saben para qué luchan. Pero una visión totalmente planificada del futuro no es pre-requisito para que los trabajadores emprendan la lucha por el avance de sus intereses concretos. Dudo que muchos de los trabajadores que han participado de las revoluciones del pasado hayan comenzado como revolucionarios.
Por supuesto que en la medida en que las luchas crecen, la importancia de la dirección que estas tomen – la visión – crece también, y es algo que no puede negarse. No obstante, en el aquí y ahora tenemos una visión más inmediata – que los trabajadores luchen colectivamente en la defensa de sus intereses. Para este fin elaboramos una estrategia; intentamos crear redes con otros trabajadores y esparcimos propaganda que difunda tácticas comunistas libertarias – acción directa colectiva y asambleas de masas con consejos electos/revocables para coordinar la lucha. Y una vez que ésta visión de las asambleas de masas se lleva a cabo – como durante la lucha anti-CPE3 en Francia el año 2006 – la visión a largo plazo se vuelve más tangible y significativa para los participantes, quienes comienzan a sentir su capacidad de cambiar el mundo e imaginar el mundo que desean.
Un segundo malentendido semántico que resolver. ‘Necesidades’ en la premisa ‘de cada quien según sus capacidad, a cada quien según sus necesidades’ no se refiere a meras necesidad fisiológicas como distinción de los deseos. Las necesidades son auto-determinadas, abarcándolas a todas, desde las fisiológicas y las sicológicas hasta las sociales, y cada persona tiene el mismo derecho de verlas satisfechas. Respecto a cómo esta repartición podría funcionar y convivir con cualquier tipo de escasez, he hablado de esta y otras cuestiones ‘económicas’ de manera mucho más comprensible en mi respuesta a la visión de su organización. La estructura de este debate puede hacer que las opiniones sean repetitivas, así que sugiero que adelantemos esto y continuemos con esa discusión en particular más adelante.
Dicen que podría estar “cometiendo el error de asumir que los grupos raciales, de género y políticos son agentes menos importantes para el cambio social que las clases”.
Creo que no entendieron a lo que me refería, y de hecho ese razonamiento confunde más de lo que aclara (y tal vez explica el malentendido). Hay que diferenciar; se usa una lógica diferente para las políticas del trabajo con clases.
Mientras que los grupos raciales, de género, sexuales, etc. luchan por convertir el antagonismo en diferencia, las políticas clasistas intentan convertir la diferencia en antagonismo. Mientras las luchas basadas en la raza – o el género – luchan porque se les reconozca como iguales y por la convivencia, la lucha de clases no apunta a que los trabajadores y patrones convivan, sino que, al contrario, agrava las diferencias hasta el punto de la ruptura y la revolución social. Me parece que en su apuro por declarar a todos los grupos iguales, dentro de su perspectiva de ‘Holismo Complementario’ no hay lugar para el antagonismo de clases.
El capitalismo es una relación entre clases, y la lucha de clases en la única forma de quebrarla -rechazando finalmente nuestra condición como recursos humanos y haciéndonos valer como seres humanos. Esto solo puede ser llevado a cabo mediante la abolición de ambas clases sociales. No se trata de decir que la clase es más importante que otras cosas, sino de entender qué es el capitalismo y dónde reside la potencial subjetividad revolucionaria. No es algo que venga de la opresión, sino de la alienación – la separación de los productores de sus productos, de la actividad productiva de los medios y el control de la misma actividad. La clase trabajadora es el sujeto potencialmente revolucionario por su posición material al interior del capitalismo; no tenemos nada más que perder que nuestras cadenas.
Muchos grupos son oprimidos, pero ni el racismo, ni el sexismo, etc. son esenciales para el capitalismo, y las demandas por la igualdad pueden ser acomodadas en su interior – de hecho dichas demandas son también hechas por amplios sectores de la clase dominante. Así, al mismo tiempo que tenemos controles migratorios racistas, tenemos jefes, políticos y hasta presidentes negros. Las trabajadoras mujeres ganan sistemáticamente menos que sus contrapartes masculinas, pero es algo que han vuelto ilegal. El hecho de que Margaret Thatcher fuera mujer no la hizo menos capitalista, etc. De hecho, la actual Obamanía demuestra justamente cuán útiles pueden ser estos sentimientos igualitarios – cuando son separados del análisis de clases – para reconstruir las destrozadas ilusiones propias del sistema.
Esto no quiere decir que el capitalismo no haga estas divisiones que son previas a él. Claramente las hace, y el racismo y sexismo son desafortunadamente un hecho. Sin embargo, el capitalismo no es intrínsecamente blanco, hombre, heterosexual, etc., y en consecuencia los miembros de estos grupos no tienen en esencia mayor potencial revolucionario que los hombres blancos y heterosexuales. Como ya he dicho, es algo que deriva de la alienación, no de la opresión. Ahora, la lucha de clases – y, más allá, la sustitución del capitalismo por una sociedad hecha para la vida humana – no llegará muy lejos si los trabajadores están divididos por ‘raza’, género, etc., y es por eso que dije que “La lucha contra estas divisiones es también un aspecto necesario de la lucha de clases”.
En este sentido, al mismo tiempo que la lucha de clases es la única forma de reemplazar la sociedad capitalista por una comunista libertaria, es un absoluto deber incorporar simultáneamente luchas contra las divisiones raciales, de género, etc. – un proceso que ha sido visible durante muchas luchas de clase del siglo XX (las Mujeres Libres, la Liga Revolucionaria de Trabajadores Negros, Grunwick). No estar de acuerdo con ninguna noción de ‘jerarquizar la lucha’ quiere decir actuar como clase allí donde nuestro potencial como órgano revolucionario pueda manifestarse, acciones en las cuales estas divisiones intra-clase puedan ser negadas más que reforzadas.
La idea de ‘celebrar la diversidad’ es central para las expresiones modernas de la política comunitaria y el control social – enfatizando las diferencias entre varios grupos y tratándolos como ‘comunidades’ homogéneas sin divisiones internas por clase, representadas adecuadamente por una pequeña capa de capitalistas y profesionales. La ‘igualdad de las luchas’ – o más precisamente la relegación de la clase como solo una lucha más, una identidad más construida de la misma manera que la raza o el género en lugar de una condición material y objetiva – permite que estas luchas sean cooptadas y acomodadas.
El ‘Holismo Complementario’ parece ser una variación radical de esta ideología; tomando tal cual las divisiones que el capitalismo hace de la vida social en esferas marcadas. La autonomía de la economía está basada en la separación de los productores respecto a sus productos. La política está basada en la separación entre gobernadores y gobernados. Superar estas separaciones significará la abolición de las divisiones de la vida social, y no puede ser hecho si estas separaciones son centrales para nuestro análisis. No estoy seguro de lo que quieren decir con “grupos políticos”. Si se refieren a minorías politizadas como nosotros mismos, entonces ciertamente tenemos un rol que jugar – en gran parte, la difusión de nuestras ideas (¡de allí que levantemos libcom!). Pero no somos agentes del cambio social por nuestra condición de ‘grupos políticos’, sino por nuestra condición material como trabajadores (con o sin trabajo). En término de subjetividad revolucionaria, no todos los grupos han sido creados por igual – aunque las mujeres, las minorías étnicas y políticas, etc. sean en su mayoría trabajadores también. Esto no tiene nada que ver con la “predicción dogmática de una ideología”, sino con un entendimiento racional y crítico de lo que son las relaciones sociales capitalistas y cómo pueden ser quebradas.
Por si les interesa, no solo porque una lucha no tenga un potencial revolucionario no la hace interesante para los comunistas libertarios. Estamos interesados en el avance de nuestras necesidades materiales como clase; algo como la lucha por legalizar el aborto en Irlanda del Norte cabría en esta categoría, sin siquiera tener implicancias revolucionarias. No obstante, la práctica de imponer las necesidades materiales de nuestra clase en general sí las tiene, pues una sociedad basada en las necesidad humanas es una contradicción fundamental con una que está basada en la eterna acumulación de capital.
Escribieron que “’nosotros y ellos’… implica un sistema de dos clases. Esta mirada creo que deriva de una ‘caja de conceptos’ limitada típica de la vieja izquierda.”. Primero, no estoy seguro de a quién se refieren con la vieja izquierda. ¿A las 57 variaciones orgánicas de la vanguardia Trotskista? ¿A los anarcosindicalistas? ¿A los comunistas consejistas? ¿La insurgencia de los campesinos zapatistas? ¿O la de Makhno? ¿O todas las anteriores? De ningún modo describo un sistema de dos clases, sino uno bipolar. Tendré que explicar esto un poco más en detalle antes de volver a la explicación del uso de ‘nosotros y ellos’.
En primer lugar, recapitulemos lo que es el capital lo más brevemente posible: dinero que hace más dinero. Pero esto no pasa por alquimia, sino por trabajo humano, lo que es la capacidad de producir más de lo que necesita para mantener el mismo, plusvalía que es apropiada para expandir el capital original. Esto establece dos polos de un espectro. En uno de sus extremos, aquellos que no tienen nada que vender además de su capacidad para trabajar y nada más que perder que sus cadenas. En el otro, los que poseen el capital para contratar a trabajadores que puedan expandir dicho capital. De este modo, el capital no es solo dinero en movimiento, sino una relación social entre clases. Es trabajo muerto, que como un vampiro absorbe la vida de los vivos. Este es el tipo de análisis que se puede encontrar en los primeros capítulos de El Capital de Marx, y creo que es a lo que se refieren con la visión de ’sistema de dos clases de la vieja izquierda’. Pero nuestro análisis no termina allí. De hecho, acaba de comenzar.
Con el fin de acumular capital, el capitalista debe competir en el mercado con otros capitalistas. No pueden permitirse ignorar las fuerzas del mercado, o de lo contrario perderían terreno ante sus rivales, perderían dinero, y podrían hasta dejar de ser capitalistas. Por esto, el capitalismo no es controlado por los capitalistas, sino por el capital mismo. Así, los dos polos de la relación social están alienados, en un nivel cualitativamente distinto. Mientras que la alienación para el polo de los trabajadores es vivida mediante el trabajo para un jefe, en el otro polo se vive a través de las fuerzas de mercado impersonales. El estrambótico nombre de este proceso en el que objetos inanimados llegan a dominar a sujetos animados es ‘inversión ontológica’. Es teniendo en cuenta esta inversión que podemos hablar del capital como entidad, y, como veremos, esta denominación es más precisa que hablar de capitalistas.
Es cierto que en este espectro hay quienes son ‘contratados’ por los capitalistas para administrar su capital sin ser dueños ellos mismos de este capital (la ‘clase tecno-directiva’, en sus palabras). Lo que importa por el momento es que ellos están en este espectro bipolar. El conocimiento ciertamente es parte del poder de estos individuos, pero es un poder que se ejerce dentro de esta relación social de dos polos. Si sirve de algo decirlo, el conocimiento como una fuente de poder al interior de la sociedad de clases no es en sí mismo una perspicacia nueva – se teorizó hace más de un siglo cómo el desarrollo de la automatización y la producción industrial fue guiado por la necesidad de socavar el poder de los gremios de artesanos, el cual estaba más que nada basado en el conocimiento esencial para la producción que tan recelosamente mantenían en secreto.
También hoy existen campesinos y aristócratas en el mundo. Lo importante es nuevamente que estas clases han sido posicionadas cada vez más hondamente en este espectro. Los campesinos son desposeídos y se convierten en agricultores sin tierra, o migran a las ciudades. Los aristócratas se convierten en capitalistas del área de los bienes raíces, o ven caer sus propiedades en mal estado y dejan de ser aristócratas en su totalidad.
Entonces, ¿cómo cuadro la noción del ‘nosotros y ellos’ dentro de mi insistencia de no estar describiendo un sistema de dos clases? Esta noción deriva de la experiencia de los trabajadores en el capitalismo; ‘ellos’ son la personificación del capital en la medida en que sus acciones obedecen a la voluntad del mismo, de acuerdo a la inversión ontológica descrita anteriormente. Usualmente, la personificación del capital es el patrón. El patrón puede ser un accionista, o un gerente contratado. Bajo otras circunstancias enfrentamos a las burocracias sindicales como personificaciones del capital, en cuanto dividen y disuelven nuestras luchas. Políticos, ‘líderes de la comunidad’, o en el caso de las cooperativas que operan en el mercado, los trabajadores mismos pueden volverse personificaciones del capital. Ellos están obligados a actuar de acuerdo a los intereses del capital por su posición estructural al interior de la relación capitalista.
Este no es un problema de “organizaciones de la clase trabajadora… a menudo dominadas por miembros de la clase coordinadora”. Un dirigente sindical por ejemplo puede ser un verdadero santo, pero seguir siendo una personificación del capital por su rol estructural en la sociedad capitalista. Lo mismo se aplica a los mercenarios ‘tecno-directivos’, los políticos y los mismos capitalistas. Concuerdan conmigo cuando digo que “la función de un análisis de clases es entender las tensiones al interior de la sociedad capitalista” como oposición de clasificar a los individuos entre dos, tres (o cuatro o cinco) clases. Eso es lo que significa.
No quiere decir que no se pueda distinguir a aquellos jefes que no manejan capital de aquellos que sí. Claramente hay diferencias. Diría que aunque lo teorizáramos como una distinción de clases o como una división de trabajos al interior de quienes personifican al capital es algo de segunda importancia frente al hecho de que toma lugar al interior de una relación social bipolar y de que implica una lucha del carácter ‘ellos y nosotros’. Dicen que “la clase coordinadora puede ser (y ha sido) anti-capitalista”. Yo diría que esto es verdad únicamente en el sentido absolutamente estrecho del término ‘capitalista’ como ‘aquel que tiene capital’. Ser anti-capitalista no significa estar en contra de esos individuos, sino en contra de toda la relación social, en contra de la sociedad de clases como tal.
El anti-capitalismo no son los trabajadores al mando de la economía en lugar de los capitalistas (o de los ‘coordinadores’) sino la abolición de nosotros como clase, de la economía como una esfera separada de la vida social y la comunización de la producción social en torno a nuestras necesidades. Que jefes no-propietarios ocupen el puesto de los que sí lo son no es más anti-capitalista que una gerencia contratada, sino únicamente algo potencialmente más violento y quizá que ate a los trabajadores a hacer el trabajo sucio (como en algunas ocasiones trágicamente mueren trabajadores por algún miembro o grupo de la clase dominante, particularmente en casos de guerra). Pero el rol de la personificación del capital persiste, siendo un ejemplo de lo firmemente vendida que puede ser una dirigencia a pesar de sus propios principios o ideas el caso de la URSS. Esto es porque el capitalismo es un modo de producción, no un modo de administración. Por eso el anti-capitalismo tiene que ir más allá de la oposición a aquellos que lo manejan (superponiendo una economía participativa a una ‘coordinadorista’ o a una capitalista), tiene que oponerse a la relación social como tal (la abolición del trabajo asalariado, de la política y la economía como esferas separadas de la vida social; en definitiva, el comunismo libertario).
Escriben que
“esta claridad [la existencia de tres clases] es útil en varios sentidos. Ayuda a entender cuándo los socialistas se equivocaron en el siglo XX y nos ayuda a desarrollar mejores estrategias para siglo XXI.”
Sin embargo, si bien saludo el deseo de no repetir el callejón sin salida del Leninismo, esta cita pasa por alto el hecho de que muchos en el movimiento de los trabajadores del siglo XX – particularmente anarquistas – argumentaron en contra de la idea de que el Estado o cualquier forma de representatividad pudiera acabar con el capitalismo. Quizá más significativamente, ignora que lo sucedido en Rusia en 1917 no fue un efecto colateral imprevisto de la confianza de los trabajadores en ‘coordinadores’, sino que una política consciente del capitalismo de Estado que los bolcheviques buscaron, fueron las consecuencias de lo que en términos generales predijeron los anarquistas, quienes arguyeron que algo como un acercamiento a la idea de reemplazar a muchos capitalistas por uno solo – el Estado – no reemplazaría las relaciones sociales capitalistas por las comunistas. La naturaleza exacta de lo que fue la URSS es una gran pregunta, y responderla sería irse por las ramas. Buenas fuentes son el ‘Anarchist FAQ [10]‘, ‘Aufheben’s 4-part series [11]‘ y el libro de Maurice Brinton ‘The Bolsheviks and Workers Control [12]‘, en los cuales se explica cómo las relaciones sociales continuaron siendo esencialmente capitalistas, con el Estado tomando el puesto de los privados.
Ciertamente necesitamos teorizar las condiciones en las que nos encontramos a la luz de los errores del pasado. Simplemente diría que no creo que esto necesariamente requiera de una tercera clase, y de hecho esta ‘innovación’ pareciera distraer del necesario e importante antagonismo de clases, dejando a las clases solo como una forma de opresión más y poniendo la tarea anti-capitalista como una simple cuestión de administración – ¿por parte de capitalistas, coordinadores, o nosotros mismos? – y no como la de la revolución social. No intentamos hacer del mismo mundo un lugar más participativo, sino de crear uno nuevo en su lugar.
Esto es algo de lo que podría escribir mucho más, como sobre la tendencia de la sociedad a polarizarse entre quienes tienen y quienes no, o sobre las contra-tendencias que estratifican a los individuos a lo largo del espectro mediante pequeñas jerarquías (líderes de grupo, etc.) y la división de la clase dominante en accionistas sin trabajo y los jefes a los que ustedes llaman ‘tecnodirectivos’. Pero probablemente ya he dicho suficiente por ahora, y estoy seguro de que podremos volver a estos asuntos si se muestran relevantes para el desarrollo de la discusión.
Hola, espero estén disfrutando de este intercambio tanto como yo. Me parece que hay una serie de temas e inquietudes que ya comienzan a aparecer al interior de este debate. Confío en que podamos comenzar a identificar y aclarar tanto las áreas de acuerdo como las de diferencias de opinión.
Como ustedes, también soy consciente de las repeticiones en nuestros intercambios (así como de la extensión de cada réplica), así que más abajo he contestado a las partes de la discusión que me parecen de particular importancia o relevancia para su parte del debate.
Un área en la que aparece haber diferencia de opinión tiene que ver con el objetivo mismo por el que estamos debatiendo – la visión. Plantean que “una delimitación (entre visión y estrategia) es insostenible” y creo que desde su perspectiva hace perfecto sentido. Yo tengo una perspectiva distinta que creo que llevaría a una organización a ser más efectiva.
Dicen que
“Como grupo, no gastamos mucho tiempo soñando con el futuro”
sino que en lugar están “orientadas al aquí y ahora”. Este enunciado suena como si cualquiera que enfoque su atención en la visión no tuviera los pies en la tierra y tuviera su cabeza en las nubes. Esto, pienso, puede que sea verdad si esa misma persona (u organización) además nunca entregara reflexiones serias sobre consideraciones estratégicas. Todo lo que diré es que quienes defendemos la economía participativa somos serios de igual manera al desarrollar estrategias realistas que al desarrollar una visión convincente.
También señalan que
“una visión totalmente planificada del futuro no es pre-requisito para que los trabajadores emprendan la lucha”.
Con respecto a eso me gustaría apuntar que antes de encontrarme con la EconPar ya había estado involucrado en actividades de justicia social. Me gustaría también dejar en claro que no estoy defendiendo la pasividad, o arguyendo que la gente no debería organizarse hasta que tuvieran trabajada una visión a largo plazo para la organización. Así, concuerdo con su enunciado aunque sigo creyendo que una visión bien concebida es un ingrediente crucial para una lucha obrera exitosa. Pero en esto, creo, es en donde estamos en un total desacuerdo.
Para ustede
“en la medida en que las luchas crecen… la visión… crece también”.
En tanto yo diría algo como – en la medida en que nuestra visión se vuelve más clara y popular, nuestra estrategia se vuelve más obvia y popular. La dinámica de una visión popularizada guiándonos a una estrategia apoyada popularmente es lo que generará al movimiento popular que intentamos construir.
En tanto afirman que
“tener cierta idea sobre cómo sería la futura sociedad podría persuadir a otros…”
ven obviamente el desarrollo de cualquier visión clara como algo de segundo orden – como mucho. Esto, en mi opinión, es un error que solo debilita su programa general, haciéndolo mucho menos capaz de dar resultados.
Establecen que “Los fines están hechos de medios” pero luego admiten que “algunos nos acercan más a lo que queremos, otros que lo hacen de manera más remota”. En este punto creo que dan un buen argumento en contra de ustedes mismos y a favor de la necesidad de gastar “tiempo soñando con el futuro”. En esta línea, añadiría con su propio punto que sin un buen entendimiento de a lo que queremos llegar (visión) nuestros medios (estrategia) pueden perfectamente llevarnos en la dirección equivocada – de allí la necesidad de una visión a largo plazo.
Así que en un intento de aclarar uno de nuestros desacuerdos diré que cualquier movimiento anti-capitalista serio debe tener una visión de economía post-capitalista como parte de sí mismo. Para ser absolutamente claros, no estoy diciendo que la visión sea más importante que la estrategia. En PPS-UK vemos el Conocimiento (una buena comprensión de cómo los sistemas sociales contemporáneos funcionan), la Visión (una alternativa convincente para los sistemas sociales) y la Estrategia (medios realistas a través de los cuales podemos llegar desde donde estamos hoy –Conocimiento –hasta donde queremos llegar –Visión) como elementos de igual importancia en la creación de un programa general por una transformación social progresiva. Así, para nosotros, al organizar campañas, trabajar en nuestros medios de comunicación o proyectos educacionales, el conocimiento y la estrategia son tan importantes como la visión. Cualquier priorización aparente que peda haber de la visión por sobre la estrategia se debe a la naturaleza de esta discusión.
Para ser honesto, ya había sentido que esta parte del debate se había vuelto tan confusa que estaba encontrando difícil contestar a su comentario anterior de manera constructiva. Parece que ambos estamos asumiendo cosas de los marcos teóricos más generales del otro que siento son imprecisas. Por ejemplo, dicen que
“en su apuro por declarar a todos los grupos iguales, dentro de su perspectiva de ‘Holismo Complementario’ no hay lugar para el antagonismo de clases”
lo que no es de ningún modo el caso.
Esto no quiere decir que no esté de acuerdo con mucho de lo que escriben. Por ejemplo, yo también creo que
“El capitalismo es una relación entre clases, y la lucha de clases en la única forma de quebrarla -rechazando finalmente nuestra condición como recursos humanos y haciéndonos valer como seres humanos”. También estoy de acuerdo cuando dicen que “Muchos grupos son oprimidos, pero ni el racismo, ni el sexismo, etc. son esenciales para el capitalismo, y las demandas por la igualdad pueden ser acomodadas en su interior…” y que “la lucha de clases… no llegará muy lejos si los trabajadores están divididos por ‘raza’, género, etc.…”.
Pero en los enunciados que vienen a continuación es donde creo que nuestras diferencias pueden ser encontradas. Resumen su posición como lo siguiente
– “En este sentido, al mismo tiempo que la lucha de clases es la única forma de reemplazar la sociedad capitalista… es un absoluto deber incorporar simultáneamente luchas contra las divisiones raciales, de género, etc.”. Y luego establecen que – “No estar de acuerdo con ninguna noción de ‘jerarquizar la lucha’ quiere decir actuar como clase allí donde nuestro potencial como órgano revolucionario pueda manifestarse, acciones en las cuales estas divisiones intra-clase puedan ser negadas más que reforzadas”.
Ahora, en mi opinión creo que hay allí una tensión entre su deseo de no ser vistos dando prioridad a una forma de lucha por sobre otras mientras al mismo tiempo priorizan la lucha de clases. Obviamente no pueden seguir ambos caminos. En mi experiencia esta tensión es muy común entre los de la izquierda revolucionaria –particularmente los influenciados por el Marxismo. En una mano ellos reconocen la importancia de las campañas anti-racistas/sexistas, etc.…, pero en la otra quieren reducir estas campañas a la lucha de clases, la cual, en mi opinión, sobreenfatiza la importancia de la esfera económica.
Me da la sensación de que esta tensión tiene sus orígenes en las limitaciones del materialismo histórico, el cual prioriza la esfera económica y la lucha de clases por sobre otras esferas sociales y formas de lucha. Fue en un intento de superar estas limitaciones y más aún resolver esta tensión que el marco holista complementario fue diseñado. Intentando ilustrar este punto, y más allá, aclarar este debate, citaré un párrafo del primer capítulo de The ABC’s of Political Economy (“El ABC de la Economía Política”) de Robin Hahnel (que a propósito es una muy buena y breve introducción al holismo complementario)
La clave para entender la importancia de las clases sin descuidar o desestimar la importancia de los grupos privilegiados y los en desventaja definidos por relaciones comunitarias, de parentesco o políticas es el reconocer que solo algunos agentes de la historia son grupos económicos, o clases. Los grupos raciales, de género o políticos pueden ser también agentes conscientes que trabajen para preservar o cambiar el status quo, el cual consiste no solo en las relaciones económicas actuales, sino en las relaciones de dominación de género, comunitarias y políticas también. La sociedad africana pre-Mandela es un caso útil de considerar. Por supuesto, la economía generó clases privilegiadas y explotadas – capitalistas y trabajadores, terratenientes e inquilinos, etc. Las relaciones de género patriarcales en Sudáfrica también desaventajaron a las mujeres en relación a los hombres, o las instituciones políticas no democráticas empoderaron a una minoría y privaron de derecho a representación a la mayoría de los ciudadanos. Pero las más importantes de las relaciones sociales, de la cual deriva el nombre del sistema, era el apartheid, en el cual dominaba la clasificación de los ciudadanos en comunidades específicas –blancos, de color, negros –y definiendo distintos derechos y obligaciones para la gente de acuerdo a su status en la comunidad. La relaciones comunitarias del apartheid crearon grupos raciales comunitarios opresores y oprimidos, los cuales tuvieron los roles principales en la lucha social en la preservación o derrocamiento del status quo en Sudáfrica. Esta perspectiva no niega necesariamente que las clases, o los grupos de género en ese caso, hayan tenido roles significativos también. Pero una teoría social que reconozca a todas las esferas de la vida social, y que entienda que los grupos privilegiados y desaventajados pueden emerger de cualquiera de las áreas en las que las cargas y los beneficios de la cooperación social no estén distribuidas de manera igualitaria, puede ayudarnos a evitar el desatender a agentes importantes en la historia, y ayudarnos a entender por qué no todas las formas de opresión serán reparadas por una revolución social en una sola esfera de la vida social – que quizá sea tan importante como dicho cambio.
Otra área de desacuerdo que está relacionada a la anterior discusión de visión y estrategia son nuestras diferencias de opinión acerca de la clase. En respuesta a mi crítica acerca de su análisis de dos clases dicen que “De ningún modo describo un sistema de dos clases, sino uno bipolar”. Continúan explicando a qué es lo que se refieren. Como parte de su explicación recapitulan lo que es el capitalismo, estableciendo “En uno de sus extremos, aquellos que no tienen nada que vender además de su capacidad para trabajar y nada más que perder que sus cadenas. En el otro, los que poseen el capital para contratar a trabajadores que puedan expandir dicho capital”. Esto, dicen, “establece dos polos de un espectro”.
Ahora, como complemento, no creo que sea adecuado decir que la clase trabajadora del siglo XXI no tiene “nada más que perder que sus cadenas”. Durante el siglo XIX y XX el trabajo organizado ganó algunas reformas importantes, requiriendo en muchas ocasiones gran sacrificio personal, y no debemos olvidar esto. Pero, volviendo a su punto principal respecto al análisis de clases, estoy confundido. Esto se debe a que sigue pareciendo que hubieran dos clases en su espectro y no veo cómo añadiendo la palabra “espectro” se hace alguna diferencia acerca de mi crítica inicial. Personalmente cuando pienso en clases económicas, suelo pensar en términos de una pirámide de poder, pero estoy feliz de considerar las clases en un espectro. Mi pu
Mencionan que “Es cierto que en este espectro hay quienes son ‘contratados’ por los capitalistas para administrar su capital sin ser dueños ellos mismos de este capital”. Dicen también “No quiere decir que no se pueda distinguir a aquellos jefes que no manejan capital de aquellos que sí. Claramente hay diferencias.” Pero luego siguen al decir “Diría que aunque lo teorizáramos como una distinción de clases o como una división de trabajos al interior de quienes personifican al capital es algo de segunda importancia frente al hecho de que toma lugar al interior de una relación social bipolar y de que implica una lucha del carácter ‘ellos y nosotros’”.
En mi opinión, degradar la consciencia de que existe una clase coordinadora a algo de segunda importancia es un gran error. Están de acuerdo en que deberíamos “teorizar las condiciones en las que nos encontramos a la luz de los errores del pasado” pero que “no creo que esto necesariamente requiera de una tercera clase”. Para mi la cosa es simple, pero muy importante. Si hay solo dos clases (la clase trabajadora y la clase capitalista), entonces una revolución que reemplace una economía capitalista debe reemplazarla por algo que forme una economía sin clases. El problema en esto es que la historia nos ha mostrado que podemos tener revoluciones anti-capitalistas exitosas que no den como resultado el establecimiento de una economía sin clases. Si hay solo dos clases, ¿cómo puede ser esto?
Sin embargo, si en economía moderna tuviéramos tres clases (la trabajadora, la capitalista y la coordinadora) una revolución anti-capitalista podría tener dos posibles resultados – el establecimiento de parte de la clase trabajadora de una suerte de sistema económico sin clases o el establecimiento de parte de la clase profesional-gerencial de una economía coordinadora (como durante la Revolución Rusa, por ejemplo). Los tres posibles sistemas económicos tienen características distintas que reflejan de igual forma distintos intereses de clase.
Este análisis de tres clases tiene ramificaciones obvias dependiendo de la visión y estrategia anti-capitalista que, en mi opinión, no podemos permitirnos ignorar. Así, por ejemplo, al estar desarrollando visión para una economía sin clases no necesitamos solamente ser conscientes de las relaciones de poder en relación a la propiedad sino también a las relaciones de poder relacionadas a la autoridad para tomar decisiones, la monopolización de las labores empoderadoras, los medios por los cuales los bienes y servicios son distribuidos, etc. Asimismo, cuando desarrollamos estrategia para una economía sin clases no requiere solamente de ser anti-capitalista sino también anti-coordinadorista – este es el motivo por el que rechazo el centralismo democrático y la ideología Marxista-Leninista.
En respuesta a estas afirmaciones ustedes dicen que
“pasa por alto el hecho de que muchos en el movimiento de los trabajadores del siglo XX – particularmente anarquistas – argumentaron en contra de la idea de que el Estado o cualquier forma de representatividad pudiera acabar con el capitalismo”. Y también sostienen que “más significativamente, ignora que lo sucedido en Rusia en 1917 no fue un efecto colateral imprevisto de la confianza de los trabajadores en ‘coordinadores’, sino que una política consciente del capitalismo de Estado que los bolcheviques buscaron, fueron las consecuencias de lo que en términos generales predijeron los anarquistas, quienes arguyeron que algo como un acercamiento a la idea de reemplazar a muchos capitalistas por uno solo – el Estado – no reemplazaría las relaciones sociales capitalistas por las comunistas”.
Ahora, aparte de lo que me parece que es una inadecuada descripción del sistema bolchevique como “capitalista” (lo que en mi opinión ilustra muy bien las limitaciones de su análisis de dos clases), sus puntos acerca de mi “pasar por alto” e “ignorar” la comprensión anarquista sobre el Estado y la ideología Leninista simplemente no son ciertos. De hecho, las nociones de clase coordinadora y economía coordinadora tienen sus raíces en la misma tradición de izquierda libertaria de la que hablan. En el primer libro publicado acerca de economía participativa los autores discuten “Los Orígenes del Coordinadorismo” diciendo que “Pocos comentaristas hoy tienen algo bueno que decir sobre Stalin, pero los problemas del coordinadorismo y el autoritarismo político del bloque Oriental comienzan mucho antes”. Continúan diciendo que
“León Trotsky, uno de los famosos creadores del primer sistema económico coordinador, dijo que el control social de los trabajadores sobre la sociedad ‘es expresado… no por completo en la forma en la que cada iniciativa económica es administrada’. Esto es, Trotsky sentía que sería mejor para los Bolcheviques dejar la jerarquía común de las fábricas en vez…”. De manera similar dicen “Lenin evidenció su propia orientación coordinadora cuando dijo: ‘“Es completamente esencial que toda la autoridad en las fábricas deba concentrarse en las manos de la dirección’.”
Los autores se refieren también a Chomsky cuando señalan que “también nota que ‘particularmente desde 1917, el Marxismo –o más adecuadamente, el Marxismo-Leninismo –se convirtió, como predijo Bakunin, en la ideología de una ‘nueva clase’ de intelectualidad revolucionaria que explota la lucha popular revolucionaria’.” Chomsky continúa su punto así – “este asalto ideológico a dos bandos… ha dado un gran golpe a las corrientes socialistas libertarias que alguna vez tuvieron una vitalidad considerable…”.
Espero que estas pocas citas de “Looking Forward – participatory economics for the twenty first century” (Mirando Adelante – economía participativa para el siglo veintiuno) aclaren que quienes defendemos la EconPar no pasamos por alto o ignoramos las lecciones de la historia que han resaltado ustedes. De hecho, diría que quienes defendemos la economía participativa hemos no solo aprendido estas lecciones sino construido a partir de ellas. Me parece, por ejemplo que la “nueva clase” de Bakunin es lo que nosotros esclarecemos como clase coordinadora y el “asalto a dos bandos” de Chomsky es un asalto de parte de las clases capitalista y coordinadora en contra de la clase trabajadora. Lo que parece despejarse de todo esto es que se requiere de un análisis de tres clases para entender lo que se ha hecho hasta aquí, pero quizá más importante, para evitar cometer este tipo de errores de nuevo es muy importante que trabajemos duro en crear una toma de conciencia sobre la clase coordinadora al interior de nuestras organizaciones o movimientos – y no rebajarlo a algo de “segunda importancia”.
Para ustedes, sin embargo, “esta ‘innovación’ pareciera distraer del necesario e importante antagonismo de clases, dejando a las clases solo como una forma de opresión más y poniendo la tarea anti-capitalista como una simple cuestión de administración – ¿por parte de capitalistas, coordinadores, o nosotros mismos? – y no como la de la revolución social”. Tengo que decir que no entiendo por qué piensan eso. Primero, porque no veo cómo la identificación de una tercera clase afecta la importancia del antagonismo de clase. Segundo, porque deben saber a partir de lo que ya he dicho acerca de la EconPar que no vemos la tarea de los anti-capitalistas como una “simple cuestión de administración”. Aunque la auto-gestión es un valor central del modelo de la EconPar, como visión para una economía post-capitalista la economía participativa trata muchas otras cosas en relación a la justicia económica además de aquellas que tienen que ver específicamente con la administración del lugar de trabajo –por ejemplo, la propiedad, la remuneración, la distribución, la división de las labores.
Comentan también
“No intentamos hacer del mismo mundo un lugar más participativo, sino de crear uno nuevo en su lugar”.
Mi respuesta a esto es que la visión económica que defiendo propone alternativas a todas las características institucionales generales del capitalismo. Diría, por ello, que la economía participativa se trata de crear “una nueva” economía (como parte de una lucha mayor por crear una nueva sociedad) y no solo de hacer el sistema existente “más participativo”. Añadiría que dichos cambios fundamentales en la organización social tendrían profundas consecuencias en la vida en términos de cómo pensamos acerca de nosotros mismos y actuamos con respecto a los otros.
Debate sobre visión anti-capitalista • 02
Hola, mi nombre es Mark Evans. Vivo en Birmingham (Reino Unido), lugar en el que trabajo para el Servicio Nacional de Salud (SNS) como asistente médico en un pabellón de neurocirugía. Además de hacer mi trabajo como ayudante soy un miembro activo del sindicato. Estas actividades satisfacen dos de mis principales intereses – la neurología / psicología y la justicia social, a la cual veo relacionada en sus puntos generales a lo que es la naturaleza humana y la organización social. [13]En los últimos dos o tres años me he involucrado también en ayudar a levantar una nueva iniciativa situada en el Reino Unido llamada PPS-UK (Project for a Participatory Society – www.ppsuk.org.uk [1]). Esta iniciativa es parte de una creciente red internacional que, creo estar en lo correcto al decirlo, ha emergido como resultado de dos factores básicos. Un factor tiene que ver con la insatisfacción con las ideas existentes sobre la transformación social progresiva. El otro factor ha sido el desarrollo de nuevas visiones y estrategias que son resultado de una completa revaloración de la práctica y la teoría de izquierda. Este importante trabajo continúa hoy principalmente a través de ZCom (www.zcommunications.org [14]) en donde cualquier persona interesada en las ideas progresistas puede participar a través de varias instalaciones, incluyendo una escuela en línea.
Mi interpretación de este debate es que discutiremos sobre “visión económica”. Decir esto es asumir que, en cierta medida, no estamos felices con el sistema económico existente. Personalmente diría que estoy en contra de cada rasgo institucional del capitalismo. Pero esta no es una posición nueva que me haya provocado la crisis económica actual. Al contrario, argüiría que para cualquier estándar humano el capitalismo está siempre en crisis. Basta pensar en toda la gente que muere innecesariamente de inanición todos los días, o en quienes no reciben medicamentos para enfermedades curables. Estos son ejemplos conocidos, pero hay muchas otras ilustraciones prácticamente desconocidas de la crisis que está hoy en curso. Por ejemplo, una investigación emprendida en los últimos veinte años muestra que incluso con las necesidades materiales satisfechas la desigualdad económica tiene un gran impacto en la salud de una sociedad. Mientras más grande sea la brecha de desigualdad, menos sana es la sociedad – y no estamos hablando solamente de ingresos aquí. Pareciera que los niveles de control y participación son lo que realmente importa y que estos tienen una influencia directa en nuestra salud y expectativas de vida. Así que, desde nuestra perspectiva, diría que el capitalismo está en un permanente estado de crisis y que la actual de la que todos oímos hablar diariamente en las noticias tiene más que ver con un sistema que fundamentalmente funciona en los intereses de las élites que se vuelve inestable. Poniendo a un lado esta limitada y egoísta definición de crisis, intentemos entender por qué el capitalismo está en un permanente estado de crisis antes de desarrollar o hablar acerca de una visión económica alternativa. Mi explicación básica derivaría de un simple análisis económico que puede ser entendido prácticamente por cualquier persona. Como ya he dicho, la economía capitalista funciona de acuerdo a los intereses de las élites. Las razones de esto son bastante obvias. Bajo el capitalismo, una minoría muy pequeña posee de manera privada instituciones económicas. Este grupo es comúnmente conocido como la clase capitalista. Además, la división jerárquica del trabajo permite una autoridad que toma las decisiones y que las labores que entregan poder sean monopolizadas por otro grupo privilegiado. Este es un grupo que no es normalmente visto al cual llamo la clase coordinadora. Este posicionamiento nos deja frente a la vasta mayoría, a la cual se le llama normalmente clase trabajadora y es la que lleva a cabo las órdenes que vienen de arriba y asume la mayoría de las labores más indeseables que frecuentemente aturden la mente. Lo que es más, la economía capitalista recompensa la propiedad, el privilegio y el poder institucionalizando un sistema de remuneración que mantiene la desigualdad y la explotación y dominación de clase. Siguiendo esta línea podremos ver que un sistema que está hecho de esta manera no funcionará en pos de los intereses del bien común. ¡Pero hay más noticias malas! Además de la producción llevándose a cabo al interior de instituciones privadas, con decisiones tomadas de forma autoritaria y una división jerárquica del trabajo, y niveles de consumo que son determinados por la riqueza y el poder, el capitalismo reparte su producción a través de mercados competitivos. Los mercados competitivos crean un ambiente económico estresante a través del cual todos se enfrentan en contra de todos. Para sobrevivir, los negocios están forzados a emplear estrategias y tácticas que no toman en cuenta el costo social real de sus actividades. En este ambiente competitivo, las corporaciones simplemente no pueden darse el lujo de darse cuenta de las consecuencias a nivel ambiental de sus acciones, o de los derechos de sus trabajadores, o de las necesidades básicas del público en general. A no ser que las relaciones públicas lo exijan, el sistema económico capitalista no puede y no se permite consideraciones serias de aquellos importantes asuntos. Desde este simple análisis podemos ver que el capitalismo institucionaliza la desigualdad económica y distorsiona sistemáticamente las prioridades de la economía. En el corto plazo, esto beneficia a una pequeña minoría pero a expensas de la vasta mayoría (y al final, en detrimento de todos) – de allí la permanente crisis económica.
Pero, ¿cuál es la alternativa a la economía capitalista? ¿Cómo luciría una economía sustentable que funcionara en base al bien común? Más precisamente – ¿Cuál es la alternativa a la propiedad privada? ¿Cuál es la alternativa a la producción teniendo lugar al interior de la decisión jerárquica del trabajo y a través de las decisiones autoritarias? ¿Cuál es la alternativa al nivel de consumo determinado por una remuneración de acuerdo a la propiedad, el privilegio y el poder? ¿Cuál es la alternativa a los mercados competitivos como medio a través del que se reparten los bienes y servicios que producimos y consumimos? Creo que estas son las preguntas centrales a las que el anti-capitalismo debe tener respuesta. Quienes defendemos la economía participativa [5] (EconPar) proponemos las siguientes respuestas a estas preguntas –
En una economía participativa la propiedad privada es reemplazada por consejos democráticos de trabajadores y consumidores. Aunque los defensores de la EconPar suelen hablar de la propiedad social como alternativa a la propiedad privada, es probablemente más adecuado decir que la propiedad en una economía participativa se convertiría en algo que no es problema para nadie.
Como hemos visto, las instituciones de la EconPar funcionan democráticamente. Pero el término “democracia” tal y como lo conocemos es un término usado para describir toda clase de sistemas, incluyendo algunos muy elitistas. Por este motivo, y para evitar confusiones, hablamos de “autogestión” como una forma específica de democracia económica. Para nosotros, autogestión significa que todos tienen algo que decir en la toma de una decisión, en proporción a cómo se vean afectados por los resultados de esta decisión. Así, por ejemplo, si el resultado de una decisión me afecta solo a mi, entonces tengo absoluta voz y voto en esa decisión –y todo el resto no tiene ni voz ni voto. Por otro lado, si el resultado de una decisión nos afecta de igual manera a mi y a un compañero de trabajo (y a nadie más), entonces ambos tenemos el mismo voto en dicha decisión, y así sucesivamente.
Como una alternativa a la división jerárquica del trabajo, gracias a la cual algunos trabajos son más deseables y dan más poder que otros, proponemos “Lugares de Trabajo Balanceados” (LTB). LTB son trabajos hechos a partir de una mezcla igualitaria de trabajos deseables / ‘empoderadores’ y de otros no tan deseables / ‘empoderadores’. En una economía participativa todos tienen un LTB. Son considerados una característica necesaria de la economía si se quiere que la autogestión funcione y se mantenga. Sigue habiendo espacio para la especialización, pero sin privilegios. Significa también que las habilidades y talentos suprimidos, perdidos bajo la división jerárquica del trabajo, pueden ser utilizados en una EconPar haciéndola más eficiente.
En lugar de mercados competitivos, en una economía participativa los bienes y servicios son repartidos a través de un proceso llamado “planificación participativa”. Este proceso consiste en una serie de reuniones en las que los productores y consumidores proponen y revisan sus actividades económicas en cooperación con los otros a través de una “Mesa Coordinadora”4 [15] hasta que se llegue a un plan eficiente y equitativo.
Con la propiedad privada eliminada, acompañada de la toma de decisiones autoritaria y la división jerárquica del trabajo, no se podrá recompensar la propiedad, los privilegios y el poder. En vez de eso, los defensores de la EconPar proponemos recompensar el esfuerzo y el sacrificio como un criterio justo de remuneración. Con esto nos referimos a que si una persona trabaja más tiempo o más duro, o si una persona asume trabajos que son considerados generalmente como menos deseables, esa persona debiera tener derecho a una mayor remuneración. De manera individual estas características representan alternativas para cada gran característica institucional del capitalismo. Juntas representan un sistema económico alternativo al capitalismo. Ellas describen medios a través de los cuales la producción, el consumo y el abastecimiento pueden sistemáticamente situarse en los intereses por el bien común y ser tanto sustentables como eficientes. Además, institucionalizan un control igualitario de la vida económica, el cual siembra de manera sucesiva la cohesión social. Pienso que esto representa el tipo de visión a largo plazo que los movimientos anti-capitalistas necesitan imperantemente. Sin una visión como esta es altamente improbable que los anti-capitalistas sean capaces de organizar el movimiento popular efectivo que queremos y necesitamos.